No es un secreto para nadie que Andreas Kalcker es un charlatán y que ganó reconocimiento en Latinoamérica gracias a la pandemia del Covid-19 y su supuesta cura milagrosa: el dióxido de cloro. Bolivia no quedó exenta de las pseudociencias e incluso se promulgó una ley para su uso. Diferentes personajes salieron en defensa del CDS y sus supuestas capacidades curativas mágicas, entre ellos la periodista Karla Revollo, que es parte de los “desinformantes” del continente, y John Arandia, quien afirma que se curó del Covid-19 gracias a su consumo. No existe ningún estudio revisado por pares que demuestre que el dióxido de cloro tenga la capacidad curativa milagrosa que menciona Kalcker. Desde el sida, la diabetes, el autismo, la gripe, el cáncer y un largo etcétera de enfermedades, el dióxido de cloro es presentado como la solución. Este embuste es fácilmente perceptible y ningún médico ni científico serio caería en la charlatanería de tales prodigios curativos.
El Ministerio de Salud incluso hizo pública la farsa y afirmó que es peligroso consumir el dióxido de cloro para la salud, informando incluso de una muerte por su ingesta. Debemos recordar que los seguidores del dióxido de cloro también son antivacunas y al comercializar su producto, que no cuenta con ningún registro ni con estudios que respalden las maravillas que es capaz de realizar, cometen un delito contra la salud pública. A pesar de toda la información disponible al respecto, resulta inimaginable que las autoridades académicas de la Escuela Militar de Ingeniería hayan condecorado a Andreas Kalcker, produzcan dióxido de cloro al 99% y lo comercialicen. No contentos con ello, hace unos días firmaron un convenio para utilizar el CDS con fines militares y de investigación. Parece que en la EMI han olvidado que el dióxido de cloro es un blanqueador industrial y que se utiliza para limpiar telas e instrumentos quirúrgicos, entre otras cosas.
Jim Humble es el creador del dióxido de cloro como medicamento milagroso, que inicialmente llamó MMS, que se traducía como solución mineral milagrosa. Para evitar conflictos con la justicia en Estados Unidos, creó su propia iglesia, la Genesis II de la Salud, y el consumo y uso del CDS es parte de sus sacramentos. Uno de sus obispos y principal vendedor del producto en Europa y ahora en Latinoamérica es Andreas Kalcker. Se amparan en teorías de la conspiración según las cuales las farmacéuticas ocultan las capacidades curativas maravillosas del CDS y todos los que promueven el producto son una especie de mesías que buscan el bien de la humanidad. Utilizan un discurso populista en el que manipulan magistralmente la idea de amigo-enemigo.
La producción de dióxido de cloro, los supuestos estudios que realizan y su aplicación, así como la firma del convenio de trabajo conjunto con la Fundación Andreas Kalcker por parte de la Escuela Militar de Ingeniería, nos muestran cómo un miembro del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana cae ingenuamente en el encanto de los charlatanes. Es una muestra de la decadencia de la academia y debería llamar la atención a la sociedad en su conjunto. Si esto continúa sin crítica por parte de los pares académicos o de la prensa, se abrirá el camino de la superstición y se dejarán de lado los avances de la ciencia. El Colegio Médico de Bolivia, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación y los colegios de profesionales deberían dar su posición al respecto. Los actuales directivos de la EMI deberían repensar su accionar por el perjuicio que causarán no solo a la población, sino también al daño a la universidad boliviana en su conjunto.
El dióxido de cloro y su uso medicinal son una muestra de nuestra sociedad y su nivel educativo. Es una situación peligrosa y negativa que debemos modificar y una muestra de la improvisación y de las salidas fáciles y rápidas de las autoridades.
Jorge Roberto Marquez Meruvia es politólogo