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Opinión

PADRE DE LOS POBRES

9 de Junio, 2014
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VICTOR CODINA S.J.

El himno medieval Ven Espíritu Santo, de autor desconocido y que la Iglesia recita en la fiesta de Pentecostés, nos produce hoy la impresión de ser excesivamente intimista. El Espíritu es invocado como dulce huésped del alma, descanso en el trabajo, brisa en tiempo de calor, consuelo para nuestras lágrimas, salud en la enfermedad…Sin embargo, la primera denominación que se le da al Espíritu es la de ser Padre de los pobres. 

¿A qué pobres se refería el autor anónimo de ese himno? No lo sabemos, pero seguramente  pensaba en los pobres siervos de la gleba, en las víctimas de las pestes y de las guerras medievales, en niños y ancianos abandonados, en mujeres quemadas en la hoguera por brujas…

Hoy en contexto ha cambiado, pero seguimos teniendo poblaciones enteras que pasan hambre,  niños que mueren al poco tiempo de nacer, trabajos duros en las minas y en las cosechas, jóvenes sin trabajo y niños que trabajan clandestinamente, enfermos sin tratamiento, campamentos de refugiados y centros de internación de extranjeros, el tren de la muerte que atraviesa México para llegar a Estados Unidos, migrantes que mueren en el mediterráneo, hacinamiento en las cárceles, atentados y terrorismo,  trabajadores de maquilas,  mujeres acosadas, violadas y asesinadas, indígenas despreciados y sin tierras, agresiones a la naturaleza y cambio climático, niños de la calle,  ancianos solitarios, víctimas de las guerras, de armas químicas y de minas personales, Guantánamo, Chernobyl, Fukushima, víctimas de abusos sexuales, los indignados…

Estos son los pobres de hoy, los insignificantes, los “nadies”, los sobrantes, ”basura social”…Todos ellos pueden invocar al Espíritu como a su Padre-Madre, que les escucha, se compadece de ellos, se indigna con los responsables de esta pobreza inhumana, les anima interiormente a luchar y resistir, a no desesperar, les consuela, les alienta, les acoge paternal y maternalmente.

Quizás todo el himno debe leerse desde los pobres, superando así la impresión de intimismo, porque el Espíritu es Espíritu de vida plena, de salud integral, de alegría profunda, un Espíritu presente sobre todo en momentos de crisis, que actúa desde abajo para generar vida, pasar del caos y la muerte a la vida sin ocaso. No es cualquier espíritu, es el Espíritu del Señor Jesús, enviado por el Padre para  comunicar vida en abundancia. Pero ¿podemos seguir invocando alegremente al Espíritu como Padre de los pobres sin un compromiso por eliminar las causas de esta pobreza?


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