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Opinión

¿III Guerra Mundial a la vista?

4 de Septiembre, 2024
OMAR QAMASA GUZMAN BOUTIER
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Aunque el conflicto en Europa tiene como trasfondo explicativo la ansiedad rusa por un ordenamiento global en el que juegue un papel preponderante, ese argumento resulta insuficiente para entender la perspectiva que, a través del escalamiento de la guerra, termine el conflicto en uno de carácter mundial. Insuficiente en varios sentidos: en el militar, en el político y en el económico. Conviene por ello profundizar en la complejidad que encierra la coyuntura mundial, abierta con la invasión rusa a Ucrania, en febrero del 2022. 

En torno al probable estallido de una Guerra Mundial (la tercera), se observa en la actual coyuntura el alistamiento preventivo de los diversos actores. En este orden, en la eventualidad de la III Guerra Mundial, ese alistamiento constituye la subfase inicial, dentro de un proceso mayor. En esta subfase, los factores que proyectan la situación hacia un conflicto de dimensión mundial cumplen un papel preparatorio. 

Comencemos apuntando que es la confluencia de múltiples causas la que tensiona la pugna, que bien puede sintetizarse entre un modelo democrático de vida y un modelo antidemocrático. En conjunto, causas, tensionamiento y diversos modelos de vida, configuran las condiciones de posibilidad para una posible III Guerra Mundial. 

Entre las causas tenemos unas que son implícitas y otras de carácter explícito. En las primeras destacan las motivaciones geopolíticas, en el contexto del proceso de reordenamiento global, así como las pugnas ideológico-religiosas. Mientas que en las segundas figuran el fortalecimiento y crecimiento de la Organización del Tratado del Norte (OTAN) (asumido por el dictador ruso Vladimir Putin como una amenaza a Rusia) o la autodefensa israelí ante la agresión del radicalismo islámico. Alrededor de estas causas se han ordenado rápidamente los actores estatales. A pesar de la heterogeneidad de éstos, se los puede agrupar en dos grandes bloques, según los modelos políticos que profesan. Hablamos de los Estados democráticos por un lado y por otro de los Estados antidemocráticos. Entre los primeros se encuentran los países que componen la OTAN, Japón, Corea del Sur, Taiwán, principalmente mientras que en los segundos figuran Rusia, Irán, China, Corea del Norte, entre otros. 

Resulta importante recordar la manera en la que estos Estados se han involucrado en los dos conflictos en curso, porque ello nos permite una primera aproximación al entendimiento de las condiciones de posibilidad para una eventual III Guerra Mundial. Al principio de la invasión rusa a Ucrania, la OTAN ha realizado una muy precisa operación quirúrgica, a fin de circunscribir el conflicto a Ucrania y al mismo tiempo, ayudar a este país lo suficiente como para contener y revertir el avance del ejército ruso. Con ello, pero, la OTAN ha sellado su propia suerte a la de Ucrania, frente a Rusia.

Distinto es el involucramiento norteamericano en el conflicto del Medio Oriente. El histórico respaldo de Estados Unidos (EEUU) a Israel se ha manifestado también en esta ocasión, luego de los ataques terroristas de octubre del pasado año, ejecutados desde Gaza por el grupo terrorista Hamas. Aunque el respaldo no ha supuesto la pérdida de iniciativa de EEUU en el conflicto para evitar su expansión, sí ha obligado al gobierno norteamericano a continuar con el apoyo, incluso luego que el gobierno israelí torpedeara alguna de las iniciativas de la Casa Blanca. Con todo, el resultado es que, aunque el conflicto todavía no ha alcanzado a toda la región sí ha escalado de manera notoria y peligrosa. 

Por su parte, los Estados antidemocráticos, aun sin actuar como bloque, se han involucrado tanto en el conflicto de Europa como en el del Medio Oriente, comenzando a sellar su suerte a la de los actores centrales. Así, con el apoyo a Rusia por parte de Irán, Corea del Norte o China, y a la vez con el apoyo ruso a Irán en su pleito con Israel, se van tejiendo redes de acuerdos y asistencia militar, que hablan de un involucramiento cada vez mayor en los conflictos. Según los fines que hemos anotado para este artículo, tiene poca importancia que estos Estados persigan, cada uno, fines particulares (Rusia y su conversión en actor central en el nuevo orden mundial; Irán y la expansión del islamismo radical, etc.) por cuanto la convergencia de ellos, por medio de tales acuerdos, traza la fisonomía que este bloque militar va adquiriendo. 

Desde estas consideraciones no es exagerado decir que vivimos tiempos que proyectan las escaladas bélicas hacia las condiciones que posibiliten la III Guerra Mundial. Puede decirse que con la escalada bélica en Europa no únicamente estamos ante el involucramiento cada vez mayor de la OTAN en el conflicto ruso-ucraniano, sino ante los preparativos logísticos, para una eventual confrontación directa con Rusia. 

Algo distinto es la proyección en el Medio Oriente porque, de hecho, a partir del conflicto palestino – israelí en Gaza, se han involucrado la más importante milicia del Líbano (Hezbolá), de Yemen (Huties mediante) y claro, Irán. Esta ampliación de actores, junto al escalamiento de las acciones bélicas, ha relegado la importancia de conversaciones entre Israel y Hamas, para un cese al fuego. Por último, no puede perderse de vista la tensión cada vez mayor en Asia; zona en la que China y EEUU dilucidan su predominio. 

En esas condiciones, la combinación de los elementos aislados (escalada militar, red de asistencia militar, etc.), motivan el surgimiento de otros elementos, proyectando efectivamente la perspectiva hacia una nueva Guerra Mundial. Lo hacen, porque entre los nuevos elementos se encuentran tales como las economías de guerra (que están adoptando, desde ya, los países involucrados), los posicionamientos militares e incluso el reavivamiento de viejas rencillas. En conjunto, el cuadro pues nos dice que ciertamente se están creando las condiciones de posibilidad para la III Guerra Mundial. 

Se fortalece esa proyección, por el hecho que ni Rusia ni Ucrania dan muestras de apertura de negociaciones, en torno al conflicto; algo que podría haberse esperado luego de la incursión ucraniana a territorio ruso. En relación al conflicto en el Medio Oriente, es claro que las conversaciones pensadas, hacia un eventual cese al fuego, entre Israel y Hamas han perdido su importancia. Ello, no sólo por la expansión del conflicto, sino también porque a Israel objetivamente no le interesan tales conversaciones. Finalmente, en relación a Asia, no puede descartarse la importancia que asume la crisis económica que comienza a asomar en el horizonte chino. Tal crisis puede ser un incentivo para que al régimen de Bejing comience a interesarle una confrontación bélica con Occidente, a fin de desviar la atención de su población, de los males internos. 

El autor es sociólogo y escritor