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Nacional Sociedad

En 70 años, Santa Cruz pasó de 244 mil habitantes a más de 3 millones, y la migración sigue

El desplazamiento de los habitantes de occidente hacia oriente, en particular a Santa Cruz, es un fenómeno continuo y los migrantes nuevos se cuentan por miles a diario.
18 de Diciembre, 2020
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Nelson Jordán (izq.) y Alfonso Hinojosa (der.) dialogan sobre migraciones en la tertulia "Hablar de Bolivia con una taza de café". Foto: ANF

La Paz, 18 de diciembre (ANF). - Entre las históricas migraciones nacionales planificadas y las semidirigidas del siglo pasado y luego las espontáneas, el departamento de Santa Cruz se ha convertido sin duda en una sociedad de migrantes.

“El departamento de Santa Cruz tenía 244 mil habitantes en el censo de 1950 y 26 años después, en el censo de 1976, se acercaba al millón (710.724). En el censo de 2001 pasó de los dos millones y en 2012 superó los tres millones. En realidad, la sociedad cruceña es en la actualidad una sociedad de migrantes, no hay vuelta, ya es una realidad”, sostuvo el teólogo e investigador social Nelson Jordán en la tertulia del programa de ANF “Hablar de Bolivia con una taza de café”. 

Jordán dialogó con el investigador y exdirector general de Régimen Consular del ministerio de Relaciones Exteriores Alfonso Hinojosa y el periodista Juan Carlos Salazar sobre las migraciones nacionales de occidente a oriente, el aporte que supone al desarrollo de las regiones, pero también los problemas de racismo e intolerancia que surgen en ese proceso.

Jordán recordó que la primera ola de migración se produjo a inicios de los años 50 y 60 como parte de un proyecto nacional que tenía el objetivo de poblar tierras bajas y generar un polo de desarrollo que permita cambiar la matriz económica nacional, que básicamente era minera.

Luego, agregó, hubo otra migración semidirigida que tuvo una fase de acompañamiento hasta que las familias puedan continuar con sus vidas a partir de la generación de sus propios recursos, y después se sumó y, ahora, continúa un movimiento masivo “totalmente espontáneo”. 

El investigador Hinojosa coincidió en que este fenómeno aún no termina porque las migraciones de forma natural se dirigen siempre a los polos de desarrollo o centros urbanos donde se genera riqueza. 

En ese contexto, la integración es compleja, sobre todo cuando el migrante es rechazado por razones de clase y pobreza, por cuestiones étnicas, religiosas o de identidad sexual, entre otros aspectos, pese a que también se reconoce el aporte de su mano de obra al desarrollo.

Para Jordán, existe una fase de transición en la que el migrante acaba por integrarse y establecer relaciones con la sociedad de recepción, y se incorpora manteniendo sus rasgos culturales y algunos hábitos. 

“Hay hijos y nuevos migrantes que siguen llegando por miles, y esto se registra todos los días. Esto vuelve más complicado el panorama porque ya no estamos hablando de la migración como se planteó en sus inicios, orientada sobre todo a las áreas rurales, pues el migrante de esta última generación va directo a las ciudades y esto complica mucho más la situación”, indicó el experto refiriéndose a los problemas que surgen en los sistemas municipales de transporte y en el comercio en las calles. 

Hinojosa dijo que responsabilizar a los migrantes de todos los problemas es convertirlos en “chivos expiatorios” y sucede tanto en el país, como en Estados Unidos o en Europa con los latinos. 

Defendió que existen estudios que prueban que los migrantes no son los responsables de los problemas de saturación en las escuelas o los sistemas de salud y agregó que culpar a los migrantes es producto de discursos con intereses políticos.

Afirmó, por otra parte, que la migración es inherente al ser humano, porque “moverse es vivir” y recordó que históricamente los pueblos andinos desde la época de los imperios precolombinos edificaron sociedades en diferentes pisos ecológicos sobre la base de la movilidad humana para la complementación.

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