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Opinión

Arce es “MASduro”

28 de Enero, 2025
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El grosero y cínico fraude electoral y usurpación del poder cometido por Nicolás Maduro en Venezuela tiene su correlato “suave” con el fraude de Evo Morales en 2019, con una gran diferencia: Evo no estuvo dispuesto a matar para perpetuarse. Supo leer la situación y abandonar el país, aunque dejando un inmenso vacío de poder. A pesar de todo, Evo quería mantener la legitimidad democrática a su manera, aunque esta fuera cuestionable.

Maduro, en cambio, sigue dispuesto a perseguir, encarcelar, torturar y, si fuera necesario, matar a sus adversarios políticos. Ha provocado el éxodo de 8 millones de venezolanos, la ruina económica y social de su país y la consolidación de su dictadura, abandonando cualquier “pretensión democrática”.

Arce ha demostrado que aspira a ser de su misma calaña: a diferencia de Evo, es aún más impávido e inescrupuloso en el abuso del poder. Tanto Maduro como Arce, burócratas políticos, nunca hubieran llegado a ser presidentes sin el padrinazgo de Hugo Chávez aquel y la tutela de Evo Morales este. Sin peso político propio, ambos son sumisos amanuenses de los cubanos, sus patrones ideológicos y mandantes.

Pero la tradición política boliviana no es la venezolana. Si Arce cree que puede perpetuarse con un nuevo fraude electoral mayor al de 2019, los bolivianos volverán a las calles con pititas y todo, y hasta con Evo a cuestas. Y lo peor podría suceder: “Ahora sí, ¡guerra civil!”, ¿recuerdan?

Las condiciones para que se desencadene la violencia en el país están dadas. En estudios sobre guerras civiles, lo primero que se destaca es que no se las vio venir. Incidentes aislados, como el del vendedor ambulante tunecino que se inmoló por abusos policiales y dio lugar a la revolución de la “Primavera árabe”, son ejemplos de cómo eventos inesperados pueden desencadenar cambios drásticos. Bolivia no está exenta de esa posibilidad.

En Venezuela, la dictadura es más extrema y consolidada. El abuso generalizado ha dejado al régimen firmemente atornillado al poder, con el apoyo férreo de un cuerpo militar profundamente corrompido y vinculado al narcotráfico. A pesar del liderazgo de la oposición y el triunfo electoral con casi el 70% de la votación, parece ya no existir la fuerza coercitiva suficiente para cambiar el régimen.

El caso de Bolivia podría ser diferente. Todavía se respira un aire de rebeldía e indignación ante el abuso y la corrupción gubernamental. Aún hay esperanza de que, si la oposición se une mediante el voto anónimo en una “primaria abierta” y surge una candidatura honesta que entusiasme, pueda haber una salida democrática y pacífica. Pero la realidad de hoy exige una mirada más estratégica y menos fragmentada.

En la situación actual, sin embargo, Arce y su ministro de Gobierno son represores extrajudiciales. Han blindado al régimen con el encarcelamiento de una expresidenta, del gobernador de Santa Cruz, excandidatos, ministros, políticos, dirigentes obreros e incluso de cocaleros independientes. Finalmente han ido contra su propio mentor, Evo, dispuestos a secuestrarlo y extraditarlo por narcotráfico. Si así tratan a los suyos, ¿qué nos queda a nosotros?

La salud social y económica del país está gravemente deteriorada. Una justicia corrompida e instrumentalizada por el gobierno, a través del Tribunal (In)Constitucional Plurinacional, se ha convertido en el poder omnímodo. Esto hace necesario que reevaluemos hacia dónde vamos como oposición y hacia dónde nos quiere llevar el “arcismo”.

Si seguimos el camino de Venezuela, sin un liderazgo catalizador como el de María Corina Machado, terminaremos peor de lo que ya estamos. A esto se suma que el proceso electoral, lejos de unir a la oposición, la está dividiendo y debilitando, así como a la sociedad misma. La fragmentación interna es el mayor obstáculo a superar.

Es momento de pensar “fuera de la caja”, salir del “camino a la servidumbre” por el que nos conduce este régimen lacayo, y unir fuerzas contra el gobierno que busca prorrogarse, a pesar del rechazo casi absoluto del electorado boliviano. Hoy, todas las señales indican que Arce está dispuesto a hacer un “MASdurazo”.

Bolivia está en una involución democrática hacia lo que se conoce como anocracia, un sistema político híbrido, peligrosamente propenso a una conmoción civil. En el espectro entre democracia plena (+10) y autoritarismo puro (-10), la zona intermedia entre (+5 y -5) es anocrática. Mientras Venezuela está cerca de -10 (dictadura plena), Bolivia está transitando, camino al socialismo, hacia una “penumbra” anocrática, socialmente peligrosa.

En esta carrera electoral a ciegas es crucial hacer una pausa y redefinir nuestro camino con claridad. La historia nos muestra que el peligro no está solo en lo que se ve, sino en lo que se ignora. Este momento de actuar con visión y responsabilidad.

El autor es catedrático; fue alcalde de La Paz y ministro de Estado

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