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Opinión

PRESIDENTE BOLIVIANO EN CHILE

20 de Marzo, 2014
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GONZALO ROJAS ORTUSTE

Esta vez el encuentro entre el presidente de nuestro país y del vecino chileno ya fue entre quienes perdieron la inocencia. Desde luego los protocolos se siguieron, como debe ser, pues están establecidos para eso, para facilitar los encuentros y eventuales conversaciones entre altos representantes -aquí nunca se insistirá demasiado en esa investidura-.

Si se podía abrigar, con alguna razón, por los antecedentes políticos y personales de la mandataria, algún cambio significativo luego de la presentación ante la Corte de La Haya, respecto a su predecesor en la Moneda, pues nada de nada. Del tema marítimo, el principal de la famosa agenda de los 13 puntos que estableció la Sra. Bachelet con nuestro gobierno en su anterior periodo, ahora nos dice, que se pueden retomar los otros doce, pero ese principal no puesto que está ante cortes internacionales. Difícil una postura más inflexible, considerando que nuestro pedido ante tales jueces es el de retomar un a negociación de buena fe. Por aquí, casi con embeleso se repite “es que Chile tiene políticas de Estado”. Sostengo que es la posición más cómoda del que se siente fuerte ante el que considera débil. Ni la más lúcida, ni la más generosa, desde luego.

Por eso hace bien nuestra Cancillería, y nuestro Agente Especial ante La Haya, en mantener la demanda  estando a puertas de la presentación de la memoria que sustenta la demanda. Algún senador (de la Cámara que se ocupa de asuntos internacionales) de la oposición, sorprendente y desatinadamente habló de “congelar” dicha demanda. Nada serían tan contrario a los intereses del país. La notoria mala actitud de los funcionarios chilenos desde que se conoció la acción de la diplomacia boliviana, retomando la iniciativa en tan caro anhelo, el de reintegración marítima, debiera ser suficiente indicador de que no es mal camino; evitar bilateralizar, en diálogos improductivos ad aeternum. Ese es el más visible aprendizaje de nuestro Primer Mandatario desde que está en funciones: los estados tiene intereses, independientemente de las simpatías o no de sus eventuales representantes. Esto es válido para los temas de envergadura, desde luego no aplica a cosas intrascendentes.

El tratamiento que merecemos en este asunto es ostensiblemente distinto del que dio al Perú, recién nomás cuando ese antiguo aliado en la Guerra del XIX presentó su demanda ante idéntico juez. La prepotencia la guarda para Bolivia. Y no hay que ser complaciente con ella nunca. Por ello, fue atinado asistir a esta segunda posesión de la Sra. Bachelet, con una agenda que hizo que tal visita no fuera a pasar desapercibida en Santiago. No es que de allí vayan a haber grandes vías de modificación de sus políticas, pero en temas como estos la convergencia de opiniones, desde luego de los nacionales, y todos los que a ella quieran sumarse, incluidos aquellos de esa nación vecina, hemos de mostrarnos persistentes. Mientras más democrático es un régimen más sensible a la opinión pública de sus respectivos ciudadanos. Eso sí, para que esa sea un vector que sume, las adhesiones han de ser resultado de la acción de denuncia razonada e informada y no episódica, que por ello sería volátil. Quizás allí, y solo allí, en el ámbito de la opinión pública, haya cabida para la “diplomacia de los pueblos”.

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