Cocina del penal de Chonchocoro. Foto archivo: OAS
La Paz, 9 de mayo (ANF).- El prediario, presupuesto que el Estado destina para la alimentación diaria de los presos, se mantiene congelado en 8 bolivianos desde hace casi tres años y debe cubrir el desayuno, el almuerzo y la cena de cada privado de libertad.
El monto, que solo alcanza para comprar un almuerzo de muy baja calidad nutricional, está por debajo de la cota de la extrema pobreza fijado por el Banco Mundial en 1,90 dólares (o 13 bolivianos) en 2015.
El coordinador de la Pastoral Carcelaria de la región Altiplano de Cáritas, Ricardo Yavarini, expresó que definitivamente el actual monto del prediario es muy insuficiente y solo garantiza una mala alimentación para los internos, situación que conlleva a un daño físico y sicológico.
“Definitivamente el monto es muy insuficiente porque si saboreamos el prediario que comen los privados de libertad, uno se da cuenta que no es muy variado, no es balanceado y fundamentalmente la calidad no es gran cosa”, manifestó el funcionario de Cáritas.
Remarcó que las consecuencias de esta mala alimentación recaen sobre el físico, aspectos sicológicos y el temperamento de los internos, “sobre todo si son personas que están marcadas por situaciones complicadas”. “El hecho de tener una alimentación insuficiente en términos de calidad y variedad va empeorando su situación”, afirmó.
Para Yavarini, un mejoramiento de la alimentación de los presos, en el marco del respeto a la dignidad y derechos fundamentales de las personas, sería un monto de al menos 30 bolivianos para garantizar una alimentación balanceada, con proteínas y variada con verduras y frutas, para contrarrestar la actual dieta abundante en carbohidratos y grasas que tienen consecuencias en la salud de los internos.
Los privados de libertad de la cárcel de San Pedro de La Paz denunciaron que el prediario solo cubre dos comidas: desayuno y almuerzo, y por lo general el almuerzo es un solo plato, además que por su baja calidad y preparación antihigiénica, ya que no cuentan con nutricionista ni cocinero, ocasiona dolores de estómago y muchos prefieren no comerlo.
El Estado boliviano, que es signatario de convenciones internacionales sobre derechos humanos, no garantiza un trato digno y humano a los presos en este aspecto, así como los demás derechos referidos a las cárceles.
Yavarini destacó que la excepción a la lamentable situación de la alimentación en los penales está en el centro de menores de Qalauma donde se cuenta con una nutricionista y los jóvenes además tienen actividades productivas para mejorar su manutención.
“En Qalauma los chicos hacen malabares para diversificar su alimentación porque allá tienen una nutricionista que sabe planificar y diferenciar la comida, y ahí un poco mejor los tratan en el sentido que con 8 bolivianos sacan el desayuno, el almuerzo y la cena”, apuntó.
Mientras que en las otras cárceles como San Pedro, en La Paz, y Chonchocoro, en Viacha, “se refleja mucha abundancia de carbohidratos, pero en términos de verduras, carne y proteínas es bastante insuficiente”.
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