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…el ganador NO se lleva todo
Las encuestas recientes del empresario Marcelo Claure muestran una alta preferencia de los bolivianos por un candidato único de oposición mediante primarias abiertas. Sin embargo, esta demanda no encontró eco entre los principales precandidatos presidenciales reunidos en el llamado “Bloque de unidad”.
En el actual escenario político, la competencia y la fragmentación pueden influir significativamente en los resultados electorales de agosto próximo. Por ello, es crucial preguntarnos si la oposición necesita simplemente un "candidato único" o más bien una "candidatura integrada" que garantice una verdadera alternativa de poder.
Si ese candidato único surge de hubris, traición, viveza criolla o capricho, corremos el riesgo de presentar una opción débil. Ese es el destino que parece esperar al bloque impulsado por Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina, Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa (el primer candidato renunciante), además de otros precandidatos menores, que como era previsible ha implosionado estos últimos días por la ruptura entre Doria Medina y Quiroga, acabando con la “unidad” impuesta.
La resistencia de ciertos candidatos a sumarse a las primarias abiertas parece ser el riesgo de quedar fuera de una coalición negociada (“entre cuatro paredes”). Y esto no debería ser así. La alternativa: conformar una candidatura integrada.
Cuando una primaria abierta resulta en la victoria exclusiva de un candidato y su lista de parlamentarios, excluyendo al resto, esa alianza política enfrenta la limitación de no representar la diversidad de pensamientos dentro de las bases de su alianza. Esto puede desconectar al candidato único de sectores importantes del electorado y generar polarización en una sociedad ya dividida, dificultando la gobernabilidad futura. Además, los votantes indecisos pueden sentirse poco representados si el candidato no logra comunicar un mensaje inclusivo y atractivo, lo que podría reducir la participación electoral y hacer perder votos cruciales.
Entonces, las primarias abiertas podrían pasar de la sola elección de un candidato único a la construcción de una candidatura integrada.
En este modelo, los votantes no solo eligen al candidato a la presidencia, sino también a senadores y diputados de diversas listas, permitiendo la conformación de una estructura política representativa y cohesionada. Esta integración proyecta una oposición sólida y alineada, lo que puede resultar más persuasivo para los electores.
Al igual que en la selección nacional de fútbol, donde se eligen a los mejores jugadores de distintos clubes, una candidatura integrada permitiría construir el mejor equipo político posible, con representantes de diferentes fuerzas de oposición. Ello optimiza recursos, maximiza la probabilidad de éxito electoral y posibilita una amplia alianza gubernamental futura.
Además, la candidatura integrada concentra las contribuciones políticas en el “Fondo único” de campaña, que propuse, beneficiando equitativamente a todos los elegidos y fortaleciendo el respaldo popular. También refuerza la capacidad de negociación en la contienda electoral y en el ejercicio del poder, facilitando alianzas clave para la gobernabilidad y la implementación de políticas públicas.
Asimismo, al reducir la fragmentación del voto se evitaría que el MAS se beneficie de una oposición dividida. En sistemas donde la dispersión del voto puede permitir la victoria de un adversario con apoyo minoritario, una candidatura integrada consolida el respaldo ciudadano y refleja mejor la voluntad popular.
En términos prácticos, las primarias abiertas –sean digitales y/o presenciales– pueden estructurarse de la siguiente manera: suponiendo que existan cinco precandidatos con al menos un 5-10% de intención de voto obtenido en la App “YoElijo.Digital” (o digamos en tres encuestas públicas), cada candidato/a inscribiría su lista de senadores y diputados para cada uno de los nueve departamentos del país. Luego, los votantes podrían armar "su" propia lista de candidatura integrada, eligiendo a su candidato presidencial preferido y seleccionando entre todas las listas de senadores y diputados de diferentes candidaturas por departamento. La sumatoria de las listas votadas daría la candidatura óptima.
El resultado de este proceso sería un entramado político que refleje la diversidad de la oposición y no solo la lista de un candidato ganador. Además, el ganador podría elegir a su acompañante de fórmula, a su vicepresidente, de entre los otros precandidatos presidenciales o entre los senadores y diputados electos, con la única restricción de no elegir a alguien de su lista original.
Optar por una candidatura integrada mediante primarias abiertas no solo es la estrategia más viable para enfrentar el desafío electoral, sino también la más legítima. La oposición debe abandonar el personalismo y apostar por un proceso que garantice una coalición sólida, capaz de canalizar el descontento ciudadano en una alternativa real de poder.
No se trata de encontrar un “líder” omnipotente, sino de construir una estructura que represente e integre a todos los sectores que buscan un cambio en el país; y para ello bastaría con una persona honesta e inteligente como presidente.
El autor es catedrático; fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.