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Opinión

La ciudad de la vergüenza

26 de Agosto, 2024
MARCO ANTONIO SAAVEDRA MOGRO
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Por lo menos la teoría fundamenta que la provisión de bienes públicos en tanto resultado de las preferencias sociales de la población de una ciudad o como producto exógeno de las capacidades de gobernanza municipal responden a las capacidades estatales adecuadamente desarrolladas; naturalmente preferencias y capacidades se entretejen para una adecuada provisión de bienes públicos, o lo que es lo mismo, niveles adecuados de demanda y de capacidades gubernamentales determinan una provisión de bienes públicos satisfactoria (Ziblatt, 2015). 

Las ciudades bien gestionadas tienen más cosas, mejores servicios, hacen más cosas para mejorar la calidad de vida de su gente. Una buena gestión pública no solo se rodea de los mejores cerebros (think tank), también produce resultados con hacedores de políticas orientados a la acción (do tank). En pocas palabras un buen gestor público y un buen liderazgo político consolida redes integradas de expertos en políticas públicas en sus respectivos gobiernos locales y promueven el conocimiento institucionalizado; debate públicamente, analiza de manera sistemática los problemas de la ciudad y sus soluciones a largo plazo, es decir, se promueve y se persigue incesantemente la gobernanza democrática para la felicidad de sus habitantes.

El Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (GAMLP) ofrece un contexto empírico útil de lo que no se debe hacer y de lo que no se puede permitir de una gestión pública deficiente en términos de productos y deplorable en términos de dirección ético moral; dadas las evidentes señales de retroceso y de conversión de la ciudad en una ciudad de la vergüenza, pues todo lo hecho en las últimas dos décadas de “milagros” de la gobernanza moderna (el buen uso de los recursos fiscales, el conocimiento institucionalizado  y el profesionalismo con vocación de servicio a la comunidad) han sido destruidas en acciones irrelevantes de un alcalde baladí, que fue electo en un arrebato de antimasismo irracional de los electores paceños. 

Si un ciudadano recorre la ciudad advertirá que tienen menos cosas y se hacen menos cosas por su gente que cualquier otra ciudad del país. El bajo nivel de provisión de bienes públicos y el alto nivel de incompetencia y corrupción muestra que hay dos momentos que está viviendo la ciudad y que requieren descomponerse para un análisis aproximado de lo que realmente está sucediendo al interior de ella: uno es el estado calamitoso de la gestión pública en el GAMLP y, el otro tiene que ver con quien (o quienes) la están empujando hacia su ruina.

La gestión pública en el GAMLP en términos de resultados (outputs) y de incidencia política (outcomes) son nulos al punto de haber consolidado la gestión del actual alcalde, sus concejales y su equipo de gobierno una imagen vergonzosa, han hecho de la ciudad de La Paz la ciudad de la vergüenza. A más de tres años de una pésima gestión municipal las consecuencias son el abandono de la infraestructura de la ciudad, el uso corrupto e ineficiente de los presupuestos públicos, la captura del espacio público municipal por intereses privados y grupusculares, la pérdida de confianza ciudadana en la actual gestión municipal y el indetenible retroceso del GAMLP en términos de desarrollo urbano comparado. La gente está enfadada con el alcalde, con sus concejales y con sus colaboradores en el Ejecutivo Municipal (aquí cabe hacer una honrosa mención a la concejala Yelka Maric que ha comprendido a cabalidad el significado del servidor público que debe estar al servicio de su comunidad y, está librando en solitario una dura batalla contra la corrupción municipal).

Hay una especie de desesperación colectiva para que el alcalde y su nocivo entorno se vayan cuanto antes, sea que fuera a sus casas o a la cárcel en el marco del debido proceso (personalmente considero que debe suceder esto último), dado que es la única manera de hacer frente a la cleptocracia y a las múltiples catástrofes que le han ocasionado a la institución municipal y a la propia ciudad que desgraciadamente es rehén de una chusma desvergonzada. Todos los males por los que atraviesa la ciudad se han combinado cual si fueran una formula venenosa; se trata de un problema de gravedad que la ciudadanía debe de tomarlo en serio, debe tomar conciencia y actuar movilizándose, pues en lugar de trabajar por el bien común el alcalde y sus adláteres se esmeraron por instalar en el GAMLP una torpe maquinaria de corrupción y abuso de poder, una red de personas dedicadas a enriquecerse pronto e inescrupulosamente en abierto perjuicio a la comunidad, a los vecinos y ciudadanos que todavía esperan un cambio radical para mejorar su calidad de vida.

Nunca terminamos de aprender del gran sabio que trasciende los tiempos y todo espacio y, del que Dante Alghieri se refería como “Aristóteles, el maestro de los que saben”. Aristóteles en Política (Pol., 1270b, 14-19) se refería al politicastro de la siguiente manera “Sucedió que un hombre completamente miserable ocupó el cargo, hombre que, debido a su pobreza, solía ser con facilidad comprado […] ciertos éforos (los cinco éforos elegidos por el pueblo para un año eran los gobernantes verdaderos en Esparta) fueron corrompidos con dinero y, en la medida en que estaba en su poder, arruinaron a todo el Estado”.

No hay palabras para describir los estragos que puede ocasionar un politicastro. El alcalde de La Paz ha subastado lo público a intereses empresariales diversos, ha refeudalizado el GAMLP que está controlado por distintos grupos que generan ganancias ilícitas a costa de recursos públicos municipales y, habiéndose consumado un sistema de corrupción tutelado por sus enemigos del gobierno y en la medida en que la institución municipal continue en manos de una chusma desvergonzada, no se puede esperar más que una alcaldía arruinada moral y materialmente.

Sabemos que el actual alcalde llego a ser burgomaestre con el voto antimasista (al igual que el gobernador de La Paz, aunque ambos se hayan convertido en lacayos insignificantes del gobierno del MAS). Son días sombríos para la ciudad de La Paz, hoy convertida, reitero, en la ciudad de la vergüenza debido a su indetenible retroceso moral y material; la larga lista de escándalos y denuncias de corrupción han convertido a la gestión municipal en una invitación a la prostitución y, tienen en su alcalde a un politicastro adicto a lo peor y a lo más despreciable, que se ocupa de “ganar” popularidad haciendo Tik-Toks tóxicos, asistiendo con esmero a prestes y fiestas patronales y entrometiéndose en asuntos de Estado que no son de su competencia, mientras los funcionarios municipales han sido corrompidos con dinero (porque como diría uno de sus burócratas, sus sueldos de jerarcas no les alcanza para pagar los estudios de sus hijos en caras universidades del extranjero, por lo que se ven obligados a generar ingresos ocultos, coimas, diezmos, aportes al partido, venta de cargos, etc.); robándole en suma, la educación, la salud, la seguridad y la calidad de vida a los barrios más pobres de la ciudad y atizando el resentimiento de la turba que clama por mano dura.

En la gestión del alcalde municipal todas las cosas malas se juntan cual si fueran una formula venenosa: la demagogia edil, la opinologia entrometida de la MAE en asuntos de Estado que no le corresponde, cuando la ciudad se cae a pedazos y que es su obligación trabajar por ella, hacer obras para ella, la mala gestión edil salta a todas luces, la corrupción patológica también; el reclutamiento de su burocracia está basado en un neopatrimonialismo ramplón y su actitud de burla frente a la fiscalización parlamentaria y del propio Concejo Municipal muestra un claro desprecio por la Constitución y las leyes.

La ciudad de manera vergonzosa es prisionera de las corruptelas instaladas en el GAMLP que es un deber ciudadano resistir, desobedecer, combatir y derrotar; es hora de que los chicos buenos de la ciudad alcen su voz, reconquisten su ciudad y retomen el buen gobierno para hacer lo correcto y lo justo (fairness). Recuperar nuestra ciudad significa pensar bien pero también hacer lo recto, no solo es cuestión de contar con los mejores servidores públicos (think tanks) sino también de hacer gestión pública creativa (do tanks), es decir, crear centros de investigación y pensamiento orientados a la acción, a la buena gobernanza, a mejorar la capacidad de gobernar y, a vigilar y castigar la corrupción patología y controlar la desinformación. 

Si bien el desmantelamiento de la infraestructura y de la institucionalidad son un proxy (conexiones terciarizadas no siempre claras entre clientes/ciudadanos y servidores públicos) para explicar el calamitoso estado de la ciudad, hay otras variables explicativas que concurren para dar cuenta de una ciudad mal gobernada y de la mala gestión del alcalde, donde su personalismo es la impronta de lo que nunca se debe hacer en la gestión pública. El único peor enemigo es aquel que ha dejado la ciudad como la ciudad de la vergüenza a ojos de todos los paceñ@s y no paceñ@s y, defender la ciudad supone desplegar la movilización activa en las calles y la acción directa en las oficinas públicas.

El autor es politólogo y abogado, Docente UMSA.