GONZALO ROJAS ORTUSTE
Entre tanta noticia desconcertante –para mantener la mesura- alivia constatar que algo estamos haciendo bien. Porque aunque hayan voces maximalistas, hace tiempo que los bolivianos sabemos que si algo podremos conseguir territorialmente en la hasta ahora eterna demanda con nuestro vecino Chile es una franja paralela a la línea de la Concordia que hoy constituye la frontera chileno-peruana. Y por ello ha sido sensato acudir ante la corte de La Haya no pedir nada respecto al Tratado de 1904 –que no podría atenderlo, porque está fuera de su jurisdicción temporal- . No se trata de tener visiones triunfalistas, pero desde luego tampoco lo contrario. La propia demanda es modesta, pero revela que hemos aprendido como colectividad, finalmente, que Chile nunca se ha esforzado por una buena vecindad. Todo lo contrario.
Ya fue bueno tener al frente de nuestra delegación al expresidente Rodriguez Velzé, para una presentación de la memoria de factura “impecable”, según comentario de alto personero de la referida Corte. Y no en vano la opinión pública tiene como hombre trabajador de natural discreción y talento. Como no recuerdo nunca antes, la cancillería chilena se contradijo en brevísimo tiempo. Primero calificando la demanda como insólita –u otro adjetivo similar- para luego reconocer su seriedad. Y ahora se debaten entre presentar el requerimiento de incompetencia de la Corte, que de todos modos deja a la propia Corte decidir sobre ello, o presentar su contramemoria.
El nombramiento del ex presidente Carlos Mesa para una suerte de abanderado del tema en el plano internacional, quien debe ser uno de los mejores oradores con los que cuenta el país, fue otro paso importante. También hubieron voces de crítica, aunque más bien menores. Creo que un ciudadano, con esas capacidades y conocidas convicciones, tiene el deber de prestar su contribución en un requerimiento de esta envergadura, sin renunciar a sus legítimas críticas al gobierno presidido por Evo Morales. No hay incongruencia alguna, sino compromiso republicano, en el sentido de los clásicos, con causas de recta justicia. A veces, en las redes, hay unas opiniones apresuradas que tienden a ver las cosas de manera maniquea. La decisión de entregar un libro sobre la causa marítima en las vísperas de la cumbre del G77 + China, aunque no se trate en las plenarias, también debe anotarse a esa contribución y seguramente tendrá contenidos similares a los que tiene el Blue Book que produjo la cancillería boliviana durante su gobierno en 2004.
Debemos saber usar nuestros mejores recursos y acumulación institucional en las causas mayores. Y la del mar lo es. Hay múltiples razones para ello, pero el solo hecho de la mediterraneidad impuesta debiera ser razón suficiente. Por ello, otra figura de importante trayectoria y capacidad debe completar el equipo humano, que junto a la consulesa recién nombrada para representarnos en Santiago, lo haga con similares competencias como nuestro embajador ante Torre Tagle en Lima. Ese es un frente importantísimo y no hay más que tener presente el tratado entre nuestros vecinos del Pacífico en 1929 para tenerlo por evidente.
El presidente Morales, junto al canciller Choquehuanca están actuando con responsabilidad y acierto en esta materia y así debemos seguir. No sólo se perciben los titubeos y algún exceso verbal de parte de Chile (ese desafortunado “cerrado para siempre” que se lanzó su canciller, cual si fuese dueño del futuro, o el casi cínico de “solo el 10% con nosotros” de un expresidente) sino verdadera incomodidad y desorientación. Así pues, el recurso de darnos largas sin concretar nunca nada ya no sirve en este plano, y aunque una eventual fallo favorable para Bolivia de la citada Corte tendría más efectos morales que inmediatamente prácticos, el juego de la dilación ya está al descubierto. Es preciso tener presente que de la materia moral está hecha la reputación, y nuestro vecino se ha empeñado tanto en ella que pareciera que algún momento se creyó su propia prédica, en esa aristocrática acepción, cuando el uso de la fuerza sólo es honroso en defensa propia, y ese no fue el caso con nosotros. Todo lo contrario.