“Porque creo que el drama del hombre no es el de la vacilación frente a una dualidad; no nos habita ni siquiera una duda; no nos habita nada: estamos deshabitados. Pero no en el sentido en que está una casa, no; ella sabe lo que antes albergaba; sus paredes conservan, aunque sea en forma de manchas, la huella del que vivía en su interior; sabe el nombre que debe darle a su vacío; lo que necesita para llenarlo. El nuestro es distinto. Se trata de una oquedad absurda, ciega e irreparable. Nuestro vacío es total y anterior a nosotros mismos; y, pienso, nos sobrevivirá...”, le dice el padre Justiniano a Ducort, ambos personajes de la novela Los deshabitados.
Por medio de la obra Los deshabitados, podemos conocer como escritor al gran político Marcelo Quiroga Santa Cruz. La escribió a la edad de 25 años en Santiago de Chile, acompañando a sus padres en el exilio, y la terminó de escribir antes del nacimiento de su hija María Soledad. La novela aborda la historia de una clase media frustrada; como el propio autor señalaría, “es la historia del naufragio lento y silencioso” de unos seres “sin destino histórico” en una suerte de “predestinación al fracaso”, al que los personajes asisten con “relativa y amarga lucidez”, señala el periodista Juan Carlos Salazar. A través de esta obra se acerca al escrutinio del (sin) sentido de la vida y la soledad de los personajes a través de la exploración del mundo íntimo de cada uno. Ellos han perdido las ganas de vivir o sólo viven por la costumbre de hacerlo. Una tediosa cotidianidad desde que sale el sol hasta la noche confirma una sensación de vacío y futilidad. Como bien señalan los críticos literarios, es un testimonio de la soledad. El contexto para el escritor es la Revolución Nacional que se había dado en el país y, por tanto, hace referencia a la vacuidad de una clase media sin un norte y sin ningún sentido histórico, y en definitiva deshabitada.
Esta obra da un viraje a la narrativa de la novela boliviana, hasta entonces caracterizada por ser costumbrista e indigenista. Los deshabitados marca el inicio de una literatura intencionalmente innovadora en el ámbito de las letras bolivianas, viniendo a constituirse en un verdadero hito.
La novela Los deshabitados nos introduce en la faceta de literato y escritor de Quiroga Santa Cruz. La obra fue galardonada con el premio William Faulkner en 1962 a las mejores novelas hispanoamericanas escritas después de la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con el excelente recuento que hace Juan Carlos Salazar, Los deshabitados fue premiada junto con El señor presidente de Miguel Ángel Asturias, Coronación de José Donoso, Hijo de hombre de Augusto Roa Bastos, Los ríos profundos de José María Arguedas y El astillero de Juan Carlos Onetti.
Fue elogiada por el escritor mexicano Juan Rulfo, quien la consideraba una de las mejores novelas latinoamericanas. El escritor de Pedro Páramo había conocido a Marcelo Quiroga Santa Cruz en un Encuentro de Escritores Latinoamericanos, en Chile, y su capacidad de oratoria y la solidez de sus intervenciones impresionaron gratamente a Rulfo, quien años después le aconsejó en México: “Tienes que seguir escribiendo, tienes que seguir tu vocación”.
Asimismo, Julio Cortázar admiraba a Marcelo Quiroga Santa Cruz y destacaba su carácter de escritor relacionado a la política. Sintió mucho su asesinato. Hugo Rodas, el biógrafo de Quiroga Santa Cruz, señala que Cortázar “en su ponencia para la Universidad Veracruzana, en el año 1982, hace mención a Marcelo Quiroga Santa Cruz como escritor ejemplarmente certero cuya obra expresaba —como Macbeth de Shakesperare— la conciencia culpable de los militares bolivianos”.
Su hija María Soledad, ante la pregunta de si su padre era político o escritor, señala que “era ambas cosas, escritor y político. Aunque él se percibía como escritor, es lo que él hubiera querido ser”.
Un 17 de julio de 1980, asesinaron a Marcelo Quiroga Santa Cruz. Aquel día se ha convertido en uno de los episodios más aciagos y amargos de la historia del país. Hace 42 años nos arrebataron a uno de los personajes más ilustres, consecuentes y honestos que tuvimos en el siglo XX en Bolivia. Segaron la vida de quien era emblema de resistencia y de la crítica necesaria al poder. Los deshabitados nos muestra la pluma eminente de Marcelo Quiroga Santa Cruz y nuevamente reluce el lado humano de una persona íntegra y extraordinaria.
Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga