Es evidente, en el plano internacional, que la guerra iniciada por Vladimir Putin en contra de Ucrania, ha devenido en una derrota para el dictador. Ello incluso lo entienden los gobiernos aliados de Moscú. Por esa razón, varios de esos aliados han optado por explorar, por iniciativa propia, los mejores términos de su participación en el proceso de reacomodo político global. La perspectiva del reordenamiento global y una expectante participación en él, fue el primer y último motivo de la invasión rusa a Ucrania.
En el proceso de reordenamiento en curso, los distintos actores despliegan sus iniciativas de exploración geopolítica. Las acciones exploratorias particulares, principalmente entre los del grupo de gobiernos aliados a Putin, forman parte de y son a la vez la precondición para el diseño de estrategias geopolíticas. La finalidad, se entiende, es concurrir al proceso de reordenamiento global en condiciones ventajosas. El punto de referencia inmediato para ello está dado por la derrota de la estrategia elegida por el totalitarismo ruso, para transitar este proceso.
Efectivamente, la caída rusa ha dejado en el plano internacional un espacio abierto que los gobiernos similares a Putin, ahora, pretenden ocupar. El destronamiento de la hasta hace dos años considerada la segunda potencia mundial, ha dejado espacios en todos los campos. Esos espacios se refieren a la política internacional, al comercio, el poderío militar, la economía, principalmente. Debe diferenciarse, sin embargo, entre los que pretenden llenar el vacío, de acuerdo a la capacidad que unos y otros tienen para constituirse en el reemplazante de Rusia. No todos pueden aspirar a tal privilegio y los más se contentan con lograr algún sitial de importancia, en el plano mundial.
Desde ya, China es una realidad como para el reemplazo y, más relegados respecto de ella, se encuentran varias potencias -llamémosla medias- que aspiran a incrementar su presencia en el panorama mundial. Entre ellas sobresale Irán, gobernada por un régimen totalitario terrorista islámico. La visita reciente del gobernante iraní a países con Estados fallidos de América Latina (Venezuela, Cuba y Nicaragua) responde a ello.
Por último, se encuentran los actores menores, cuyos gobernantes, en el mejor de los casos, aspiran a recibir una palmadita de reconocimiento, por parte de los jerarcas de los gobiernos totalitarios de potencias en el mundo. En esa línea se inscribe, por ejemplo, Lula, el presidente de Brasil. Luego que el llamado chino a la paz fuera ignorado (porque en realidad se trataba de un intento de auxilio a Putin, con la intención de retrasar la ofensiva ucraniana, hoy en la etapa final de su preparativo), Lula, en la más sumisa y servil actitud, ha retransmitido diligente el pedido chino, para convocar a supuestos diálogos de paz. Obviamente, si el pedido de Beijing no tuvo receptor, la comedia de Lula fue ignorada en el acto.
En los juegos políticos de estos tiempos se observan diversas acciones, orientadas al mismo fin: ocupar un lugar protagónico en el reordenamiento global. La peor de esas acciones fue la elegida por el dictador ruso. Ahora el problema del Kremlin es cómo salir de la derrota sin que ello signifique también el fin del régimen totalitario.
Una segunda manera de actuar está dada por el ejercicio de la diplomacia, en las relaciones políticas, militares, comerciales y económicas internacionales. De hecho, por esa vía Ucrania se ha potenciado en todo sentido y, lo principal, se ha posesionado internacionalmente. Estados Unidos (EEUU), la Unión Europea (UE) y el Reino Unido (quienes respaldan a Ucrania) se han beneficiado con los éxitos ucranianos en la guerra y así han incrementado su influencia internacional. China, el principal aliado con el que cuenta Putin, muestra gran capacidad diplomática que incluso le permite insinuar alternativas financieras que podrían rivalizar -según esperan los gobernantes chinos- con las del Banco Mundial (BM) o del Fondo Monetario Internacional (FMI). La derrota rusa, por sí sola, no afecta la perspectiva china, sino de manera indirecta, por lo que ella significa; y lo que significa es el fortalecimiento de occidente. Es esa combinación de factores lo que torna incómoda la postura de Beijing.
En resumen; mientras los aliados de Putin exploran, individualmente, los espacios abiertos en el ámbito mundial por la derrota rusa, los países europeos lo hacen en bloque. No otra cosa significó la visita de la presidenta de la UE a Brasil, Argentina y Chile, a las mismas horas en las que el presidente iraní visitaba Venezuela, Cuba y Nicaragua. Por otro lado, los Estados débiles, como los latinoamericanos, han mostrado una actuación dependiente, dejando a un lado la exploración de las posibilidades geopolíticas que la coyuntura internacional les permite.
Así las cosas, no debería extrañar a nadie que las tendencias marcadas en esta fase exploratoria del reordenamiento global, ratifique, el día de mañana, la preponderancia del bloque EEUU – UE – Reino Unido, en medio de cierto repunte chino, el estancamiento iraní y el habitual relegamiento latinoamericano.
Omar "Qamasa" Guzmán es sociólogo y escritor