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Opinión

La escalada del conflicto, en el Medio Oriente

29 de Enero, 2024
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OMAR QAMASA GUZMAN BOUTIER

El trasfondo explicativo, en gran medida, del sentido de las guerras en desarrollo (Rusia – Ucrania, por un lado y Hamas – Israel, por otro), viene dado por la reorganización del orden global. Claro que tanto Rusia como Irán (patrocinador de Hamas), tienen sus propios objetivos en estas guerras, pero ambos coinciden en impulsar el reordenamiento global en base al desconocimiento del estado de derecho y a la democracia. Al contrario de todo aire democrático, ambos privilegian el uso exclusivo de la fuerza militar, tal como se hacían las cosas en la edad media. A su vez, digamos que la guerra en el medio oriente expresa, específicamente, la estrategia y los objetivos de Irán, dentro del proceso global. 

Así, la escalada del conflicto en el medio oriente es, grandemente, el resultado de la estrategia de Teherán. Estrategia orientada a posibilitar una exitosa inserción en el nuevo orden global. Para ello, la consolidación de su liderazgo, en el mundo islámico, constituye un importante objetivo parcial. En esta perspectiva de doble encadenamiento, los objetivos deberán complementarse, según la visión del islamismo radical, expresado por Teherán. 

Tratemos de pensar, por tanto, la relación entre Irán, su estrategia y el escalonamiento del conflicto, teniendo en cuenta al telón de fondo apuntado. Con todo, pese a la relación de objetivos podremos referirnos, entonces también a las particularidades de cada uno de ellos. 

Junto a señalar los objetivos iraníes (cuya finalidad, reiteremos, no es otra que la de un posicionamiento privilegiado, en el marco de la conformación de un nuevo orden mundial), puntualicemos el rol de Irán en el conflicto, así como la representación, dentro del mundo islámico, que asume. 

Además de patrocinador de Hamas -así como de varias milicias en la región (Hezbolá en el Líbano, los Huties en Yemen, etc.)-, Irán misma comienza a adquirir un papel cada vez más activo en la confrontación bélica. Se trata de un cambio cualitativo -éste de pasar de patrocinador a participante- que habilita canales institucionales de Estado, gracias a los cuales el conflicto comienza a deslizarse en un nuevo ámbito, como es el del relacionamiento internacional a nivel estatal, de estos actores. También supone que a través de tales canales se amplía el alcance de la emisión ideológica estatal iraní. Con ello, por tanto, ingresamos a la segunda puntualización 

La división en el islam se expresa, de manera general, entre zuníes y shiitas; manifestada esta última fracción en nuestros tiempos, en Irán. Se entiende que la rivalidad entre estas fracciones gira, en último término, en torno a la disputa por el liderazgo, sobre el conjunto del islam. Se trata de una disputa originada en los primeros siglos de vida del islam. A lo largo del tiempo, ella ha adquirido diversas manifestaciones. Hoy en día esa disputa, en gran medida, se refiere al respaldo y a la protección al pueblo palestino. 

En este orden, los objetivos que forman parte de la estrategia de Irán pueden agruparse bajo dos criterios: los objetivos políticos dentro del mundo islámico y los objetivos geopolíticos, durante el proceso de reordenamiento global. La relación entre ambos es complementaria, pero no necesariamente condicional. Eventualmente, el liderazgo iraní en el mundo islámico no sólo supondría la conversión del país de los Ayatolas en potencia de primer orden sino, consiguientemente, optimizaría las posibilidades para un futuro posicionamiento privilegiado, en el nuevo orden mundial en conformación.  

Añadamos, por otra parte ahora, que en la escalada del conflicto deben considerarse varios elementos. Primero, el de los actores involucrados; segundo, el escenario geográfico del conflicto y por último, la tecnología militar. En torno a los actores directos (Hamas por un lado e Israel, por otro) se adhirieron varios actores indirectos como son las milicias pro-iraníes, esparcidas principalmente por el Líbano y Yemen. En el otro caso, los actores indirectos adheridos son Estados Unidos (EEUU) e Inglaterra, principalmente. Junto al número de actores involucrados, también debe considerarse la ampliación del escenario del conflicto. Las acciones militares fuera de la franja de Gaza -aunque referidas a este conflicto inicial- se incrementan al punto de comenzar a formar una constante; como puede observarse en el mar rojo. 

Pero lo verdaderamente llamativo en el proceso de escalonamiento del conflicto está dado por la aplicación militar de las novedosas tecnologías. Aquí, el desarrollo de la tecnología militar, al igual que en la guerra en Europa, no es resultado de pausados trabajos de laboratorio sino, antes de las necesidades reclamadas desde el campo de batalla mismo. Este hecho tiene tres efectos. Por un lado, acelera el desarrollo de la tecnología militar y por otro, acerca el uso de esta tecnología no únicamente a la disponibilidad de los actores en conflicto sino, tercero, acerca también el tiempo bélico al empleo de la tecnología militar mantenida todavía, estratégicamente, en reserva. 

No puede ponerse en duda, por tanto, el hecho concreto que en ambas guerras, a su manera, ha escalado el conflicto. Este escalamiento cuestiona la validez de la hipótesis de las “guerras híbridas”, que algunos analistas militares formulan, para caracterizar ambos conflictos. La hipótesis de las “guerras híbridas” sugiere que ambos conflictos no alcanzan las grandes dimensiones del despliegue casi ilimitado de soldados y armamento. Efectivamente no veremos ya esos apoteósicos despliegues y esas épicas batallas liberando San Petersburgo, pero ello no quiere decir que la letalidad y la precisión de la que dispone la industria militar de los países en conflicto, no tengan, al menos, los mismos efectos. Esta realidad equipara, pues, fácilmente los conflictos actuales a los alcanzados por los grandes despliegues en las guerras del siglo pasado. 

En la escalada de los conflictos bélicos en curso, por tanto, el elemento central a considerar es el de la tecnología militar antes, incluso que el número de soldados desplegados. Se entiende que esta escalada no se encuentra concentrada en uno de los polos de los actores (es decir, hoy por hoy no es EEUU lanzando bombas atómicas sobre Japón), sino, con más o menos diferencias, se encuentra esparcida entre todos los actores. 

Una segunda conclusión general se refiere a los “bloques” en los que, grosso modo, pueden agruparse los actores. Recordemos que el contexto epocal viene dado por el reordenamiento global. La manera en que los actores en guerra encaran este proceso nos habla de la agrupación entre países con principios democráticos y de países antidemocráticos. En este sentido, es del todo válido hablar del enfrentamiento entre los modelos democráticos de vida y modelos antidemocráticos. Para este último caso la convergencia no supone calificarla, claro, de alianza alguna, sino de la unidad por conveniencia. Unidad débil, como no podría ser de otra manera ya que sus actores no respetan ni la libertad, ni los derechos de nadie y, por lo tanto, no tendrían que hacerlo con los de sus ocasionales compañeros de ruta. 

El autor es sociólogo y escritor

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