Hablo de listas, pero las de los útiles escolares. Esas listas que cada año empobrecen a los padres de familia y sólo enriquecen al comerciante informal aprovechador que eleva los precios cada año. No hablo de esas listas. Hablo de otra. De una lista especial que te presento a continuación
Suma, un punto por cada uno de los ítems que menciono en esta lista:
¿Hiciste cola para cargar gasolina por cuatro horas, mínimamente, sin moverte siquiera para ir al baño?
¿Dormiste en una inmensa cola, en la calle, a cualquier hora de la madrugada, para conseguir ficha en la caja de salud, saturada de pacientes y con pocos y mal pagados médicos?
¿Compraste 1 kg de pollo, ése que hace una semana estaba a Bs 18 y ahora cuesta 22, viendo como el precio de éste y otros productos sube un 40 % de un mes a otro?
¿Tuviste el infortunio de esperar por lo menos cinco horas por un vuelo de morado?
¿Secuestraron tus dólares a título de que el “Banco Central de Bolivia los necesita para pagar otras cositas” y estuviste haciendo malabares para pagar en verdes?
¿No pudiste hacer compras de tus remedios habituales porque “ya no llegan”?
¿Bloquearon tu calle, avenida, carretera, bajo el soez título de “movimientos sociales- haciendo- uso- de su- derecho-a la-protesta”?
¿Quemaron la selva para ampliar la frontera agropecuaria y “te tienes que aguantar” y tus pulmones sufrieron las consecuencias?
¿Llenaste de fotocopias, folder amarillos, sellito y firmitas a burócratas inútiles que te hicieron correr de un escritorio a otro para conseguir un permiso, una legalización o cualquier trámite que se siguen inventando?
¿Viviste en Bolivia continuamente por una década porque tu pasaporte sólo sirve para entrar a Turquía sin visa y la idea de irte a otro lado, siempre ronda por tu cabeza hasta que ves cómo tratan a los inmigrantes en Pisiga, Villazón o Desaguadero?
Cada vez que te hablaban del litio como el “gran salvador” de la economía boliviana, ¿recuerdas la historia de la plata, estaño, guano, goma, hierro, agua, gas y oro, y que siempre terminan en guerras internas, y promesas vacías?
Si respondiste que sí, a cada una. Felicidades, tienes 10 puntos. Eso te da todo el derecho para hablar, opinar y proponer soluciones a este pedazo de tierra llamado Bolivia.
Sin embargo, cada respuesta negativa, a esta lista, no sólo te resta un punto, sino que te quita la posibilidad de opinar sobre la coyuntura del Plurinational State.
Así como los gerentes que hacen un ejercicio “undercover” y se hacen pasar por un trabajador, para aprender de su propia empresa, así deberían proceder quienes comentan sobre Bolivia, a la distancia, desde una avión privado.
Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio de empatía para entender la vida más allá de una encuesta, o de una llamada telefónica a dizque líderes políticos.
Todos los analistas que repiten como loros recetas de textos universitarios, pero que nunca se pusieron en práctica, sólo logran inflar e inflamar un entorno político enrarecido, donde todos tienen ideas, pero ninguno, el poder para ejecutarlas.
También están los busca fama. Los busca tendencia, los busca charla, los roba tiempos.
Por favor: vayan con sus luminosas ideas a otro lado. Aquí sus luces artificiales incomodan y no ayudan.
La pobreza estructural en la que vivimos desde hace casi 20 años, la destrucción de las instituciones, la exaltación del capitalismo más salvaje, que ha devorado, selvas, envenenado, ríos, y narcotizado al país, debe virar y cambiar hacia alguien que tenga dos dedos de frente, mínimamente, y un equipo de gente experta en crear, no solo esperanzas, sino un futuro plausible.
La autora es periodista