Hace algunos días en la ONG donde trabajo, fue visitada por un grupo de jóvenes de la promoción de 6 año de uno de los tantos colegios que forman parte del Departamento de Santa Cruz-Bolivia, dicha acción social es uno de los pasos que deben de cubrir para recibir el título de bachiller o técnico medio; pero a pesar de ser obligatoria en el momento que la desarrollan los chicos se emocionan en ver que en dos o tres horas ayudan a otros cocinando, jugando con los niños en la guardería y ayudando a limpiar las instalaciones, porque no se cuenta con los recursos necesarios para personal de limpieza.
Así mismo, la visita fue acompañada con víveres y juguetes, además, de ropa en buen estado que se destina a un mercadillo para recaudar fondos económicos para los mínimos gastos que se generan en la institución, que reparte comida a los más necesitados del barrio, con una guardería y diversas escuelas deportivas para que los jóvenes ocupen su tiempo; al culminar la experiencia de apenas dos horas los jóvenes expresaron su satisfacción de realizar acciones concretas para el bienestar del prójimo. De igual forma se debe resaltar, que es un primer paso para que ellos se animen a buscar el bien de la sociedad desde su realidad o contexto, soñando que más de uno de ellos se dediquen al servicio del prójimo. Por lo tanto, el servicio es una opción de vida que cualquier persona puede realizar desde una profesión en particular, desde su rol dentro de la familia o investidos desde una representación eclesial (pastores, sacerdotes, religiosas).
Por último, lo antes descripto expresa que en el siglo XXI no solo existen las diversas guerras en el mundo y la polarización de algunas sociedades, sino existen muchos jóvenes que buscan realizar acciones por el bien de la comunidad; aunque en primer momento lo realizan por obligación después lo harán voluntariamente, repliquemos estas experiencias para dar esperanza dentro de tanta desesperanza.
El autor es filósofo