
Un nuevo tema de reflexión para los bolivianos que hoy vivimos preocupados y afligidos por lo que acontece dentro de nuestras fronteras, si miramos sus tres grandes componentes como son: el político, el económico y el social, encontramos que es necesario priorizar lo espiritual y alejarnos temporalmente de lo material y lo humano. Los bolivianos nos hemos caracterizado por ser un pueblo cristiano dentro del abanico de cultos, credos o iglesias; sin embargo, particularmente los católicos recibimos la PASCUA DE RESURRECCIÓN como la festividad de máxima importancia por nuestras creencias y nuestra Fe.
Esta fiesta religiosa considerada la mas importante de la Iglesia Católica tiene un significado trascendente para los creyentes pues es la gran representación del volver a la vida por el Poder de Dios y a su vez el saber perdonar como lo hizo Jesús con quienes lo crucificaron. Estos significados casi textuales, no son suficientes para entender y explicar lo profundo que conllevan dentro de sí y por ende en necesario entender algunos de esos significados.
En el Evangelio según Mateo se lee: “Y sucedió que, cuando Jesús acabó todos estos discursos, dijo a sus discípulos: «Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado.»” En este párrafo se aprecia “va a ser entregado”. Preguntémonos cuantas veces entregamos con nuestras actitudes a quien nos da un mensaje que debemos interpretar y guardar.
“Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.» Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» El respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará.” Nos hemos preguntado cuantas veces a quien nos tendió la mano no le hemos agradecido y reconocido lo que hizo por nosotros. Hemos sido consecuentes con lo que decimos y hacemos de forma permanente o por el contrario ¿somos los Judas de hoy?
“Pedro intervino y le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.» Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» Esta actitud no es la que nos acompaña en muchas oportunidades, no es la que diariamente repetimos cuando queremos esconder algo o cuando estamos buscando beneficiarnos de alguna forma y acaso no es esta actitud, la que vemos constantemente en muchos de los que dicen representarnos.
“Dícele Pedro: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.” Seguramente Pedro no fue la excepción, pues cada día, cada momento, en cada lugar muchos niegan hechos, situaciones, actitudes, palabras, lo hacen en algunos casos protegiéndose, en otros deslindando responsabilidades y hasta mintiendo.
Después todos conocemos el desenlace, la pasión y muerte del Profeta, de Jesús, del Salvador, del hijo de Dios, del Enviado. Esto nos debe hacer pensar. ¿Qué pasaría si trasladamos los hechos a los días de hoy?, ¿Cuáles serían nuestras reacciones a situaciones como las de Judas y Pedro? Es bastante difícil imaginar en cuál de los dos tumultos quisiéramos ubicarnos, pues en uno seriamos los que traicionamos y en el otro los que negamos. Cuan cierto es este pasaje bíblico para entender el comportamiento de muchas personas en el día a día; sin embargo, si continuamos comparándolo con la realidad que vivimos en nuestro país donde asumimos que la mayoría somos parte del pueblo creyente, descubriremos que estamos en falta y que necesitamos del PERDON.
Recordemos que la PASCUA para los israelitas, es la celebración de la liberación de su pueblo de la esclavitud en Egipto. Para los católicos la PASCUA representa la resurrección de Jesucristo. Es la fiesta más importante de ambos pueblos de Dios y pensemos además que es la expresión más clara “del triunfo de la vida sobre la muerte.” Podemos precisar entonces que los bolivianos que sentimos estar bajo una esclavitud, es el momento de revelarnos y pelear unidos por nuestra libertad; además, necesitamos sentirnos vivos para buscar la reconstrucción de la patria y hacer sobresalir el triunfo de la esperanza para el futuro en lugar de aceptar supeditarnos al desconcierto, debemos priorizar el optimismo en lugar de dejarnos opacar por la desesperación.
Cuando Jesús se aparece a sus discípulos dice el evangelio “Entonces abrió su mente para que comprendieran el sentido de las Escrituras. Y añadió: Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de todas estas cosas. Mirad, yo voy a enviaros el don prometido por mi Padre. Quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis la fuerza que viene de Dios.” Y la fuerza que viene de Dios es la que no necesitamos seguir esperando, pues el ya no las dio. Lo importante es que comprendamos el sentido de cual es nuestra verdadera necesidad, liberarnos del desconcierto en el que estamos viviendo y buscar ante todo, la Unidad como la fuerza mas importante que podemos rescatar de la Fe que nos hace creer y sentir la presencia de esa fuerza sobrenatural que hemos recibido y que este es el momento de mostrarla con contundencia.
Ha llegado el tiempo de LA PASCUA Y EL PERDON, de festejar el renacer y de perdonarnos a nosotros mismo por nuestra falta de fortaleza, e incorporémonos en el proceso de buscar mejores días para el destino que juntos construiremos, unamos todas nuestras fuerzas para derrotar al enemigo que nos acecha y que quiere controlar nuestra vida y nuestras conciencias. Usemos las armas de la Paz y el Amor para elegir el camino que nos conduzca al destino de la Integración.
El autor es administrador de empresas y Docente Emérito de la UMSA