“Una ciudad puede confiarse a dos Genios y ser dichosa a condición de que las dos ideas de legitimidad que representan estén dispuestas a colaborar. Desgraciadamente la Ciudad que sirve de campo de batalla a Dos Genios enfrentados se convierte en terreno de discordia y se desangrará hasta el agotamiento”, sostiene Guglielmo Ferrero, en su libro Poder.
En los últimos días, el departamento de Santa Cruz estuvo sumido nuevamente, en episodios de violencia. El gobernador fue detenido con dureza y brutalidad. A la violencia se responde con violencia fue el mensaje de los cruceños que salieron a las calles. Con el consabido final de dolor, frustración y profundización de la polarización.
En el libro del Éxodo la ley del talión señala “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, golpe por golpe, herida por herida”, pertenece a la justicia retributiva, que en su esencia pretendía balancear la pena en cuanto al delito, para evitar una respuesta desproporcionada por la venganza y el odio. Sin embargo, desde la crisis desatada el 2019, la política boliviana se encuentra enfrascada en una sed de venganza entre bandos políticos, de manera ruda y entristecida. El “ojo por ojo y diente por diente” en su versión revanchista y desmedida es la que prima.
En la vida en sociedad, el Estado a través de su órgano de justicia es el garante del equilibrio entre el crimen y el castigo. Es el garante en la aplicación de la justicia, y como tal es el árbitro único e ideal en la resolución de los conflictos entre diferentes grupos.
Así, el sistema judicial es el órgano y la instancia nodal para dirimir todo evento conflictivo y castigar los delitos. Pero, esta instancia se encuentra en una crisis histórica.
Uno de los aspectos que más llama la atención es que nuestro sistema se basa en la presunción de culpabilidad. Esto ha ocasionado lo que algunos datos revelan, que el 70% de los presos se encuentran con detención preventiva, es decir “eres culpable hasta que demuestres lo contrario”, lo que puede implicar varios años en la cárcel, algunos incluso pagando la pena por demás. A esto se suma lo que Alison Spedding describe etnográficamente: la situación deplorable en la que vive la población carcelaria.
En el ámbito político, la detención preventiva se ha convertido en elemento de escarnio y amedrentamiento para el enemigo político. Estamos en una situación en la que necesitamos del sistema judicial, pero a la vez éste no es imparcial, sino baila al ritmo del gobierno de turno. A esto se suma la presión del contexto político de las calles, que obliga a la justicia a cometer irregularidades en los procedimientos.
En el contexto de polarización que vivimos, la sociedad está pagando las consecuencias de resoluciones y decisiones judiciales emitidas en su momento, gracias a las cuales sucedieron determinados hechos. Por ejemplo, la justicia jugó un papel contradictorio o inconsistente en el hecho de haber dado pie a la repostulación de Evo Morales, cuando la reelección por segunda vez consecutiva, no se halla en la Constitución. Esta permisividad fue el detonante de la crisis y polarización extendida que estamos viviendo. Lo mismo sucedió, cuando la justicia, avaló en su momento la sucesión presidencial de Añez y luego lo desconoció. A esto se suma la injerencia de un partido en el nombramiento de fiscales y jueces, quienes se encuentran a merced de los intereses del gobierno de turno. En estos días, Ricardo Torres, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, exhortó a los jueces a actuar con firmeza, porque son la última garantía para los ciudadanos en el país. “Tenemos la máxima responsabilidad de impartir justica a verdes, azules, rojos, amarillo, negros, no debe interesar el color, lo que debe importar es la aplicación del Derecho, de la Constitución, respetando las garantías constitucionales, los derechos humanos, el debido proceso y el Estado de Derecho”. El presidente del Tribunal Supremo de Justicia se da cuenta del momento delicado que estamos viviendo, y reflexiona sobre la tarea de magnitud e importancia que significa impartir justicia.
Sabemos que es imprescindible reformar la justicia, y esta reforma no se dará a corto plazo. Sin embargo, también sabemos que es momento de tender puentes de diálogo (reconciliación es decir mucho), sino queremos desgarrar más el tejido social. Por un lado, tenemos a un gobierno central legítimo, pero; por otro lado, nos guste o no, se encuentra una gobernación también legítima. La discordia cunde, esperemos que “los dos genios”, no hagan desangrar Santa Cruz.
Gabriela Canedo Vásquez es socióloga y antropóloga