En el mes de septiembre la
Iglesia Católica nos regala dos hermosas fiestas de la Virgen María, el día 8
su Natividad y el 12 el dulce Nombre de María, que juntamente con la Inmaculada
Concepción el 8 de diciembre marcan los inicios de la existencia de la madre
del Salvador. Pero en la Sagrada Biblia no aparece mencionado el nacimiento de la Virgen María y ni siquiera su
genealogía, aunque los Evangelios de Mateo y de Lucas narran el nacimiento de
Jesús e incluso Lucas da detalles precisos sobre el nacimiento de Juan el
Bautista y sobre los padres de éste.
Esta omisión se explica en gran parte porque las primeras comunidades cristianas en Jerusalén y luego en la diáspora dentro del imperio romano centraron su predicación en la vida y la doctrina de Jesús, el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Además el mismo Jesús en su enseñanza no dio importancia a los lazos de parentesco. Lo que importa no es la maternidad carnal, sino la espiritual que brota de escuchar y poner en práctica la palabra de Dios (Mc 3,33-35).
Incluso Pablo, el gran misionero y teólogo, en sus cartas ni siquiera se refiere al nacimiento de Jesús salvo en una escueta frase: "Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción" (Ga 4, 4-5).
Sin embargo con el paso del tiempo la Sabiduría Divina inspiró a la Iglesia para conocer y profundizar el gran misterio de la relación entre Jesús, la Iglesia y la Virgen María. Como fruto de la oración y de la reflexión se ha ido desarrollando en base a la tradición bíblica y con la aprobación de la autoridad eclesiástica el papel maravilloso que ha tenido y sigue teniendo María en la historia de la salvación. Por ello la Virgen María es objeto de estudio apasionado, siendo la mariología una rama importante de la teología.
Pero sobre la fecha, el lugar y la genealogía y otros datos del nacimiento de María, no hay hasta ahora una respuesta totalmente satisfactoria que tenga en cuenta la historia y las ciencias bíblicas, incluyendo la arqueología. La fiesta de la Natividad de María se comenzó a celebrar más oficialmente a raíz del Concilio de Éfeso (431) que definió a María como la “Deipara”, literalmente “la que parió a Dios”. El Papa Sergio I a finales del siglo VII instituyó la fiesta el día 8 de septiembre. Sin embargo en la actualidad algunas revelaciones privadas de la misma Virgen María a varias personas videntes en Medjugorje (Bosnia Herzegovina), El Escorial (España) señalan el 5 de agosto como la fiesta de su nacimiento. Esta fecha coincide con la Fiesta de la Virgen de las Nieves, que se celebra en Roma a raíz de una nevada prodigiosa en esa fecha el año 352.
Sobre el lugar del nacimiento de la Virgen María tampoco hay una unanimidad histórica. Se suelen señalar dos lugares Nazaret y Jerusalén. Este último lugar estaría atestiguado por el llamado Protoevangelio de Santiago, un documento, ya conocido en el siglo II o III, que si bien no ha sido reconocido oficialmente dentro del canon bíblico, aporta datos verosímiles sobre el nacimiento y la infancia de María, algunos de los cuales como la presentación de la Virgen María en el Templo de Jerusalén la Iglesia ha incorporado a su tradición. El Protoevangelio narra cómo los padres de María, Joaquín y Ana, ambos muy devotos, al no poder tener hijos suplicaron a Dios poder tener descendencia, don que les fue concedido.
Respecto a la genealogía de María, el P. Alejandro Diez Macho, un estudioso de la Biblia, ya fallecido, investigando en el capítulo primero del evangelio de Lucas la frase en la que declara a Isabel, como descendiente de Aarón, el hermano de Moisés (Lc 1, 5), llega a la conclusión de que posiblemente María, al ser pariente consanguínea de Isabel, pertenecería a la estirpe sacerdotal. Con ello se establece una múltiple genealogía del mismo Jesús. Por ser jurídicamente hijo de José, el esposo de María, se le considera descendiente de David, cumpliéndose en Él las profecías mesiánicas.
Pero además, el autor de la Carta a los Hebreos inserta a Jesús en el orden de Melquisedec (Hb 5, 6), personaje bíblico que aparece fugazmente como el enviado de Dios, para mostrar cómo el Mesías inaugura el sacerdocio en la nueva Alianza. Pero este aspecto queda también más claramente subrayado si se considera que Jesús por parte de María era descendiente de Aarón, genealógicamente sacerdote según la antigua Alianza. Por voluntad del Padre fue constituido en la cruz como el nuevo Adán, único y eterno Sacerdote, y derivativamente María como la nueva Eva, Virgen Sacerdotal, mística Esposa de Jesús, miembro excelso de la Iglesia, pueblo sacerdotal, dentro del cual algunos varones son llamados para ejercer el sacerdocio ministerial en el nombre de Jesús.