En Bolivia esta arraigad la noción del chivo expiatorio, es común atribuir responsabilidades y fracasos a agentes externos en lugar de asumir la propia responsabilidad. Esta mentalidad se caracteriza por un sentido de victimismo y falta de responsabilidad, que permea gran parte del pensamiento boliviano. Se busca constantemente un chivo expiatorio, ya sea a nivel individual o colectivo, para explicar los problemas y adversidades.
En el ámbito político, esta dinámica se manifiesta en la tendencia a cohesionar grupos mediante la creación de un enemigo común. Se construye un imaginario que alimenta la percepción de que siempre hay fuerzas externas conspirando en contra del país o de determinados sectores de la sociedad. Esta estrategia no solo desvía la atención de las verdaderas causas de los problemas.
Los chivos expiatorios recurrentes en la construcción de relatos en contra de Bolivia incluyen a: España, Chile y Estados Unidos. Específicamente, nos concentraremos en analizar Estados Unidos. Los renombrados pensadores políticos estadounidenses, como Henry Kissinger, Samuel Huntington, George Kennan, Zbigniew Brzezinski y otros, han tendido a minimizar la importancia de Latinoamérica, incluida lógicamente Bolivia, en el panorama geopolítico mundial. En sus escritos y conferencias, rara vez han otorgado atención a los países latinoamericanos, y cuando lo han hecho, ha sido de manera tangencial o periférica. Brasil ha sido considerado solo moderadamente, a pesar de su tamaño y potencial económico.
Es cierto que la atención hacia Latinoamérica por parte de Estados Unidos alcanzó un punto elevado durante la Guerra Fría. En ese período, la región se convirtió en un campo de batalla ideológico donde las superpotencias enfrentaron sus intereses geopolíticos y estratégicos. La percepción de que los países latinoamericanos podrían alinearse con el bloque soviético llevó a una intervención más activa por parte de Estados Unidos en la región, tanto en términos de apoyo a regímenes pro-occidentales como en operaciones encubiertas y estrategias de contrainsurgencia. Sin embargo, tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso del bloque comunista, Latinoamérica volvió a perder relevancia en la agenda geopolítica y económica de Estados Unidos.
Como se puede constatar, Estados Unidos no evidencia un interés significativo en Bolivia; más bien, sus preocupaciones se centran en cuestiones relacionadas con Ucrania, las relaciones Europa, Asia y salvaguardar su hegemonía económica, de seguridad y política frente a China. No muestra una verdadera preocupación por el destino del autodenominado líder de los humildes, quien ostenta el cargo de presidente perpetuo de las seis federaciones del Chapare, a pesar de los intentos de algunos por influir en la opinión pública y de haber logrado convencer a ciertos sectores del país.
La difícil situación económica del país ha intensificado la búsqueda de un chivo expiatorio, lo cual pudo haber sido relevante durante las elecciones presidenciales de 2020. Surge la incógnita sobre qué habría sucedido si Carlos Mesa u otro opositor hubieran asumido la presidencia. Es altamente probable que los movimientos sociales y el Movimiento al Socialismo hubieran responsabilizado de la crisis, se hubieran olvidado de todos los errores acumulados durante los 14 años de gobierno del presidente Morales. A través del relato del chivo expiatorio, habrían buscado eximirse de culpa y señalar al nuevo gobierno como el culpable. Sin embargo, el destino ha determinado que el ex ministro de Economía Arce, considerado responsable y arquitecto del supuesto éxito económico de Bolivia, que presumiblemente fue envidiado por otras naciones, sea el actual presidente.
Ante esta situación actual no hay a la vista alguien a quien culpar de manera creíble principalmente un sujeto político por su nulo peso político y de ideas primero porque en teoría no serían culpable por acción, pero si por omisión. Culpar a la banca y a los cambistas no parece suficiente ni creíble. Lo más llamativo es que la propia gente a fin al ex presidente Morales atacan sobre el problema económico del país al ex ministro Arce, pero no dicen que fue ministro de economía durante 14 años y que la situación económica venia desmejorando desde el año 2015 si se advierte que fue donde comenzó la disminución de las reservas internacionales y la contratación de deuda publica externa e interna.
En resumen, es imperativo que la ciudadanía desarrolle la habilidad de analizar la evolución del contexto y no se deje influenciar por comentarios coyunturales o la información sesgada que circula en las redes sociales. Es fundamental profundizar en la información disponible y considerar diversas perspectivas antes de formar opiniones sólidas. Por otro lado, el gobierno debe asumir total responsabilidad y tomar medidas audaces para rectificar o cambiar el modelo económico actual. Debe estar abierto a considerar las propuestas de la Federación de Empresarios Privados, del Instituto Boliviano del Comercio Exterior y de especialistas en economía que buscan el bienestar del país y que no tenga intereses políticos mezquinos ocultos.
El autor es analista socioeconómico