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Opinión

Irán, el terrorismo y la crisis global

16 de octubre, 2023 - 00:00
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OMAR QAMASA GUZMAN BOUTIER

El ataque del grupo terrorista islámico Hamás, el pasado 7 de octubre, a Israel ha elevado la tensión mundial, revelando la estrategia del Estado terrorista iraní (patrocinador de Hamás), en el contexto de la crisis global. Sin embargo, saltimbanqui integral, la arremetida terrorista en contra de la población civil israelí trata de mostrarse ahora como una acción de la resistencia del pueblo palestino. Los propagandistas del terrorismo islámico radical pretenden, infructuosamente, borrar las huellas de Teherán y el fundamentalismo islámico, en este manotazo. ¿Cómo se desencadenó esta absurda aspiración? 

La crisis global, dentro de la que actúa el terrorismo internacional es, en último término, la manifestación de una crisis civilizatoria. Esta crisis remite, pues, a los fundamentos que guiaban las relaciones económicas, comerciales, políticas, así como a las instituciones internacionales que debían expresar la gobernanza global, en base a normativas que orientasen dichas relaciones. Por su parte, el terrorismo internacional (ya sea preponderantemente religioso como el de los Ayatolás de Irán, expansionista como el de la Rusia de Putin o delincuencial a secas, como el de Corea del Norte) ha optado por la guerra como forma privilegiada de su actuar, para posicionarse de manera importante en el plano mundial. 

La crisis global abarca, en lo básico, los campos de la economía, el comercio, la democracia, así como el de las normativas que debieran orientar las relaciones internacionales. En lo profundo, pero, abarca los principios y valores (la libertad, la tolerancia a la diversidad, etc.), es decir, en conjunto, abarca a los fundamentos de una forma civilizatoria. 

Entre estos fundamentos destaquemos aquellos que expresan la lógica del capital, como los referidos a la creación de valor y la subsiguiente generación de plusvalor, el de la competencia entre capitales y el de la constante metamorfosis del capital, a lo largo de su rotación. Para sorpresa de algunos, incluso entre los regímenes que se asumen como “socialistas” (en particular los gobiernos latinoamericanos de la izquierda delincuencial) o como antioccidentales (i.e., para el caso, anticapitalistas), los regímenes del radicalismo islámico, se esfuerzan por preservar esos principios del capital. Es evidente que en la base de la evolución del capital se encuentra el desarrollo tecnológico, no cuestionado ni por “socialistas” ni por los líderes “religiosos” del extremismo islámico. Con el cambio de la tecnología analógica a la tecnología digital, tenemos que la humanidad ha cruzado un umbral que ahora la coloca ante un panorama tan vasto como para cuestionar, en los hechos, los principios vigentes de la civilización. 

Más allá del debate ideológico que presupone la discusión en torno a tales principios, es importante puntualizar la manera en la que los regímenes totalitarios delincuenciales actúan en esta coyuntura histórica. Han optado, sin disimulo, por desconocer todo derecho (a la vida, a la libertad, a la diversidad, a las normativas internacionales, etc.), por medio de la agresión militar. La invasión de Putin a Ucrania o la incursión de Hamás (organización patrocinada por Irán) a territorio israelí, son la puesta en práctica de la opción por la que optaron tales gobiernos. 

Para posicionarse en el plano global, Moscú y Teherán simplemente patean el tablero y siembran la tierra de conflictos militares. Apoyados en objetivos implícitos (el expansionismo ruso y el fundamentalismo islámico, respectivamente), apenas se han tomado la molestia de procurar legitimar sus acciones. Al primero le bastó señalar sentirse amenazado por Europa, mientras que el segundo y su brazo operativo (Hamás), extendido en Palestina, ni siquiera necesitaron buscar demasiado, por motivos creíbles. 

Desde el punto de vista de la historia moderna palestina, la no existencia del Estado palestino y el aumento de colonias israelíes en Cisjordania -territorio palestino- son datos fácticos sobre los que se asienta la acción terrorista del fundamentalismo islámico. Claro está que lo último que a los Ayatolás iraníes interesa, es la población palestina y su seguridad. Al contrario, así como Putin, en su aventura guerrera, considera a su propia población “material desechable”, así también para Irán la población civil palestina no tiene mayor valor, por lo que la expone a la represalia militar israelí, en busca de militantes de Hamás, luego de la acción terrorista del pasado sábado 7. 

En realidad, se trata de una artimaña que vimos en Latinoamérica, a las izquierdas delincuenciales poner en escena. En todos estos casos se busca aprovechar demandas históricas no resueltas, para instrumentalizarlas con la finalidad de expandir las políticas de intolerancia (es decir, del totalitarismo, del fundamentalismo religioso y del crimen organizado). Podríamos decir que se trata de una estrategia troyana, gracias a la cual el totalitarismo y la delincuencia se esconden tras demandas justas, con el fin de cobrar vigencia política. En estos juegos no está por demás decir que la no atención a demandas históricas es el resultado de la irracionalidad criminal de los halcones, de la otra vereda. 

Líneas arriba anotamos que vivimos una crisis civilizatoria, ahora completemos la idea que esta es una crisis “en su fase terminal” (el añadido es de Pedro Susz, crítico de cine e intelectual boliviano). En este período, las demandas sociales y nacionales no atendidas a lo largo del tiempo sirven de coartada a los gobiernos totalitarios, terroristas y delincuenciales, para posicionarse en el proceso de reordenamiento global en curso. 

Por ello, la disputa que apuran los tiempos que corren, se refiere al signo (democrático o totalitario) que el período de transición hacia un nuevo orden global y hacia un nuevo patrón civilizatorio, puede adquirir. 

El autor es sociólogo y escritor

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