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Opinión

Venezuela: Más allá de la votación

1 de Agosto, 2024
OMAR QAMASA GUZMAN BOUTIER
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El “triunfo” de Maduro, reconocido oficialmente luego de la votación para la elección presidencial, el domingo 28 pasado en Venezuela, sintetiza el estado de apronte en el que se encuentra el Estado venezolano, para enfrentar a su sociedad. El resultado difundido por el órgano electoral es tan poco creíble como lo fue en su momento (2019) el que, como corolario de un similar megafraude, difundiera el órgano electoral en Bolivia, otorgándole el “triunfo” a Evo Morales. Conviene, por ello, asumir el día de la votación venezolana como un episodio en el proceso de recuperación democrática, que esa sociedad sigue. 

En este orden, la cuestión democrática en Venezuela, luego del día de la votación, presenta proyecciones en el proceso, de las que no puede descartarse, a largo plazo, la fractura interna del país. Delimitaremos nuestro enfoque en torno a dos puntos del problema. Por un lado, el referido a la sociedad y al Estado y por otro, el referido a las tendencias gruesas que se confrontan en este proceso. Es de la articulación de ambas que adquieren sentido las proyecciones a ensayarse. 

Queda claro, en principio, que las instituciones estatales venezolanas se muestran no permeables a la democracia. Esta característica abarca al órgano electoral, a los órganos judiciales, a la policía, a las fuerzas armadas, etc., etc. Son instituciones impermeables a la democracia porque, claro, son instrumentos operativos de la dictadura. Pero la pregunta es, ¿por qué la avalancha democrática nacional no ha impactado en ellas? 

Volcando la mirada al interior de estas instituciones -pero teniendo en mente la lógica totalitaria delincuencial que opera desde la presidencia- se entenderá que la fuerza articulatoria que las cohesiona, se debe a dicha lógica. Esto quiere decir que la corrupción, la prebenda (y la complicidad que generan) actúa como mediación entre el gobierno y el resto de las instituciones estatales. Aquí, nunca más apropiado el referirse a este tipo de mediación como la misma lógica mediadora que unificaba a las mafias. A este hecho nos referíamos en una oportunidad cuando anotábamos que en gobiernos como el de Nicolás Maduro, la lógica delincuencial predomina sobre la lógica política. 

Si esto sucede al interior de las instituciones estatales venezolanas, fuera de ellas se observa una verdadera avalancha democrática, que se mueve sin mediación estatal alguna. Para enfrentar esta situación tenemos que el régimen totalitario delincuencial habilita la mediación del terror. Pero este tipo de mediación tiene su límite cuando quienes soportan el terror deciden no huir del miedo sino enfrentarlo, munidos de la convicción democrática. En este sentido hablamos del rebalse de la avalancha democrática con respecto a instituciones estatales incapaces de actuar como mediadoras entre la sociedad y el poder. Que la avalancha y el rebalse democrático se incrementen hasta tornar inútil la mediación del terror depende, por ahora, de la conducción política antes que del movimiento social nacional en sí. 

Recordemos que se trata de una sociedad que ha acumulado importantes experiencias de lucha democrática durante los últimos 25 años. Por ello, la avalancha democrática manifestada el día de la votación nos dice que esa acumulación es efectiva y que en este último cuarto de siglo la sociedad venezolana no ha sido “domesticada” en el acatamiento acrítico, a los mandatos del régimen. Se trata, pues, de una protesta que se afinca en la profundidad de la estructura social misma. Esto quiere decir que no es una demanda que se circunscriba simplemente a las direcciones políticas. Diríamos que en Venezuela la estructura social comienza a moverse por debajo, al lado y por encima de la superestructura estatal, la cual ha devenido en ajena a su sociedad. 

Se entiende, por otro lado y más allá de la votación, que la consistencia de la avalancha muestra la posibilidad real, es decir la viabilidad fáctica, de asumir a la democracia representativa como el asiento de la autodeterminación nacional (el aporte es del desaparecido sociólogo boliviano, René Zavaleta Mercado). Para el caso, la voluntad nacional de vivir en democracia. 

En este orden hablamos de la avalancha como parte de un proceso socio-político de alcance nacional, aunque no todavía de impacto estatal. Por tanto, se trata de un proceso histórico cuyo desenlace no está definido, a pesar de la autoproclamación del régimen como “ganador” de las elecciones. Desde la perspectiva histórica recordemos, entonces, que la consistencia de la avalancha le viene de la asimilación de una experiencia democrática, acumulada en los últimos 25 años. A partir de estas consideraciones es posible ensayar ahora algunas proyecciones, a corto y mediano plazo, del desenvolvimiento del proceso. 

Desde ya, el rebalse del sentimiento democrático señalado es algo que, por de pronto, no se va a revertir. La enajenación -por voluntad propia- en la que se encuentra la estructura estatal con respecto a su sociedad, le dificulta conocer el potencial de la acumulación democrática que la sociedad posee. Para suplir esa falencia, los espionajes e incluso las persecuciones políticas, a los que recurre el gobierno, aparecen como verdaderos juegos de niños. 

En segundo término y a mediano plazo, es posible que una porción social se radicalice en su demanda democrática, ¿Por qué? Porque el mensaje de Madura a su sociedad fue muy claro y se puede sintetizar en: “Para liberarse de mi gobierno se requiere algo más que una votación”. 

Las elecciones amañadas (todas las fundadas denuncias de la oposición y de la ciudadanía democrática así lo señalan) son una burla a todos. A la ciudadanía venezolana, a la comunidad internacional, a sus compañeros de izquierda como Lula, Boric, entre otros. Claro que a Maduro ello se tiene sin cuidado, porque su gobierno se debe, antes que nada, a gobiernos igualmente totalitarios y corruptos como los de Putin, Ortega, el de Cuba, el de Irán y demás, sin hablar del crimen internacional organizado. 

El autor es sociólogo y escritor