Ir al contenido principal
 

Opinión

La pachama-mística, ardid e instrumento en la política boliviana

14 de Abril, 2025
Compartir en:

La mística alude a un encuentro sublime, de orden mágico-religioso, entre el espíritu de un ser o un grupo humanos y alguna deidad o entidad mitológica. Las rutas señaladas para que ello ocurra son fundamentalmente la fe, la veneración, la contemplación y la práctica de las virtudes.

Se trata de un ámbito que, por su naturaleza vinculada con lo mítico, se ubica por fuera de la lógica y linda con lo indemostrable, con lo indecible, como afirmaba el filósofo Ludwig Wittgenstein. Por ello, constituye asimismo un terreno resbaladizo y altamente proclive a las expresiones de intolerancia, pues la más mínima observación al respecto puede llegar a ser inadmisible y hasta generar graves consecuencias.

De ahí que resulte complicado referirse a creencias y prácticas de ese tipo, en particular si se acude al sentido crítico, como lo hace el historiador y activista aymara Pedro Portugal Mollinedo en su reciente libro titulado El MAS y la degradación de la Pachamama en pachamamismo.

Sucede, como es de conocimiento público, que la devoción a la Pachamama, la Madre Tierra fue intensamente alentada por el discurso oficial de los sucesivos gobiernos del llamado Movimiento al Socialismo (MAS), pero terminó convirtiéndose en un cliché vacío de significado y solo aprovechable para simular un “enraizamiento ancestral” de personas, decisiones y acciones de aquel grupo de poder político, como también para legitimar la producción casi cinematográfica de “acontecimientos” destinados a la fabricación de una imagen propagandística for export.

A esa recurrencia no exenta de frenesí se la acabó nombrando como “pachamamismo”, noción sobre cuyos orígenes Portugal aporta importante información, con el propósito de poner en evidencia que consiste en una invención más bien actual que no tuvo presencia alguna en los pueblos andinos precolombinos, como tampoco en las precursoras organizaciones político-partidarias indianistas y kataristas de la segunda mitad del pasado siglo.

“Es un tipo de charlatanería anticientífica basada en pretensiones de genuinidad andina y con funcionalidad eminentemente política”, sostiene el autor del libro mencionado, quien además da a entender que en torno a tal construcción se conformó una suerte de secta (pro)gubernamental con los recursos capaces de ponerla en escena, lo mismo que fueron creados unos públicos creyentes, de militantes, fans e inclusive financiadores, integrados por miembros de los “movimientos sociales”, el “progresismo” latinoamericano, algunas organizaciones no gubernamentales y ciertos organismos de la cooperación internacional.

Pedro Portugal identifica como “raíces ideológicas del pachamamismo” otros dos “ismos”: el multiculturalismo y el posmodernismo, a los que considera estratagemas del pensamiento occidental –esto es, euro-estadounidense– para dar prosecución en la contemporaneidad a las formas de la vida colonizada.

En consecuencia, resulta interesante que una fórmula mitológica de aparente cuna originaria corresponda, en los hechos, a una propuesta interpretativa de grupos ajenos al mundo indígena (“criollos”, dice el autor), entre los que en los últimos años destacan varios de la izquierda que se habían quedado sin sujeto histórico tras la caída del Muro de Berlín en 1989 como debido a la expansión acelerada del proceso globalizador. Así, aquellos que antes cuestionaban la condición “pre-política” de los pueblos “atrasados” y a los cuales recomendaban seguir el camino civilizatorio occidental vía revolución, hallaron después en esa “ingenuidad” e “irracionalidad” una veta que, por la vía de la alabanza extrema, erigieron en un nuevo modelo de vida y de política que estaría en armonía plena con los ritmos y designios de la Madre Tierra.

El autor ejemplifica la retórica desarrollada al respecto –y escrita en idioma “posmodernés”, enfatiza– con estos párrafos del anteproyecto de la Ley de Derechos de la Madre Tierra que se aprobó en 2010:

“La armonía es equilibrio dinámico, es confluencia de la pluralidad y de la multiplicidad, es conjunción de lo diverso logrando la conformidad, la concordia, el concierto y la conciliación de los procesos inherentes, de las singularidades concurrentes, de los seres vivientes, de los seres humanos, las sociedades, comunidades. La armonía supone equilibrio con los ciclos cósmicos, la sinfonía con las estrellas y el canto de los pájaros, conforma la unidad con los animales, los cerros, los ríos, las plantas, generando la serenidad plena de la convivencia espiritual”.

De ese modo, en la perspectiva de Portugal Mollinedo, y sin que se tome en cuenta la existencia de pulsiones indígenas reales hacia el actual mundo mercantilizado y tecnologizado, afirma él, el discurso mítico externo se impone como un instrumento que refuerza la dependencia de las poblaciones nativas, a las que se atribuye una pureza atávica, primitiva, igual que una bondad superlativa, las cuales se habrían mantenido intactas y serían hoy el reservorio de soluciones para los más graves problemas del planeta.

Las tradiciones de respeto de la Pachamama quedan así desfiguradas, caricaturizadas, por lo que, al final, “lo indígena es pura ficción que se genera y acaba en la apariencia de la exteriorización ‘cultural’, sin influencia en la alteración de las relaciones de poder y de condiciones de vida”, remarca este autor.

Ese culto forzado de la Madre Tierra (la pachama-mística), que imagina un pasado idílico incontrastable, devino un recurso mistificador, es decir, de adulteración, y solo estuvo funcionando como herramienta de instrumentalización política para la consecución de los fines corporativos de un grupo –el del viejo y el nuevo MAS– que, hasta donde se ve, todavía no tiene previsto dejar el poder.

El autor es especialista en comunicación y análisis político