Ir al contenido principal
 

Opinión

Más allá de los litiocontratos

17 de Febrero, 2025
Compartir en:

Como no soy Abogado de esa especialidad no estoy en condiciones de analizar al detalle los litiocontratos, si es que están disponibles para el soberano; pero… a la vista de la siempre saludable polémica al respecto, pues ya que nos estamos por comprometer por unos buenos años, hay mucha plata de por medio y como están las cosas, tal vez sea el último recurso natural que nos queda luego del despilfarro del MASismo (en cualquiera de sus versiones) y nuestra crómica lógica extractivista; me está siendo difícil huir de algunas de estas cosillas que las encaro solamente desde el sentido común, el menos común de los sentidos.

Parte de las críticas que se están haciendo a esos contratos ya suscritos por el ejecutivo y en trámite de validación legislativa tienen que ver con que se dice que sus cláusulas técnicas y financieras favorecen a las empresas extranjeras inversoras, minimizando sus riesgos y maximizando sus ganancias, incluso a costa de la rentabilidad que -se anhela- nuestro país debiera lograr y también, que sus condiciones de transferencia de la tecnología a aplicar, resultarían desfavorables para el país.     

Si bien como dejé sentado no soy experto en la materia, ni siquiera en contratos y peor en los de ese tipo; advierto que al menos en esos dos aspectos que son parte importante de las críticas que se están formulando de parte de expertos y/o de bien intencionados ciudadanos que miran con profunda desconfianza el desesperado afán del gobierno para hacerlos aprobar ya no más ¿habrá otros intereses no muy sanctos por detrás, al margen de lo que se indica para la platea casi a título de ruego? existe algo de razón, pero…habría que escudriñar sus reales causas, más allá de nuestros buenos deseos.

En ese sentido, dando por sentado que ambos aspectos son acertados; insisto que habría que reflexionar en sus causas que a mi juicio no están revelando o mejor, confirmando, la debilidad crónica del estado boliviano pomposamente discurseado como soberano y cuasi autosuficiente. Nada más alejado de la cruda realidad como nos prueba más allá de duda razonable esos contratos, impuestos en esas sus condiciones y otras por esas “transnacionales” como gustan decir muchos, pues sencilla y llanamente Bolivia no tiene el suficiente músculo financiero ni tecnológico como para poder negociar en planos de igualdad con aquellas empresas o, ni siquiera necesitarlas y emprender la explotación del -dicen- oro blanco por nuestra cuenta. Eso fuera soberanía pues.

En el ámbito financiero, no tenemos los dólares o euros constantes y sonantes como para poder financiar esos emprendimientos que requieren de fuertes inversiones y lamentablemente, nos tenemos que deglutir sin agüita los demagógicos discursos de plazuela de soberanía, etc. A muchos no nos gustara esa cruda realidad, pero no por ello deja de ser evidente. Si fuéramos soberanos en esos ámbitos, no necesitaríamos acudir rogando a las “transnacionales” y menos de sus cláusulas contractuales impuestas, así sea con vaselina o con la “ayuda” -que sabemos, no es nada interesada- de sus operadores. Se habla de un tal “Marcelitio”…

E incluso (sigo con las malas evidencias, van a disculpar) de tener esos Washingtones en cash en nuestras arcas y más allá de analizar si valdría la pena destinarlos en cantidad a esos riesgos; tampoco tenemos el know how para explotar esos yacimientos. Aplazo del sistema educativo especialmente universitario y posgradual, pues pese a saber que tenemos esos inmensos y bellos salares, no hemos tenido la capacidad ni la visión suficiente para formar una legión de profesionales capacitados para encarar esos desafíos tecnológicos que, por supuesto, tienen también que ver con la tan cacareada soberanía. 

Y es que (continúo con las malas) esa tan cacareada soberanía no se trata de discursearla en plazuelas, parlamentos, medios u otros sitios plácidos para la demagogia, sino implica además de cambiar nuestro chip, de aplicar políticas públicas de laaargo plazo, qué sin caer en esos delirios totalitarios demostrablemente fracasados del obeso estatismo, sienten las bases para el desarrollo tecnológico y financiero, lo que implica obviamente facilitar la sinergia de lo privado sumado a lo estatal. 

Otro fracaso más del plurinashonal y conste en obrados, no estoy propugnando que le metan no más con la aprobación de los litiocontratos; pues a propósito de fracasos, también el gobierno -pese a sus muy pero muy sospechosas urgencias de lograr como sea su aprobación- está fracasando también en su proceso de validación. No hubo consulta previa, menos transparencia en sus contenidos a lo que habría que sumar que no está pudiendo convencer con absolver adecuadamente las múltiples críticas surgidas de los que saben. El soberano sospecha lo peor y el río está sonando y mucho. MANDELA decía: “Sólo los hombres libres pueden negociar; los presos no pueden firmar contratos”. ¿Lo seremos como estado?...     

Arturo Yañez Cortes