VERÓNICA ORMACHEA G.
Gorbachov cambió el mundo. No se parecía a los líderes comunistas rusos por su enorme carisma. Fue un estadista inteligente, visionario, reformador y conciliador.
Puso fin a la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos sin un disparo y ni un muerto logrando que cayera el muro de Berlín.
Murió hace unos días en Moscú cuyos restos no fueron enterrados con los honores que merecía como ex jefe de Estado ya que Putin quería ensombrecer su figura y legado.
El pueblo, sin embargo, hizo colas infinitas para rendirle homenaje.
Convenció al politburó – manchado por la corrupción e ineficiencia – que la Unión Soviética entrara al sistema democrático y al libre mercado después de setenta años de dictadura comunista.
Gorbachov, que era la quintaesencia del demócrata, vivió la época de terror de Stalin, que se estima que mató a 25 millones de compatriotas principalmente en las purgas o “Gran Terror” cuando opositores, e incluso a los miembros del partido, fueron ejecutados o enviados a morir a los Gulags.
Recordemos también el Holodomor, o gran hambruna en Ucrania en 1932, cuando el Estado soviético les confiscó los granos, cercaron a las poblaciones y murieron de hambre cerca de 10 millones de ucranianos. Algo que va más allá del entendimiento.
Hijo de campesinos, creció en una casa de adobe. Años antes, sus abuelos fueron detenidos por el régimen zarista.
Fue instruido y estudió derecho en la universidad de Moscú. Allí leyó libros prohibidos en la Unión Soviética y se empapó de pensamientos
liberales y democráticos de occidente que luego los aplicó en su país.
Hizo cambios tan profundos en la Unión Soviética como el acercamiento a Estados Unidos y el desarme, que le otorgaron el Premio Nobel de la Paz. Con ello trazó un camino sin retorno, aunque muchos rusos retrógrados lo culpan de la desintegración de la Unión Soviética.
Putin, que es un dictador autócrata, que quiere el poder absoluto y retomar los territorios que se han independizado como Ucrania, afirmó que la desintegración de la Unión Soviética fue “la mayor catástrofe del siglo” y calificó a Zelenski de artero y traidor.
Un ejemplo de la búsqueda del pasado que quiere Putin, es la invasión a Ucrania de la que se quiere apoderar, donde han muerto miles y millones han perdido todo y han tenido que huir.
Cuando el ataque a Ucrania, la fundación Gorbachov, cuyo fin es promover los valores democráticos, exhortó al cese de hostilidades y a que se inicien conversaciones de paz.
Según el New York Times, Gorbachov que era hijo de madre ucraniana y padre ruso, estaba de acuerdo que Ucrania como “país hermano”, debía estar en la órbita de Rusia y respaldó la anexión de Crimea en 2014 ya que era la voluntad de la región que se considera rusa. Incluso reprobó el intento de occidente de integrar a Ucrania en la OTAN.
Su política de la perestroika (reestructuración) que fue la apertura al libre mercado y una pequeña apertura a la propiedad privada y la
glasnost (transparencia) tenía el fin de liberalizar y democratizar la política.
Liberó a los presos políticos entre ellos al físico nuclear Sájarov; combatió la corrupción sacando de sus cargos a varios burócratas del partido; dio lugar a que se realicen elecciones libres en los ex países del Este; firmó un acuerdo armamentístico con Estados Unidos y detuvo la carrera armamentista, eliminó las armas nucleares y retiró muchas de los países del Este; también retiró los soldados y armas de Afganistán.
Es, sin duda, uno de los líderes más notables de la historia moderna.
Verónica Ormachea es periodista y escritora