En los últimos días he vuelto a ver una de las mejores series de tinte político en la plataforma Netflix (2016) denominada: HOUSE OF CARDS, en ella se describe la vida de un congresista de los EEUU que ayudo a ganar la presidencia de un candidato con la condición de nombrarlo secretario de estado (ministro de exterior), pero esa promesa no fue cumplida iniciando por parte del congresista y su esposa toda una estrategia para llegar al poder ejecutivo; en el desarrollo de la trama se vislumbra todas las formas nada licitas para tomar el poder político llevándose por delante a personas, instituciones y sobre todo ensuciando la labor política reduciéndola en partidismo sucio, pero entre mas poder obtenía el congresista mas hambriento se sentía, ya no le bastaba gobernar a los EEUU, sino que ahora quería influenciar a todo el mundo.
En la misma trama, también se demuestra el degaste que sufren los hambrientos de poder a nivel físico, psicológico y emocional, resaltando que quien padece esas ansias de poder no se da cuenta de ello, lo que le importa es obtener lo que tanto anhela, evidentemente para obtenerlo lo disfrazan como un servicio para la nación o buscar el bien de la mayoría, resultando ser una falsa. Lo antes descrito en la serie, es una mirada de la realidad política de muchos países salvando que cada nación tiene sus diferencias según el contexto, pero una de las similitudes es que existen hombres y mujeres que harán todo lo posible para obtener el poder y nunca soltarlo
De igual forma, el tan ansiado poder político dura muy poco al punto que hoy estas en la cima y mañana ya no lo estas, el miedo de los hambrientos de poder es perderlo por eso se valen de cualquier artimaña para retenerlo, a veces sin pensar que cuando no lo tengan pagaran las consecuencias de esas acciones que en lo mayoría de los casos son contrarias a las leyes; por ende, es necesario fortalecer las instituciones y la sociedad civil para que sean los contrapesos de los hambrientos del poder.
Ronald Valera es filósofo