Este pasado sábado 23 de marzo, donde casi pasó desapercibido el día del mar, se realizó en Bolivia el Censo de Población y Vivienda, el cual se convertirá en el décimo segundo censo de población y el sexto censo de vivienda en toda la historia de nuestro país, y que tuvo un costo de alrededor de 84 millones de dólares, bajo un marco de mucha polémica, controversia e incertidumbre sobre todo por la construcción, llenado y seguramente posterior sistematización de información de las boletas censales 2024.
¿Qué cifras nos dejó el día del censo? Hasta el momento las cifras oficiales hablan de que participaron alrededor de 500 mil voluntarios censistas, los cuales recorrieron más de medio millón de viviendas en todo el país, aunque todavía faltan muchas viviendas y familias por hacerse censar en el área urbana, y más aún el área rural del país. Igualmente, se reportaron 4 fallecidos, alrededor de 224 nacimientos, 1.994 arrestados, 270 motorizados retenidos, 3.023 atenciones médicas, y un dato interesante, 29.400 privados de libertad fueron censados el día del censo.
¿Proyecciones Vs realidades? Según proyecciones y estimaciones del INE, con base en la información poblacional del censo 2012, se estima que este 2024 Bolivia tenga alrededor de 12.332.252 personas. Donde el departamento de Santa Cruz, según estas estimaciones, debería tener la mayor cantidad de habitantes de Bolivia, con el 29% del peso poblacional total del país, seguido de La Paz con un 25%, Cochabamba con un 18%, le seguiría Potosí con un 8%, Chuquisaca con el 5,48%, Tarija con el 5,03%, Oruro con un 4,56%, Beni con el 4, 34% y finalmente el departamento de Pando con apenas un 1,41%, continuará siendo el de menos población a nivel nacional.
En cuanto al crecimiento poblacional durante el 2012-2024, periodo intercensal, se estima que Bolivia crecerá en un 19% en la cantidad de habitantes respecto al 2012. En cuanto a los departamentos, el que más crecería seria Pando con un 52%, seguido de Santa Cruz con el 28%, luego estaría Beni con un 23%, en cuarto lugar, se ubicaría Tarija con un 23%, Chuquisaca con un 13%, La Paz y Cochabamba se estima que crecerán igual, un 12%. Finalmente, Oruro y Potosí estarían en los últimos lugares de crecimiento en población del país, con un 11,92% y 10,37% respectivamente.
Evidentemente estas proyecciones y estimaciones van a variar, no solo por temas sociodemográficos sino, en parte, por las migraciones coyunturales que se produjeron días previos al día del censo, donde hubo miles de personas en el país que viajaron de una provincia a otra, de un departamento a otro, y hasta de fuera del país al nuestro para hacerse censar este 23 de marzo. Con seguridad esto distorsionará la cantidad real de habitantes por cada provincia y departamento del Bolivia, y consiguientemente la redistribución de recursos de coparticipación tributaria. Habrá municipios que recibirán más recursos de los que necesitan y otros, todo lo contrario.
El censo 2024 se basará en la fotografía tomada ese día, sin importar si las personas censadas radican o no habitualmente ahí, o si solo estuvieron esa jornada en esa vivienda para hacerse empadronar. Sin embargo, esto puede conllevar a una reasignación de recursos inadecuada con base en información irreal de la población del país, que fue promocionada por varias autoridades locales que inclusive pagaron buses para llevar gente a sus municipios con tal de sumar más habitantes a su región, con la única finalidad de ganar recursos, a pesar de que esto daña la calidad de información recolectada.
¿Qué esperar del Censo? Se espera al menos que la población censada haya sido sensata, objetiva y honesta en todas sus respuestas, ya que son la base para este Censo 2024. Es como cuando uno va al doctor, se debe decir todos los síntomas que uno tiene, para que así el diagnóstico sea certero, y por ende se planifique el tratamiento respectivo de manera óptima. Lo mismo debería ocurrir con toda la información recopilada, con la cual se hará un diagnóstico socioeconómico de nuestra población, así se determinarán sus condiciones y necesidades, que serán insumos para que el gobierno nacional y subnacionales implementen políticas publicas para mejorar su calidad de vida. Asimismo, todos estos datos servirán para planificar nuestro desarrollo a corto y largo plazo, con base en el uso óptimo de recursos y nueva asignación mediante la coparticipación tributaria. Será la piedra fundamental para el diálogo del pacto fiscal, donde se debe reorientar el gasto píblico y cambiar el modelo de distribución de recursos, buscando romper el centralismo.
¡Esta historia recién empieza, faltan muchas páginas aún por escribir!
El autor es presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija