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Opinión

La elección del bicentenario

18 de Octubre, 2023
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JORGE ROBERTO MÁRQUEZ MERUVIA

Lejos queda la elección de 1985 del siglo XX, posiblemente la podamos destacar como una de las más importantes del país. La papeleta multicolor con dieciocho partidos diferentes, de los cuales cuatro representan al Movimiento Nacionalista Revolucionario; Bolivia Libre, como parte del Frente del Pueblo Unido, escisión del Movimiento de Izquierda Revolucionaria; la participación de la Falange Socialista Boliviana; el Partido Socialista - 1 y el Partido Obrero Revolucionario, con su dirigente histórico, Guillermo Lora, como candidato a la presidencia. La hiperinflación galopante del gobierno de la Unión Democrática y Popular, tras la desdolarización encabezada por Ernesto Araníbar, quien ocupó el cargo de Ministro de Finanzas, Planeamiento y Coordinación en el gobierno de Siles Zuazo, es una muestra de que la ideologización de la realidad puede tener resultados catastróficos. La ilusión terminó enterrando la revolución. Una fuerte oposición parlamentaria y los mineros en las calles, con una Central Obrera Boliviana liderada por Juan Lechín, fueron el escenario perfecto para que el presidente Siles ingresara una vez más, desde la máxima investidura de la república, en una huelga de hambre. Tras los buenos oficios de la Iglesia Católica, el presidente renunció a un año de su mandato.

Las elecciones generales de 1985 se llevaron a cabo el domingo 14 de julio. Los resultados fueron los siguientes: Hugo Banzer Suárez de Acción Democrática Nacionalista con el 32% de los votos; Víctor Paz Estenssoro del Movimiento Nacionalista Revolucionario con el 30% de los votos; y Jaime Paz Zamora del Movimiento de Izquierda Revolucionaria con el 10% de los votos. Ninguno de los candidatos logró tener más del 50% de los votos y fue el Congreso quien eligió al presidente, tal como lo mandaba la Constitución de la época. El 6 de agosto, Víctor Paz Estenssoro juraría como presidente para su último mandato. El 29 de agosto se dio a conocer el Decreto Supremo 21060, que acabaría con la hiperinflación, y del que en el anecdotario quedarían frases que siguen en la memoria colectiva: “Bolivia se nos muere” del presidente Paz Estenssoro en un mensaje a la nación, y la de Gonzalo Sánchez de Lozada con “o cerramos COMIBOL o cerramos Bolivia”, cuando ocupaba la cartera de Planeamiento y Coordinación.

El periodo de 1985 a 2005 nos mostró las grandes reformas del Estado, la ley de Participación Popular que terminó con las confederaciones de desarrollo regionales y que entre sus luces y sombras acercó el Estado, por medio de municipios, a los ciudadanos. La Capitalización de las principales empresas estatales con capitales extranjeros, sin dejar la participación de los bolivianos, dio como resultado el Bono Solidario, conocido como BONOSOL, y que se mantiene hasta nuestros días como Renta Dignidad. No podemos olvidar la promulgación de la Ley de Hidrocarburos por el presidente del Senado, Hormando Vaca Díez, que fue la base de la nacionalización y que al parecer cumplió su ciclo. También se abrió el periodo del idealismo y de la apolítica, encabezado por el primer gobierno de Carlos D. Mesa Gisbert, que continúa hasta nuestros días; la Ley de Agrupaciones Ciudadanas es la muestra de la desarticulación del sistema de partidos. Esto fue la base para que el Movimiento Al Socialismo se convierta en el partido hegemónico.

Ante una oposición fraccionada y con base en alianzas, y un Movimiento Al Socialismo que parece participará dividido en la elección general del bicentenario, los electores tienen muy pocas opciones. Evo Morales y Luis Arce intentarán no solamente ser los representantes del bloque popular, sino también de las clases medias, y por el momento son los dos únicos candidatos que toman la posta. La oposición espera con cautela cuando la agenda política es marcada por el partido de gobierno y sus peleas internas. El congreso de Lauca Ñ o el Cabildo en El Alto van a demostrar la ley de hierro de la oligarquía, donde la facción del jefe histórico puede tener una pequeña ventaja contra el presidente del país. Por su parte, la oposición una vez más corre contra el tiempo para generar un proyecto alternativo, definir su ideología y tener la capacidad de ejercer control electoral en todo el país.

¿Qué proyectos nos esperan para la elección del bicentenario?

El autor es politólogo

 

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