En los círculos de intelectuales, pensadores y analistas es común escuchar como cada individuo desde su formación, posición política y experiencia personal intente vislumbrar los próximos acontecimientos de la realidad nacional, hace mucho estoy acostumbrado a realizar este ejercicio de análisis junto con otras personalidades, compartiendo ideas y debatiendo para de esta manera ajustar nuestro actuar y adelantarnos a los hechos.
La situación actual de Bolivia prácticamente ha impedido el seguir, por así decirlo, jugando a los brujos que avizoran el futuro, la rapidez con que suceden los hechos, la imprevisibilidad del comportamiento de los actores, sumado a situaciones de alto riesgo como ser la crisis económica, la crisis energética, el surgimiento de grupos paramilitares en el chapare, hacen imposible teorizar sobre el posible acontecer durante nuestro año de bicentenario.
Por ello decidí comenzar esta columna mensual, en donde deseo aportar mi perspectiva en el muy corto plazo, para que, en el tiempo, la sumatoria de estos escritos mensuales con suerte puedan aportar a desenmarañar para las futuras generaciones una etapa tan caótica como la presente, con esta introducción comencemos.
Durante los últimos días vemos como el gobierno a cargo de Luis Arce de manera estratégica dio comienzo a una cacería de brujas con respecto a los altos cargos del lado evista del gobierno de turno, varios miembros de su cúpula, como el diputado Héctor Arce han sido arrestado como consecuencia del paro suscitado en la primera mitad de noviembre, así como las órdenes de aprehensión del nefasto personaje que es Ramón Quintana, entre otros, esto da a mi parecer a la fecha un mensaje claro, que la voluntad del actual dignatario pasa por lograr la reelección en el año 2025, pasando primeramente por asegurarse el control total de su partido y purgando a los opositores interna, para posiblemente culminar con la aprensión de su antiguo jefe, Evo Morales.
En la oposición ya se ve el inicio de los movimientos políticos, tras bastidores las transacciones electorales comienzan a tener lugar, aún así, todos estos reyes pequeños considero se sobreestima en sus capacidades tanto de propuesta, así como de convocatoria, Manfred Reyes Villa parece que será el Camacho del 2024, apuntando a establecer su feudo en Cochabamba, pues sus últimos movimientos por lo pronto denotan una incapacidad de brindar una opción nacional.
Viejos políticos como Samuel Doria Medina y Branko Marinkovic, intentan volver a ganar relevancia, procurando enarbolar banderas como las liberales, que resalto existen hace siglos, las cuales nunca antes se levantaron hasta la fecha en unas elecciones nacionales pero dada la coyuntura internacional esperan capitalizar.
Aún considero que es pronto para poder discernir las exactas alineaciones titulares de las diferentes unidades políticas con miras a las elecciones y como indique al inicio, la falta de previsibilidad solo nos dice una cosa, aún todo puede pasar.
La conclusión a la fecha es que claramente la política aún se mantiene bajo el yugo de la vieja guardia, ya sea en el bando oficialista o en el opositor, y que por el momento las opciones de un cambio tanto en lo político como en las instituciones de manera estructural está lejano.
El autor es Director Ejecutivo Generación Bicentenario