MIGUEL MANZANERA, S.J.
En el inicio de la Biblia el primer capítulo del Génesis contiene una revelación sobre Dios que todavía está por descubrir. Nos referimos al nombre hebreo, Elohim, traducido normalmente como Dios, aunque se pierden matices importantes. “El término Elohim ha sido explicado como el plural derivado de Él, o una forma plural de Eloah. A pesar del desacuerdo respecto al método de derivación, se supone que en hebreo arcaico, el singular de la palabra que significaba ‘Dios’ era El y su forma plural Elohim.” (Wikipedia).
Elohim se encuentra en el Antiguo Testamento unas 2.500 veces, mientras que Yahveh algo más de 6.000 mil veces. El principal punto discutido sobre el nombre Elohim es su forma plural, lo cual ha merecido una multitud de interpretaciones. Gramaticalmente se podría tomar como un plural mayestático, empleado a veces por una persona que habla por delegación de otras. También puede entenderse como la pluralidad de manifestaciones de Dios y su poder omnipotente, omnipresente y omnisciente.
Transcribimos literalmente los 3 primeros versículos del Génesis: “En el principio creó Elohim los cielos y la tierra. La tierra era yermo y vacío y las tinieblas cubrían la superficie del Océano, mientras y la Rúaj Elohim aleteaba por encima de las aguas. Dijo Elohim: Haya Luz’ y hubo luz.” Aclaremos que Rúaj es un vocablo hebreo femenino que significa Espíritu, como viento y aliento, normalmente atribuido a Elohim quien mediante la Rúaj habla y pronuncia su Verbo (Dabar en hebreo).
El texto del Génesis continúa relatando cómo Elohim emitiendo su Rúaj y pronunciando su Dabar crea también la luz, el firmamento, la tierra, los mares, el firmamento, el sol, la luna, las estrellas, los animales vivientes, peces, aves y animales terrestres, terminando con la frase “Vio Elohim que todo estaba bien” (Gn 1, 25).
Finalmente Elohim dijo: “Hagamos al hombre (Adam) a nuestra imagen, como semejanza nuestra […]. Creó, pues, Elohim, al hombre a imagen suya, a imagen de Elohim le creó, macho y hembra los creó. Y Elohim los bendijo y les dijo: ‘Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla’” (Gn 1, 26-28).
El cristianismo permite interpretar esas escuetas frases de manera más profunda como la primera revelación del Dios Elohim quien siendo Uno es al mismo tiempo Trino o sea la Familia Trinitaria, quien crea a su imagen la primera pareja humana, varón y mujer, dándoles el mandato de unirse, de ser fecundos y de someter la tierra. La sexualidad bipolar, masculina y femenina, imagen y semejanza de Elohim, permite al varón y a la mujer unirse con amor fiel, indisoluble y fecundo y formar una familia, tal como se narra en el segundo capítulo del Génesis.
Después del relato pedagógico de Caín y Abel y de la caída de Adán y Eva, se narra cómo éstos se unieron cumpliendo el mandato de Dios y tuvieron un hijo, al que pusieron el nombre de Set (Gn 4, 25). De esta manera se constituye la primera familia humana, imagen de la Familia Divina y origen de toda la humanidad.
Esta revelación se profundiza en el Nuevo Testamento. Jesús es el Verbo o sea la Palabra de Dios (Jn 1, 1). La Rúaj es la Madre Divina de la cual estamos llamados a renacer (Jn 3, 3-5). Desde la fe cristiana se revela aquí el misterio trinitario, en el que estamos llamados a insertarnos.
A esta conclusión llega también el recordado Papa Juan Pablo II quien en 1994 con ocasión del Año de la Familia publicó la Carta a las Familias (CF) donde expone el misterio de la Familia Trinitaria a la luz del relato bíblico de la creación del hombre: “Antes de crear al hombre, parece como si el Creador entrara dentro de sí mismo para buscar el modelo y la inspiración en el misterio de su Ser, que ya aquí se manifiesta de alguna manera como el ‘Nosotros’ divino” (CF 6).
“La paternidad y maternidad humanas, aun siendo biológicamente parecidas a las de otros seres de la naturaleza, tienen en sí mismas, de manera esencial y exclusiva, una ‘semejanza’ con Dios, sobre la que se funda la familia, entendida como comunidad de vida humana, como comunidad de personas unidas en el amor” (CF 6) . Consideramos un gran acierto de Juan Pablo II al referirse a Dios como la “Familia Divina”. La filosofía personalista de la “nostridad” subraya la analogía existente entre el Nosotros divino y los nosotros humanos:
También el actual Papa Francisco en la Fiesta de la Santísima Trinidad del año 2016 afirmó: “Dios es una ’Familia’ de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta ‘familia divina’ no está cerrada en sí misma, sino que está abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para llamar a todos a formar parte. El horizonte trinitario de comunión nos rodea a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterna, seguros de que allí donde hay amor, está Dios”.