Ir al contenido principal
 

Opinión

!!Es la educación, estúpidos!!

22 de Febrero, 2025
Compartir en:

Hace años, en plena campaña electoral, un asesor de Bill Clinton lanzó una frase que sacudió la política estadounidense: “Es la economía, estúpido”. El mensaje era simple y demoledor: el problema central no era otro que la economía. 

Hoy, en Bolivia, no hace falta repetir esa frase. El 76% de la gente ya sabe que la economía es el mayor problema. Y tienen razón: el bolsillo aprieta, los dólares escasean y el costo de vida sube. Pero hay un problema aún más profundo, uno que explica por qué seguimos atrapados en este laberinto económico estructural sin salida: el stock de capital humano es muy bajo y nuestra educación está en ruinas.

El Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa (OPCE) evaluó a los estudiantes de sexto de secundaria. Las pruebas se realizaron el 2023, con estudiantes de sexto de secundaria de Bolivia con una muestra de 152 unidades  educativas a nivel nacional en los 9 departamentos, de los cuales 118 eran establecimientos fiscales, 15 de convenio y 19 colegios privados. Esta muestra alcanzó aproximadamente 3600 estudiantes. Los resultados son un golpe de realidad:

 Matemáticas: solo 3 de cada 100 aprobaron. !97 se aplazan! Física: apenas 2 de cada 100 pasaron. !98 reprueban! Química: otra vez, 3 de cada 100 lograron aprobar. !97 están en la luna de Paita!

En total, menos del 5% superó los exámenes y la mayoría respondió correctamente menos del 30% de las preguntas.

En la materia de lenguaje, los resultados son ligeramente mejores. Los exámenes fueron aprobados por 36 estudiantes de 100. Sin embargo, el grado de reprobación sigue siendo muy elevado. 

Y si subimos en la escala educativa, la realidad no mejora: nuestras universidades, institutos técnicos y otros sistemas de enseñanza formal están formando profesionales que, salvo excepciones, no son competitivos a nivel internacional. Me disculpo de antemano con las universidades, escuelas, colegios y otros centros de enseñanza que realizan un trabajo encomiable pero buenas pero pocas golondrinas no hacen verano. En temas del capital humano la escala es fundamental, no es suficiente que centenas de estudiantes están bien formados, se necesitan millones.

La productividad, entendida como la capacidad de generar más bienes y servicios con los mismos o menores recursos, es la base del crecimiento económico sostenible y de calidad. En este sentido, los resultados reflejan una preocupante realidad: el capital humano en Bolivia se encuentra en niveles alarmantemente bajos. Sin una fuerza laboral y emprendedora bien formada, la productividad se ve gravemente afectada, lo que impide la generación de empleo de calidad y el desarrollo de emprendimientos sostenibles. La educación y la capacitación del capital humano son condiciones fundamentales para el desarrollo integral de una sociedad, pues sin personas preparadas no es posible fortalecer ni el sector privado ni las instituciones públicas.

Los números no mienten. Los datos sobre educación en nuestro país son un llamado de atención que no podemos ignorar. Nos sacuden, nos interpelan y nos gritan con fuerza: ¡Es la educación, estúpidos! Esta es una llamada de atención dura, un sacudón de alerta para un sistema político y para una sociedad que esta aletargada y dispersa. 

Pero más allá del golpe de realidad, hay algo que no podemos perder de vista: la educación no es solo una responsabilidad del gobierno o del sistema escolar. Nos involucra a todos. Desde la familia hasta la empresa, desde las universidades hasta las comunidades, todos tenemos un papel que jugar en esta historia.

Es fácil buscar culpables, señalar a quienes no hicieron lo suficiente, y claro, habrá momentos para exigir responsabilidades. Pero lo más importante ahora es mirar hacia adelante. Si queremos un futuro mejor, tenemos que empezar a construirlo hoy. No podemos seguir esperando reformas que nunca llegan o confiando en que el cambio vendrá "algún día". La educación no puede ser una promesa lejana; tiene que ser una revolución que empiece en nuestras casas, en nuestras empresas, en nuestras calles y en nuestras instituciones. El cambio empieza por nosotros.

¿Qué podemos hacer hoy, aquí y ahora? Desde casa. ¿Y si en lugar de darle el celular a tu hijo para que se distraiga, le lees un cuento? Tal vez ese pequeño momento le despierte la curiosidad por la ciencia, la historia o la literatura. ¿Y si este fin de semana organizamos un intercambio de conocimientos en la familia? Los hijos pueden enseñarles a los abuelos a usar herramientas digitales, mientras los mayores comparten su sabiduría sobre la vida y el trabajo. Pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia. 

En las empresas: ¿Cuántas veces nos quejamos de que falta talento en el mercado laboral? ¿Y si en lugar de esperar que "alguien más" lo resuelva, tomamos la iniciativa? Muchas empresas podrían ofrecer cursos cortos y prácticos para sus empleados: desde manejo de herramientas digitales hasta habilidades técnicas específicas. No es solo una inversión en los trabajadores, es una inversión en la productividad, en la innovación y en el crecimiento de la empresa misma. 

En las universidades, institutos y escuelas: No necesitamos esperar una reforma educativa gigantesca para empezar a hacer cambios. Las universidades y los institutos técnicos pueden organizar Boot Camps en áreas como programación, marketing digital, comercio internacional o inteligencia artificial. Cursos intensivos, prácticos y accesibles, que conecten directamente con lo que el mercado necesita. No podemos darnos el lujo de seguir enseñando como hace 50 años. 

Desde los gobiernos locales y ONG: No todo el mundo tiene acceso a la educación superior, pero el aprendizaje no tiene por qué depender de un título universitario. Los municipios podrían organizar programas en oficios como metalmecánica, contabilidad, agricultura de precisión o comercio digital. Las ONG pueden liderar proyectos de alfabetización digital para adultos y jóvenes en riesgo. No necesitamos esperar un cambio de gobierno para empezar a cambiar vidas.

Desde la comunidad: ¿Qué tal si en lugar de solo pensar en lo que falta, empezamos a aprovechar lo que ya tenemos? Internet está lleno de cursos gratuitos en casi cualquier área. Aprender un idioma, mejorar en matemáticas, iniciarse en la programación… todo está al alcance de un clic. Se podrían organizar torneos de matemáticas, robótica o emprendimiento en los barrios, con la misma pasión con la que organizamos campeonatos de fútbol. Porque sí, la educación también puede ser divertida y desafiante.

La educación como nuestra mayor inversión. Cuando entendemos que la educación es el motor del desarrollo, todo empieza a cambiar. Si logramos que la idea de un "shock educativo" se arraigue en la sociedad, en pocos años veremos los frutos: más creatividad, más productividad, más oportunidades para todos. No es magia, es sentido común.

Por supuesto, también hacen falta cambios estructurales: mejorar la formación de los docentes, actualizar los planes de estudio, modernizar las universidades y aplicar sistemas de incentivos como los vouchers educativos en áreas clave. Pero mientras esas reformas toman tiempo, nada nos impide empezar desde hoy mismo.

La educación no puede seguir siendo un discurso vacío o una promesa electoral. Es el presente, es el futuro, es lo único que realmente puede transformar un país. Y la buena noticia es que el cambio no depende solo del gobierno, sino de cada uno de nosotros.

Así que la pregunta es simple: ¿qué vas a hacer hoy para que esto cambie?

El autor es economista
@GonzaloCHavezA