La Paz, 21 Mar. (ANF).- Bolivia recuerda 34 años de la muerte del sacerdote jesuita Luis Espinal Camps, más conocido como Lucho, un destacado poeta, periodista, cineasta y docente universitario que se caracterizó por su labor social en el país.
Un 21 de marzo de 1980, cuando se dirigía a su domicilio, fue secuestrado por un grupo de paramilitares que lo torturaron y posteriormente lo asesinaron. Su cadáver fue encontrado un día después, el 22 de marzo, en el camino a Chacaltaya y se especulaba que dicho asesinato había sido planificado por Luis García Meza, quien derrocó a la presidenta Lidia Gueiler meses después, el 17 de julio de 1980.
Su muerte impactó a todo el pueblo boliviano y provocó mucho dolor en los que lo conocían y admiraban como los sacerdotes Eduardo Pérez, Xavier Albó y muchos otros que le dieron el adiós a Espinal el lunes 24 de marzo de 1980 en la ciudad de La Paz, que fue el escenario de un masivo acto de dolor colectivo por ser el día de su entierro.
“Fue ante todo un luchador y un pensador que dejó muchas enseñanzas en todos los ámbitos en los que participó” declaró Percy Brown, un trabajador de Fides.
El padre Espinal nació el 2 de febrero de 1932 en España, en 1962 fundó con otros estudiantes la revista Selecciones de Teología, llegó a Bolivia como misionero el 6 de agosto de 1968 donde fue radialista en Fides, donde colaboró hasta el día de su muerte. Asimismo fue el cofundador de la Asamblea de Derechos Humanos donde luchó fervientemente por los derechos de las personas menos afortunadas.
En 1977 participó en la huelga de hambre de los 19 días donde convivió día y noche al lado de las familias de los mineros, para que después de los 7 años de dictadura se pudiera estructurar una oposición política que acabaría forzando la renuncia de Hugo Banzer, por entonces presidente de la nación, lo que le valió muchas enemistades contra el gobierno que venía en turno.
El año 2007 el presidente Evo Morales declaró mediante Decreto Supremo al 21 de marzo como el Día del Cine Boliviano en conmemoración del aniversario del asesinato de Luis Espinal, como un homenaje a la lucha que realizó por los derechos humanos y la democracia en el país, y en reconocimiento a su aporte a la cinematografía de Bolivia.
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