GONZALO ROJAS ORTUSTE
La reedición del libro de Iván Finot (ver título) en un conversatorio fue grata oportunidad de intercambiar perspectivas y preocupaciones públicas a partir de una experiencia exitosa de reforma de Estado y política pública .
En el libro encontramos rico material, con entrevistas y comentarios, además del presentado por Iván, para retrotraernos a un momento de discusión democrático en espíritu de libertad (señalado por la prologuista Moira Zuazo; “librepensantes” diríamos hoy) y cuenta con referentes explícitos (el comentario de Fernando Molina) como las propuestas de finales de los 80s e inicios de los 90s. Aquí algunas “yapas”:
Me gustaría agregar también el acicate para pensar alternativas ante la debacle de la UDP como gobierno de contornos populares y la puesta en marcha de un proyecto de ley de descentralización departamental. Y ya era posible ver una cierta articulación del trípode partidario MNR-ADN-MIR.
Como finalmente la descentralización se dio vía municipal, es bueno recordar esa orientación. Esa época sólo conocí dos municipalistas Carlos Hugo Molina y Rubén Ardaya, verdaderamente figuras raras ese momento, ambos con publicaciones de esos años. Está claro que I. Finot también se suma a ese reducidísimo grupo (yo no lo conocía ese entonces).
Lo que existía con cierta visibilidad eran opciones campesinistas y de emponderamiento a los pueblos indígenas, destacando Miguel Urioste y X. Albó (1991 con equipo CIPCA) precedido por el seminario del “Proyecto Histórico Popular” en 1989, allí participaron Filipo Escobar, V. Hugo Cardenas, CH Molina, Rafo Puente, Zulema Lehm, Juan de la Cruz Willca, R. A. Mayorga, entre otros. También hubieron críticos de muy opuesta índole, entre los que publicaron está HCF Mansilla y Javier Medina. Allí se postulaba un “Estado Plurinaciónal” boliviano, que podemos identificar como una de las fuentes más visibles de las ideas que tomaron preeminencia en estos inicios de siglo.
Completo el panorama –hasta donde una nota de este tipo puede hacerlo- el estimulante trabajo de Silvia Rivera, Democracia del ayllu (1990) y la encuesta rural que procesó Luis. Ramirez (PROCOM 1992), ambos trabajos ayudaron a perfilar mi Democracia en Bolivia (donde desarrollé el concepto de democracia étnica,1994). Allí hay insumos muy nítidos presentes hoy en la CPE, Art., 11 Dem. Comunitaria.
Para seguir con esa reseña de aportes nacionales, en 1987, en una deliberación fértil, se publicó Repensando el país, del MBL, el ala más “pensante” (o cuando menos “escribiente”) del MIR ya escindido. En ese volumen hay que destacar que contribuyen intelectuales que no eran militantes de ese joven partido.
Evocamos esos antecedentes para señalar la coincidencia de que se trataba de un desafío mayor, no sólo descentralizar, sino reformar/rediseñar el Estado. Allí los municipalistas estaban mejor dotados, precisamente por su referente institucional que pensaban con sentido de pronta viabilidad y gradualidad teniendo en cuenta la experiencia española y también la colombiana (y brasileña, en el caso de Finot).
La Le de Participación Popular (LPP) y la ciudadanización de la política.
Diego Ayo habla en su comentario de la “Otra mitad” del mundo además del diseño, la gestión. Allí funcionó bien porque había un equipo y un líder (C.H. Molina) que supo estimular lo mejor de cada quien de un grupo verdaderamente diverso en sus orientaciones y capacidades específicas, de profesiones distintas, antecedentes laborales varios, y aun ciertas orientaciones ideológicas diversas. Lo que había en común era compromiso con la reforma ciudadana, como solía repetir Gonzalo García “que no pase como con la Ref. agraria, que quedó abandonada”.
Más de un comentarista y entrevistado señala, que al inicio la LPP despertaba suspicacias, principalmente de gente del MNR. Y es importante recordar no era cosa de la Coop. Internacional sin negar tendencias más globales, como bien destaca J. P. Faguet, él mismo funcionario del Banco Mundial entonces. Otro de ellos, de otra entidad financiera, del BID, comentó cuando intentaba condicionar recursos “estos bolivianos entusiasmados con la municipalizacion” pues no entendía el rescate de tradiciones participativas, por lo que rechazamos ese préstamo condicionado.
Goni tuvo su momento reformista (incluso reconocido por Jose L. Roca), de Presidente articulador y motivador. Pero el presidencialismo es así por excepción, como vimos en su otro periodo. Por ello tenía sentido eso de evitar “reyes chiquitos” con el formato parlamentarista en el nivel Municipal (Ref. Constitucional de 1994, lástima con “censura constructiva”) corregida en parte Ley de Municipalidades en 1999. Y aun nos falta implantar formas colegiadas de gestión, no camarillas alrededor del caudillo.
Sinteticemos los principales méritos de esa importante política pública, dado que no tenemos muchas así:
• Trasferencia automática de recursos con criterio claro igualitario, el proporcional a la población (vs. el complicado caso colombiano, el llamado “situado fiscal”).
• Adecuada –dentro lo posible- definición territorial (la Sección de Provincia), que fue consistente con los CEPOs para la gestión intercultural de la educación, Tierras Comunitarias de Origen y diputados uninominales, todas reformas de orientación territorial y aun resta balancear con circunscripción nacional para diputados.
• Participación ciudadana, reconociendo Organizaciones Territoriales de Base (OTB), con apertura intercultural (Distritos Mpals. Indigenas, Comités de Vigilancia).
Finalmente el decreto de OTBs, elaborado principalmente por Lucho Pérez Peredo, y aportes similares inspiró a J. Medina a hablar de una “Escuela Cruceña de Derecho Público”. En tiempos de interculturalidad nos hacen falta en los nueve departamentos.