Dondequiera que la ley termine, la tiranía comienza
–John Locke
La victoria no es impune. La histórica victoria electoral del liberalismo de Javier Milei y Victoria Villarruel, apoyados por Mauricio Macri y Patricia Bullrich, tiene que haberle ya removido el piso al proyecto continental del Socialismo del Siglo XXI.
De todos modos, que aun con más de 140% de inflación, con el 40% de gente de clase media empobrecida y el 10% de indigentes, el abanderado del régimen peronista de siete décadas y ministro de Economía en funciones Sergio Massa, pueda haber obtenido un 44% de votación, es de por sí una tremenda hazaña electoral y política. ¡Una bomba de tiempo!
Es seguro que el peronismo se va a atrincherar para darle batalla a Milei, como lo hizo con el presidente Mauricio Macri, y décadas atrás, con el presidente radical Raúl Alfonsín, para desestabilizar su gobierno. La fórmula ya la conocemos: conmoción social, lo que genera represión, y muertes que debilitan al Gobierno, hasta intentar derrocarlo. En Bolivia, ocurrió lo propio hasta lograr la renuncia del presidente Sánchez de Lozada solo catorce meses luego de su elección democrática.
Las batallas previas en Bolivia y Chile que les dieron el triunfo político a Evo Morales y Gabriel Boric, en las guerras del Agua y del Gas en Bolivia, y posteriormente en el “estallido” en Santiago (iniciado un día antes de las elecciones bolivianas en las que Evo Morales pensaba ganar con fraude en 2019), no han concluido. Ni mucho menos.
Por otro lado, el reciente convenio de cooperación militar y de Inteligencia que ha firmado Bolivia con Irán solo confirma las sospechas diplomáticas argentinas, presentadas en reserva, respecto a que se cree que algunos acusados de terrorismo iraníes viajan con pasaportes otorgados por Bolivia.
Asimismo, la reciente investigación publicada por el periodista uruguayo Emilio Martínez sobre los cinco mitos de la “masacre” durante el levantamiento del 17 de octubre del 2003 de la guerra del Gas en Bolivia ofrece indicios sobre la supuesta presencia en el país de combatientes guerrilleros colombianos de la FARC y argentinos.
¿Qué pudiera hacernos dudar de que el próximo levantamiento se presentará en Argentina como la madre de las batallas para revertir la ola liberal que ha resurgido en nuestro continente? Esa ola se ha visto reflejada primero con el triunfo en Uruguay de Luis Lacalle Pou; en Chile, con el rechazo al proyecto de Constitución Plurinacional; en Perú, con el revés político dado al expresidente Pedro Castillo; en Paraguay, con la victoria liberal electoral de Santiago Peña; y en Ecuador, con el triunfo de Daniel Noboa sobre la candidatura afín a Rafael Correa.
El flamante gobierno a instalarse en la Argentina debiera dar señales muy claras y contundentes de que, como dijo el propio Milei, no se tolerarán desórdenes sociales al margen de la ley y se utilizarán las facultades que la Constitución Política del Estado le otorga a entidades encargadas de hacer respetar el orden público. En ello, la vicepresidenta argentina Victoria Villarruel puede jugar un papel clave.
Como dice el viejo dicho: “Más vale prevenir, que lamentar”.
El autor fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.