“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte” es la frase de la activista dominicana Minerva Mirabal. Ella y sus dos hermanas fueron asesinadas un 25 de noviembre de 1960 en el régimen dictatorial de Trujillo en República Dominicana. En homenaje suyo, desde 1981 en Latinoamérica y a partir de 1999 en el mundo se conmemora la fecha de su muerte como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
Las cifras de mujeres vejadas y asesinadas por la violencia machista siempre van en ascenso constituyéndose en otra pandemia de larga data que sufrimos. La violencia ha llegado a naturalizarse, pues ya no nos conmueve como sociedad cuando una mujer es violada, golpeada y asesinada. En este contexto, llama la atención que el evento futbolístico más esperado durante cuatro años, el Mundial de Fútbol 2022, se lleve a cabo en Catar. Pero, ¿por qué ha sorprendido que la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) haya elegido a Catar como sede de mundial?, ¿qué de malo puede tener ese país?
Catar ocupa uno de los últimos puestos en el informe sobre la brecha global de género del Foro Económico Mundial, quedando a todas luces y al desnudo las grandes diferencias entre mujeres y hombres en materia de empleo, educación, salud y política. Es uno de los países árabes donde los derechos de las mujeres están tremendamente vulnerados. En este contexto, se desarrolla el mundial de fútbol mientras la realidad de las mujeres y de las personas homosexuales cataríes sufren la peor opresión de un régimen machista, fundamentalista y patriarcal.
En pleno siglo XXI, en Catar existe la tutela masculina por medio de la cual las mujeres no pueden tomar sus propias decisiones, siendo un tutor varón de la familia (padre, hermano o tío) el que las toma y en el caso de las casadas, el esposo.
En ese país, las mujeres hoy en día encuentran impedimentos para divorciarse, no pueden obtener la custodia de sus hijos y necesitan permiso de sus tutores para ciertas actividades. Para aplicar a un empleo, obtener una beca o contraer matrimonio se debe contar con el permiso del “tutor o guardián”. Las mujeres solteras menores de 25 años no pueden salir del país sin permiso de su “guardián” y hasta hace un par de años las mujeres obtenían licencia de conducir sólo con el permiso del tutor. Hay una legitimación de la subordinación de la mujer al hombre.
En el caso del matrimonio, el panorama tampoco es alentador para las mujeres cataríes. La tutela que sobre ellas tiene algún varón de la familia es heredada al esposo. Las decisiones sobre los hijos recaen en él. La madre no puede realizar el trámite para la identificación de sus hijos. En caso de divorcio, a diferencia del varón, la mujer tiene mínimas posibilidades para justificar una petición para ese fin.
Asimismo, existe la cláusula de obediencia que establece la obligación de las mujeres a mantener relaciones sexuales con sus maridos, ocultándose la violencia sexual que las mujeres pueden sufrir dentro el matrimonio. De la misma manera, la violencia doméstica no es un delito.
Que la FIFA haya elegido precisamente Catar como sede del Mundial deja mucho que desear y muestra la poca importancia a escala internacional de la lacra de la violencia que arrastramos como sociedad. A gritos, pero no de gol, las mujeres denunciamos e increpamos la violencia de todo tipo de la que somos objeto.
En este contexto, es de esperarse que un evento mundial por excelencia masculino no haya reparado ni se le haya ocurrido pensar en la situación de las mujeres de ese país. El tan esperado Mundial se lleva a cabo al margen de la realidad de las mujeres cataríes. El presidente y la secretaría general de la FIFA han señalado e instado a las selecciones de fútbol a concentrarse en el juego, con estas palabras: “no permitan que el fútbol sea arrastrado a todas las batallas ideológicas o políticas que existen”. Sólo les faltaba decir que también dejen de preocuparse por los derechos de las mujeres y de las personas homosexuales cataríes, que de eso se ocupan los jeques, emires y sultanes.
En conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y particularmente la que sufren las cataríes, sacamos tarjeta roja para Catar.
Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga