
Este domingo —Domingo de Resurrección— concluirá la Semana Santa y (como avancé semana antes( en casi todas las confesiones cristianas revivimos en Fe tras la Pasión y Muerte de Cristo. Hoy Sábado Santo, cuando se realice la Vigilia Pascual para la Resurrección del Mesías —el Salvador— tras tres días de conmemorar Su crucifixión, estaremos en espera de celebrar mañana Su regreso de los Infiernos de acuerdo con los evangelios canónicos y entonces será cuando celebramos la Pascua: Pascua de Resurrección —Pascua Florida, Domingo de Pascua, Domingo de Resurrección—, la fiesta central del cristianismo: La «Pascua» (en las lenguas que hablaba Jesús El Cristo: en hebreo Pésaj y en arameo pásja, y en las lenguas originales del Nuevo Testamento: en griego pásja y en latín pascha), momento al que nos conduce la Cuaresma —Él en el desierto, tentado infructuosamente por el Maligno summum del Mal y sus pecados— para que podamos entender —comprender, incorporar, asumir—«nuestro tránsito… nuestro cambio… nuestra transformación» desde el Pecado.
No soy teólogo ni, menos, predicador: de inicio lo aclaro para que un lector entendido no me juzgue de soberbia ni me pene con la visita del león dantiano y el castigo de la primera grada del Purgatorio.
Pasará la Semana Santa —período que para todo el microcosmo de la Política boliviana (la de Las Bolivias, distintas en su igualdad) fue turbio y confrontado, lleno de adjetivos non sanctus— pero no volveremos al día a día anterior (que ya estaba bastante maltratado): Para el boliviano —alteño, paceño, cruceño, cochabambino, chuquisaqueño, beniano, pandino, tarijeño o potosino—, la Confianza se va acogotando por la crisis económica; las Mentiras pulularán por doquier —mucho más en discursos de la mar de políticos, ya sean de angas o de mangas (peor cuando se reclaman cuentas de hechos y actos y se machacan falsas promesas); la Esperanza en un cambio verdadero —no un recule a un Pasado que no existió para teñir de rosa la corrupción, la incapacidad y las mentiras— irá crecientemente fracasando, y el Futuro se teñirá de sombríos escenarios, hoy cuando no hay potentes liderazgos que unan a tirios y, del otro camino, a troyanos.
En Profetas de Malaventuranzas convertidos, quedarán tanto quienes prometieron una Unidad opositora en Bloque (a pesar de forzada y maltrecha desde el comienzo, lejos de la juventud y renovación expectadas por primeros sondeos y con veredas ideológicas contrapuestas a lo visto( como los que anunciaron una Alianza dual opuesta al status quo actual (quizás mix de populismo nacionalista y populismo confesional( pero nunca en verdad se unieron.
Del otro lado, cada vez más distanciados, el Innombrado (cada vez menos incarnado( y el Apestado (con sus bufones repitientes y su Cerbero( están fracasados: al Innombrado las Marchas de Fuerza se le han ido escurriendo en la medida de que “los financiadores” lo ven “impotable”, mientras que el Apestado (aferrado a una fatua Narrativa y una hucha/chanchito muy mermante( ya no tiene otro no-golpe posible (creo no le quedaría ni la posibilidad de fraude por la magnitud imposible, la vigilia ciudadana y su menguada billetera (peor por los no-créditos que le coyundan). Sólo en esa vereda les resta El Que Es No Que Es Sí que, cual Hécate, los mira de junto y duda y los amaga con su otra mirada fijada en el horizonte que un Remendón trapisondero y cachafaz, de estirpe ministril y corrupta, con artes siempre malignas le ha dibujado. (Para El Que Es No Que Es Sí pareciera que el taxi al que subirá sería el del driver patziano).
Entre tantos Pescadores En Río Revuelto (que seguro se creen sus mandadas que nos regalan(, los descritos y los demás que (por poco significativos o aún tapados( no menciono o no recuerdo, recibí con la satisfacción del desilusionado el mensaje «¡No fragmentareis!» de la retirada precandidata Amparo Ballivián Valdés, en el que, como exordio de lo que debería (¡urge!( que suceda, reclama vehemente lo que esperábamos muchos con nuestros Corazones Seducidos por un Cambio Verdadero: Unidad opositora. Afortunadamente, Ballivián no es la única (aunque entre pocos aún( que «ve luz tras las tinieblas» (Juan 1:5) y que «ara en el desierto» (Lucas 9:62).
Me queda una apostilla que me/nos siembra dudas: impugnaciones a última hora de las elecciones, algunas huecas de razón (como la presentada por un expresidente de Diputados, instancia donde duerme un proyecto de ley del TSE al respecto( y otras para participación en la elección de candidatos “nacionales” por organizaciones y pueblos indígenas, cuando todas ahora descubren, tras dieciséis años desde 2009, que no impugnaron la Constitución ni después la Ley Electoral de 2010.
Más que balandronadas (porque no les encuentro justezas recién ahora(, en ellas se esconden los pecados del Octavo y el Noveno Círculos de Dante: Fraude y Traición, esta vez contra la Esperanza de la gran mayoría de los ciudadanos bolivianos.
Quedan poco menos de cuatro meses para los comicios (trúhanes y fariseos incluidos( y no es momento de perseguir banderines a la vera del Aqueronte. Encomendémonos a la Divina Providencia… y a la Proba Justicia del Pueblo boliviano. #NuncaMás.
El autor es analista y consultor político