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Opinión

¿Dónde está la generación del bicentenario?

31 de Enero, 2025
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¿Dónde está la generación del Bicentenario? ¿Dónde podría desarrollarse la hoja de ruta para avanzar hacia un nuevo horizonte de la historia boliviana? ¿Dónde está la academia, la política, el arte, el bolero de caballería?

España agonizaba después de perder sus colonias. La generación del 98 reunió a poetas y ensayistas nacidos entre 1864 y 1876. A través de sus creaciones criticaron la situación política y social de su país, al mismo tiempo que buscaron las raíces de su identidad nacional y cultural. En sus versos está esa España que moría y aquella que todavía se gestaba, se traza y que llegará con la República. Biografías, como las de Antonio Machado o Miguel de Unamuno, se entrelazan en esa indagación colectiva, estética y a la vez política y revolucionaria.

Son muchos los ejemplos similares.

En el caso boliviano, la pérdida de la Guerra del Pacífico en 1879 marcó a toda una generación que confluyó en La Paz. Los avances de las corrientes liberales coincidieron con el apogeo económico gomero y minero. A los grandes visionarios como José Manuel Pando, Eliodoro Villazón, Ismael Montes se unieron escritores, artistas, arquitectos, médicos.

Una generación de notables que contrató o participó directamente en expediciones a la Amazonía y también al sureste tarijeño para entender una nación que no terminaba de consolidarse. Las derrotas militares, frente a enemigos muy poderosos, suelen desplazar los relatos de quienes abrieron las sendas más allá de lo que había sido el eje articulador potosino. Se enseña poco o nada sobre estos esfuerzos privados y públicos para vencer una geografía de simas y cimas en un amplio territorio despoblado.

Los periódicos publicaban reflexiones sobre el destino nacional, la educación, la pérdida del Litoral, la mirada para superar los Andes. Franz Tamayo, Alcides Arguedas, Casto Rojas eran los más famosos, pero no los únicos.

Había bolivianos (urbanistas, ingenieros, empresarios) que aportaban a esa visión de la generación del 900. Varios estudiaron en el exterior, desde Buenos Aires a París, Santiago o Berlín. Más tarde, enviaron a sus hijos también a universidades famosas para que aplicaran posteriormente sus conocimientos en Bolivia.

El ingrediente de lo social, de la marginación del indígena, de la tenencia de la tierra, de la explotación minera y de los recursos naturales fue el aporte de la generación del Centenario, concentrada en Cochabamba. Esa generación compartió la política con la literatura, las artes plásticas, el flamante cine boliviano.

Casi todos nacieron en la primera década del Siglo XX. Cuando Bolivia conmemoraba el Primer Centenario de su independencia, muy jóvenes, fueron capaces de diseñar un nuevo derrotero bajo el amplio abanico del nacionalismo, cuya influencia duró hasta el final de la centuria.

Las angustias en las trincheras en el Chaco y el resultado de las batallas impulsaron aún más a esta generación del 25 para preparar los profundos cambios que necesitaba el país. José Antonio Arce alentó el comunismo; José Aguirre Gainsborg defendió el trotskismo; Oscar Unzaga lideró la Falange; Carlos Montenegro y Augusto Céspedes se juntaron con otros jóvenes que buscaban una nueva expresión política.

Fue una generación victoriosa en abril de 1952. Más allá de sus maldades, el Movimiento Nacionalista Revolucionario fue un referente para este continente y para los países que en esos años luchaban por su independencia.

Fortalecieron la política con el respaldo a las escuelas de arte, de música, el muralismo, la radiodifusión. En ese marco, la participación femenina en la política y en la pintura fue vanguardista.

Los ríos subterráneos de la nación parecían encontrar cauces renovadores.

A fines del milenio, aparecieron otras ideas, ligadas al pachamamismo, al indigenismo y a grupos latinoamericanos surgidos después de las dictaduras militares, la crisis de la deuda y el neoliberalismo (San Pablo, Puebla). Otra vez la atención internacional en la pequeña Bolivia en 2006. Aunque fracasado por la suma de imposturas, la ignorancia, la incapacidad y la inmoralidad en grado superlativo, había un gobierno con un programa de cambio. El hambre atávica se comió las buenas intenciones.

Esa generación fue débil en la creación de corrientes literarias, dramaturgias, artes plásticas, música. Quizá más certero sería decir que fue un retroceso en las expresiones culturales. La pre- fabricada generación Evo fue más una expresión de violencia que de pensamiento.

Ante las tareas inconclusas de las generaciones del 900, del 25, del 2000, ¿qué propuestas circulan? Hay narrativas, incluso algunas distorsionando la historia, con miradas cortas y auto referenciales, regionales o étnicas, que no tienen visión de país y de modernidad. Todavía no aparece la generación crecida en este cuarto de siglo que reemplace a los moribundos rostros de candidatos para agosto de 2025.

La autora es periodista

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