¿Quién descubrió la radioactividad? Marie Curie. ¿Quién mejoró el astrolabio para calcular la posición de las estrellas? Hipatía de Alejandría. ¿Quién ayudó a comprender la estructura básica de la vida a través del ADN? Roselyn Franklin. ¿Quién convirtió el agua de mar en agua potable? María Telkes. ¿Quién descubrió que el pesticida es dañino para el medio ambiente? la bióloga Rachel Carson. ¿Gracias a quién se desarrolló el sistema de posicionamiento global más conocido como GPS? Gladys Weat. Esos y muchos otros descubrimientos, y avances científicos y tecnológicos, fueron realizados por mujeres.
La presencia de las mujeres en las ciencias exactas o “duras” es preponderante para lograr la igualdad y equidad en el saber y el conocimiento. Sin embargo, aun en la actualidad, en los distintos campos científicos las mujeres son solo un 20%. Los datos señalan que apenas un 3% de los premios Nobel en ciencias “duras” fueron entregados a mujeres, es decir de 600 científicos que recibieron este premio, solo 20 fueron mujeres.
Tanto en la historia de la ciencia, como en los textos escolares, el papel de las mujeres científicas se halla obviado o minimizado. De acuerdo a la época en la que les tocó vivir, las mujeres científicas fueron eliminadas o discriminadas. Como Hipatía de Alejandría, asesinada por fanáticos religiosos. Otras fueron ignoradas en los descubrimientos o éstos se los atribuyeron a colegas varones. Algunas fueron reconocidas tardíamente como autoras de sus invenciones. Y es que la ciencia ha sido identificada como un campo propio de varones, propio del género masculino.
Es mucho más común que quienes se dedican a las ciencias exactas sean varones, mientras que en las ciencias blandas, es decir, en las ciencias humanas y sociales, exista una mayor presencia de mujeres.
Cada 11 de febrero, desde hace apenas un lustro, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el objetivo de lograr el acceso pleno y equitativo de las mujeres y las niñas en la ciencia; y además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mismas. Como todo campo del saber, la ciencia y el acceso a ella, guarda relaciones de poder, esto deviene más complejo para las mujeres, pues una serie de estereotipos y el contexto machista determinan que las mujeres y las niñas no puedan acceder a la educación superior y mucho menos a profesiones científicas. Al parecer, el techo de cristal en este campo es mucho más compacto y difícil de romper. No es extraño escuchar que una mujer sea enfermera, maestra, pedagoga. Al contrario, es raro saber de mujeres astrofísicas, matemáticas o médicas nucleares.
Para que las mujeres opten y tomen mayor interés por el área científica se necesita que se dé reconocimiento a sus logros en la ciencia. Al mismo tiempo, esto debe estar acompañado de acciones para promover la participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, capacitación, el empleo y la toma de decisiones en la ciencia. Y también es necesario formular y aplicar políticas para alentar su mayor inclusión y concurrencia.
Así, hoy, y todos días es propicio desear que, ojalá cada vez más, las niñas aspiren a ser científicas, matemáticas o ingenieras, que conozcan y se inspiren en la historia de Marie Curie. Esta científica y matemática, nacida en Polonia y nacionalizada francesa, fue la primera la primera doctora en ciencias, y la primera profesora en la Sorbona, en París. Recibió dos veces el Primero Nobel en física, la primera y en química, la segunda. Descubrió la radioactividad, útil en medicina tanto para el diagnóstico, ya que permite obtener imágenes del interior del cuerpo y sirve para el tratamiento de algunas enfermedades, como el cáncer.
Que las niñas aspiren a llegar a las estrellas y que atravesar el espacio no les sea imposible, como no lo fue para Valentina Tereshkova quien a sus 26 años inscribió su nombre en la historia, pues se convirtió en la primera mujer en visitar el espacio exterior. Ella participó en la sexta misión del programa Vostok, con el apodo de Ckaika, gaviota en ruso.
Que cada vez, sean más niñas y mujeres las que exclamen: ¡eureka!, como lo hizo Arquímedes cuando descubrió el principio físico que ahora lleva su nombre.
Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga