El pasado martes 30 de agosto, mientras esperaba llegar a mi casa a la hora acostumbrada después del salir del trabajo me tope nuevamente con un bloqueo de caminospor elkilómetro 16 de la carretera al norte pasandoel aeropuerto de Viru Viru, bloqueo que ya estaba en la mañana. No me quedó otra, al igual que a los pasajeros del micro en el que venía de la ciudad de Santa Cruz, que bajarnos y caminar nuevamente para pasar el bloqueo. En esta ocasión el bloqueo demandaba a la Alcaldía de Warnes la devolución de un área de equipamiento que en primera instancia estaba destinada para la construcción de una universidad, pero que desde hace siete años funciona una feria itinerante. Mientras caminaba pensé que sería muy interesante registrar y sistematizar en un cuaderno de apuntes sobre los bloqueos que se realizan por la zona de Satélite Norte, respondiendo preguntas como ¿Cuáles son las demandas de los bloqueos?, ¿A qué autoridades van dirigidas? ¿Cómo terminan dichos bloqueos? entre otras preguntas, para un artículo de investigación. Como sería mucho trabajo, decidí escribir esta columna de opinión.
Vivo casi más de 12 años en el municipio de Warnes, en la urbanización de Pentaguazu I, y creo que perdí la cuenta de la cantidad de bloqueos por la carretera al norte, en los últimos años. Recuerdo que allá por el 2011 justo junto el día en que iba defender mi tesis de licenciatura en la carrera de Ciencia Política en la Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno (UAGRM) tuve que pasar caminando un bloqueo por la zona de Aqualand, el cual fue penoso para mis padres, sobre todo para mi madre, porque no podía caminar esa distancia. Más bien ese día salimos de casa con dos horas de anticipación y pudimos llegar a tiempo a la defensa de la tesis. Pero el hecho de salir con dos horas de anticipación, a la universidad o a un compromiso laboral, no siempre ocurre a todos.
Recuerdo en una ocasión que le dije a un amigo que cada semáforo que hay en la carreta al norte, entre Play Land y la entrada a Satélite Norte, costo un bloqueo de caminos por parte de los vecinos, después de un atropello o un accidente de tránsito. Es muy probable que la mayoría de las demandas de los barrios de las urbanizaciones de Satélite Norte, Pentaguazu I y II, Juan Pablo II, Buena Fe, Integración, se hayan logrado a través de los bloqueos. Desde demandas de mayores ítems para los colegios en la zona, mayor atención en seguridad ciudadana en los barrios, el colocado de semáforos o una mayor señalización vial; las demandas de los comerciantes de los diferentes mercados de la zona; o las demandas de las asociaciones de transporte (motos, trufis y micros), etc. Pareciera que las autoridades municipales, departamentales y nacionales no escuchan a los vecinos de esta zona, sino es a través de un bloqueo de caminos y que los sectores de esta zona no conocieran otra medida efectiva, si no es los bloqueos.
Revisando la literatura sobre el tema encontré la tesis de grado en derecho de Limber Mollericon G., titulada: El “bloqueo” como método de reivindicación o presión social y los derechos fundamentales de las personas en el marco de las garantías constitucionales en Bolivia, presentada en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), donde menciona que “el bloqueo es pues un efecto (…) y no una causa, pero no por ello deja de ser una forma de lucha que va en contra de un derecho, el de libre tránsito, entonces, en síntesis, existe una legitimidad en el reclamo o demanda cualquiera fuere siempre y cuando se enmarque en nuestro ordenamiento jurídico vigente. Pero también concurre la ilegalidad al aplicar, el bloqueo como método de reivindicación o presión social, por contraponerse un derecho fundamental del “libre tránsito”” (pp. 54 y 55).
Lamentablemente, para las personas que viven por la zona y los viajeros que se topan con los bloqueos se ha hecho un deporte caminar cuando hay bloqueos. A pesar de la rabia y el malestar que esto les genera, no les queda otra que caminar para llegar a su destino o sus fuentes de trabajo. Ni que decir del perjuicio que esto genera para el transporte nacional e internacional pesado que tienen que esperar horas y días con sus cargas hasta que los dirigentes que encabezan el bloqueo y las autoridades que deben resolver la demanda lleguen a un acuerdo.
Empero, las personas que más sufren con los bloqueos son las personas de la tercera edad que tienen que llegar a una consulta médica a tiempo, los niños y niñas que tienen que caminar las largas distancias de los bloqueos para llegar a sus colegios, las mujeres embarazadas que tienen que caminar en su estado, las personas con alguna discapacidad para caminar y, los viajeros que llegan de otros departamentos quienes tienen que pasar los puntos de bloqueos con sus pesados equipajes y en algunos casos gastar el doble del prepuesto para llegar a su destino; quienes se ven violentados en su derecho pleno al libre tránsito, un derecho fundamental y absoluto, por los bloqueos.
Pero más allá de lo mencionado conviene que preguntarse: ¿Habrá otra manera de protestar ante las autoridades, ya sean estas municipales, departamentales y nacionales? Seguramente que sí, pero a nuestra sociedad le falta el ingenio para llevarlo a la práctica.
Juan Pablo Marca es politólogo e investigador del CEJIS