Iba a escribir algo inspirador, ya saben, esos mensajes destinados a los “bachilleres”, tipo “vive como si fueses a morir mañana. Aprende como si fueses a vivir siempre” (Gandhi), pero la inspiración se va al carajo cuando escucho estupideces tamaño Illimani, como eso de que Tupac Katari murió en 1978.
O leo frases plagadas de “haiga”, “vistes”, “naides”, “la” calor o “llendo”, que provocan dolor de ojo. Ni qué decir los que escriben “pq” o “ke”, me pregunto qué harán con el tiempo que ahorran, acortando letras. Entonces, este artículo no va para los bachilleres, sino para las mamis, los papis, los abuelitos, tíos y madrinas, y pide “cositas sencillitas”:
Es mejor pedirles a sus “bendiciones”, que sean autocríticos con las enseñanzas de la escuela, en lugar de pensar en el vestido el terno que usarán la noche de la graduación.
Es mejor leer un libro entero, así cueste meses hacerlo, que buscar un resumen en Internet y usarlo sólo para presentar una tarea de literatura, al profe de turno.
Es mejor desmitificar a los ladrones, abusivos y corruptos, bajo el insensato paraguas de “roba pero hace”, que hacerse al de la vista gorda y mirar para otro lado.
Es mejor no creer en la “nueva normalidad”, que consiste básicamente en normalizar lo aberrante, lo infame, lo inhumano, lo esperpéntico, lo grotesco, lo estúpido, lo insultante, hasta convertirlo en algo socialmente aceptable y cotidiano, como es tener a un expresidente del país, que bloquea carreteras y caminos vecinales, porque no quiere enfrentarse a la justicia, que él mismo ha creado, e impedir que se lo procese por estupro.
Es mejor impedir que algunas personas sean nombradas como encargadas de la secretaría de cultura, de cualquier municipalidad del país, sólo por cumplir la cuota política y luego descubrir que son incapaces de nombrar al menos a tres autores contemporáneos bolivianos.
Debemos ser capaces de enfrentar, como dice el escritor estadounidense Nicholas George Carr, formas de pensamiento que requieran reflexión y contemplación, y no convertirnos en seres eficientes procesando información pero incapaces de profundizar en esa información.
En esencia será mejor dejar de pensar en el labial que hará juego con el vestido, en el sitio “aesthetic”, para la fiesta de la promo, y aprender cosas básicas como que “no es no”, no importando cómo estés vestida, por dónde hayas caminado, si lo que dijiste fue o no provocador y demás soportes verbales que usamos las mujeres cuando no queremos tener NADA que ver con un hombre.
Y especialmente a no creer, ni por un instante, que el proceso de cambio es verdadero. Es una falacia de casi dos décadas, basada en el clientelismo y el prebendalismo, así como en el desangramiento permanente titulado “subvención de hidrocarburos”.
Basta de adoctrinamiento masista, cubierto del embaucamiento educativo de una ley incompetente como la Siñani-Pérez.
Bachilleres 2024: la graduación dura un día, pero tienen toda una vida para enfrentar los problemas que este país les hereda, y ahora les toca pensar en soluciones eficientes.
La autora es periodista