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Montó una bicicleta y manejó. No era una “bici” cualquiera, tenía una batería de Ión litio. No era un ciclista cualquiera, era el Presidente. Estallaron los flashes de la propaganda y el momento (17/02/2014) quedó registrado para la historia: Bolivia entraba a la era de la industrialización del litio. ¡Bárbaro! Luego nos enteramos que fue una mentira. Esa planta, ubicada en Palca, Potosí, no produjo ni una batería.
Cinco años después (02/10/2019), el mismo personaje apareció conduciendo un buggy. "Estrenamos el primer vehículo ensamblado con litio boliviano en Potosí que usará energía de las baterías de litio de Palca”, dijo en un tuit. Decenas de celulares se elevaron sobre otra decena de manos, activaron sus cámaras fotográficas y registraron otra mamada. ¿Cuántos de esos vehículos circulan hoy en el país? Ni uno.
Los medios de comunicación informaron que la planta piloto de Palca fue construida por la empresa china LinYiDake Co. con unos 4 millones de dólares. Debía producir 1.000 baterías de litio para celular y 40 para vehículos al día. ¿Alguien usa una batería producida en la planta de Palca? Ni evistas ni arcistas ni androniquistas.
Entre 2012 a 2021, el Estado boliviano asignó un presupuesto de 1.231 millones de dólares para la industria del litio en Bolivia. Sin embargo, la ejecución no pasó del 48% y el retorno en ventas llegó apenas a un 7%, señala un reportaje de la periodista Madeleyne Aguilar de La Nube.
Los datos se desprenden de un cálculo realizado por Gonzalo Mondaca, investigador del Centro de Investigación e Información de Bolivia (CEDIB) que estudió los documentos oficiales y memorias de la entonces Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE), hoy Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).
El 10 de agosto de 2012, el periódico La Razón informó que “el presidente Evo Morales Ayma dio inicio el jueves al proceso de industrialización del litio, con la inauguración de la planta semiindustrial de cloruro de potasio, ubicada en Uyuni, departamento de Potosí, con una inversión de $us18 millones”.
El 3 de enero de 2013, el diario Opinión difundió que el Gobierno boliviano “inauguró este jueves la primera planta piloto de industrialización de Litio en la localidad de Llipi, ubicada al sureste del municipio de Uyuni, departamento de Potosí, con capacidad para producir 480 toneladas de carbonato de litio anuales”. La obra costó 19 millones de dólares.
“Aquí tenemos el 90 por ciento de litio del mundo y de aquí a un tiempo vamos a controlar el mercado de litio del mundo”, dijo aquel día el vicepresidente de entonces Álvaro García. Ya pasaron 12 años de ese anuncio demagógico, ¿controlamos el mercado de litio del mundo?
El periódico digital La Nube constató en diciembre de 2023 que de 160 piscinas de evaporación solo funcionan 90 porque las otras 70 no fueron permeabilizadas. Diez años y mil millones despilfarrados después, “los iluminados del MAS” se dieron cuenta que el método de evaporación no sirve. En 2021, cambiaron al método extradición directa del litio.
El periódico Los Tiempos realizó el 5 de marzo de 2023 una lista de fracasos en la “industrialización del litio”:
La planta piloto de materiales catódicos costó alrededor de 4 millones de dólares y fue inaugurada en 2017. La construcción fue encargada a la francesa Greentech. Se había proyectado que produciría 82 kilos de litio manganeso óxido y 100 kilos de litio níquel manganeso cobalto.
En 2018 se inauguró la planta industrial de cloruro de potasio que costó 188 millones de dólares y fue instalada por la china CAMC Engineering Co. Se había anunciado que alcanzaría una producción de 700 mil toneladas al año, después se indicó que serían 350 mil toneladas. A mediados del año pasado, no superó el 25 por ciento de su capacidad.
Para 2019, se tenía previsto la inauguración de la planta industrial de carbonato de litio, construida con 115 millones de dólares por la empresa china Maison Engineering. Esta tendría una capacidad de producir 15.000 toneladas; sin embargo, lleva más de tres años de retraso en su conclusión.
En 2021, se inauguró el Centro de Investigación en Ciencia y Tecnología de Materias y Recursos Evaporíticos. La obra costó 14 millones de dólares y fue adjudicada a la china TBEA Group.
Tras esta cadena de ineptitud, el gobierno de Luis Arce firmó contratos con una empresa rusa y otra china. En medio de este escenario de corrupción e incapacidad, el despilfarrador Evo Morales vinculó a uno de los hijos de Luis Arce en un negocio familiar del litio. El sindicado rechazó la acusación y pidió pruebas.
Los dos contratos de litio están en la Asamblea Legislativa esperando ser aprobados por senadores y diputados. Representantes potosinos han denunciado que esos contratos son desfavorables al país porque cargan todos los gastos a los bolivianos y entregan todas las ganancias a las dos transnacionales. El gobierno intenta revertir la desconfianza de la gente. Con ese fin, controla la agenda de medios que poca gente cree, ve, lee o escucha.
Las evidencias demuestran que los gobiernos masistas fracasaron durante 18 años en la industria del litio. Reflejan que despilfarraron durante 18 años más de 1.5 mil millones de dólares. Prueban corrupción masista en nombre del litio durante 18 años. ¿Por qué tendríamos que creer ahora a Luis Arce que los contratos con chinos y rusos son favorables a Bolivia y transparentes?
El día que cayó el tirano Evo Morales (10/11/19), los masistas intentaron convulsionar El Alto mintiendo que la derecha “vendepatria” dio un “golpe” para entregar el litio a las transnacionales. Seis años después, la gente levanta el índice contra los verdaderos “vendepatrias”.
El autor es abogado y periodista