La Paz, 26 de julio (ANF).- La depresión es el trastorno mental que más afecta a la población y es, además, una de las principales causas de discapacidad en el mundo, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). En América Latina y el Caribe, así como en Bolivia, esta enfermad afecta al 5 por ciento de la población adulta, y se estimaba, sin contar con la pandemia del nuevo coronavirus, que para el 2025, un 30 por ciento de la población del país iba a experimentar un cuadro depresivo en algún momento de su vida.
Pese a estos indicadores y proyecciones, en Bolivia no hay políticas públicas para abordar esta enfermedad. La salud mental nunca estuvo en un lugar privilegiado. Solo en el actual gobierno de transición se aborda esta problemática, aunque con esfuerzos insuficientes, con la creación de una unidad de salud mental con motivo de la pandemia del Covid-19.
“Si hemos tenido durante 14 años políticas públicas de negación total hacia la salud, imagínese lo que ha sido la salud mental, ha sido siempre el tercer patio de cualquier programa de salud, entonces no existen políticas que vayan a cubrir esto” de la depresión, señaló a ANF la expresidenta de la Sociedad de Psiquiatría filial La Paz, Rosario Martínez.
Dijo que incluso en muchos seguros de salud se da más importancia a otras especialidades: por uno o dos psiquiatras hay 30 pediatras o 20 cirujanos. En la ciudad de La Paz existen 70 psiquiatras y “deberíamos ser 700, por lo menos”, aseveró Martínez.
La pandemia del nuevo coronavirus ha agudizado esta situación y está generando muertes no anunciadas, sin despedidas ni el duelo necesario, que es parte de un tratamiento para la depresión, entonces “estamos hablando de una población desbordada en problemas de salud mental y todavía las repercusiones no están llegando a gran escala”, refirió la especialista.
En julio de 2018, ministerios de Salud de los países andinos, reunidos en la ciudad de Santa Cruz, acordaron elaborar una política de salud mental que incorpore esta temática, en las redes de servicios de salud, con el fin de promover el bienestar mental y prevenir trastornos mentales; sin embargo, desde entonces, no hay avances concretos en Bolivia.
Martínez indicó que como siquiatras intentaron conseguir del Ministerio de Salud que se pueda atender consultas en línea a la población y entregar recetas valoradas que lleven el sello y el nombre del especialista para adquirir medicamentos, pero les fue negado.
“Hemos estado mes y medio trastabillando para intentar eso y no se ha podido, entonces por las mismas restricciones que se tienen, la poca cantidad de psiquiatras que hay y que son empleados en la seguridad social, no alcanzan, entonces no existen políticas para cubrir la salud mental”, remarcó.
La depresión es una enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda y permanente tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida del apetito e interés por todo, disminución de las funciones psíquicas e incapacidad de llevar a cabo actividades cotidianas.
Los afectados dejan de encontrar placer en las actividades que hacían normalmente como entrar a la ducha, tomarse un café, en reunirse con alguien, en ver una noticia, “se desgastan estas actividades en ellos y se los nota aislados”, señaló Martínez.
Agregó que los que padecen depresión también suelen tener problemas de sueño, alteraciones en el dormir o dormir demasiado o no poder dormir de noche, y generalmente despertar muy temprano; tienen ganas de llorar la mayor parte del tiempo o se aíslan y no quieren relacionarse con los demás.
La depresión provoca angustia mental y afecta a la capacidad de las personas para llevar a cabo incluso las tareas cotidianas más simples, lo que tiene en ocasiones efectos nefastos sobre las relaciones con la familia y los amigos. En el peor de los casos, la depresión puede provocar el suicidio, que actualmente es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad en Latinoamérica.
No se conocen las causas que provocan la depresión, porque existen elementos multifactoriales que influyen en la persona como la genética o problemas psicológicos, pero la depresión tiene cura si es tratada a tiempo.
Martínez recomendó que la persona con depresión debe acudir a un profesional que sabe manejar el tema y no quedarse en el consejo de la comadre, la amiga, la vecina o la farmacéutica para obtener un medicamento. Dijo que esta situación puede derivar en el abuso del fármaco sugerido con consecuencias mayores como cuadros psicóticos –una mala palabra en la salud mental- que derivan en internamientos. La especialista remarcó que el psiquiatra determina qué medicamento recetar luego de una entrevista evaluatoria de unos 45 minutos.
Aparte de la depresión, la población boliviana también sufre cuadros de ansiedad, que están muy por encima de los cuadros depresivos, sobre todo por la época de pandemia, cuadros de pánico, fobias sociales, agorafobia, que están siendo los motivos más frecuentes de las consultas que están atendiendo y medicando los psiquiatras, refirió la experta.
En las Américas, entre el 18,7% y el 24,2% de la población sufre de algún trastorno mental. La depresión sigue siendo el principal y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres, señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Entre el 20% y 40% de las mujeres que viven en países en desarrollo sufren depresión durante el embarazo o en las semanas siguientes a dar a luz. Unas 65.000 personas mueren por suicidio cada año en la región.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que más de 300 millones de personas viven con depresión, un incremento de más del 18% entre 2005 y 2015. La falta de apoyo a las personas con trastornos mentales, junto con el miedo al estigma, impiden que muchos accedan al tratamiento que necesitan para vivir vidas saludables y productivas, refiere la organización internacional.
/ANF/