Ir al contenido principal
 

Opinión

Hemos tocado fondo

19 de Marzo, 2025
Compartir en:

El anuncio, del ministro de Hidrocarburos y Energías, de que el gobierno no podrá cubrir la demanda interna de gasolina y diésel regularmente, por falta de divisas, pone de manifiesto con rigor, lo que hemos venido señalando y advirtiendo desde hace mucho tiempo. 

Este anuncio, más las diez medidas adoptadas por el gobierno para “paliar la crisis”, nos gritan el estado, de desastre, de la economía boliviana, afectada por el cáncer populista. El régimen masista no solo destrozo a las instituciones, destrozo también, y de manera muy cruel, a la economía.

La salud de nuestra economía, y del modelo, están en “estado terminal”. El presidente, al anunciar las diez medidas, negando la crisis, más bien confeso, flagrantemente, de que hemos tocado fondo. 

El gobierno no tiene divisas para honrar las cuotas y pagos del servicio de la deuda externa. Requiere cerca de 1.700 millones de dólares al año, con vencimientos fatales. Cualquier incumplimiento, lo colocaría sistemáticamente en “default”. Así mismo, requiere alrededor de 4.000 millones de dólares para importar combustibles, es decir 11,1 millones por día. 

Pues bien, como ya no tiene divisas para cumplir regularmente con los pagos del servicio de la deuda externa, ha decidido recortar el 50% de la importación de combustibles. En la disyuntiva de dejar de pagar o continuar importando combustibles, el gobierno priorizo los pagos de la deuda. Entonces, ya no hay dólares para la importación de combustibles. 

En los próximos días, la escasez y la especulación serán de terror, al extremo de consolidar el mercado negro. La gasolina y el diésel, se constituirán en bienes preciados. Su distribución generara violencia y conflictos.   

En el fondo, las diez medidas nos anuncian ese terrible escenario. El horario continuo obligatorio, las clases virtuales y la reducción del uso del parque automotor en el sector público al 50%; nos anticipan la magnitud de la escasez.

Las medidas adoptadas, para atravesar “el bache”, son, al final, en un tácito reconocimiento de que hemos tocado fondo. 

No hay plata, ni siquiera para garantizar el regular funcionamiento de los órganos de poder. El órgano judicial, por ejemplo, en estado de “emergencia presupuestaria”, no cuenta con los recursos mínimos para su funcionamiento. El presidente del Tribunal Supremo de Justicia, anticipo un colapso de los tribunales departamentales, por los recortes de personal. 

La pérdida temporal del derecho al voto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por no pagar las cuotas, que ya tienen una deuda acumulada de 770 mil dólares, así mismo, revelan que llegamos al fondo.

Aunque todo deja entrever que ya han acudido al expediente de la emisión inorgánica de papel moneda, la escasez de recursos tendrá “metástasis” en toda la burocracia estatal, gobiernos subnacionales y Universidades.

Como se puede apreciar la economía y el modelo están en fase terminal, donde las salidas y el equilibrio, demandan cambios estructurales. 

Ya en el ocaso, el gobierno de Arce no cuenta con la fuerza política necesaria para estos radicales ajustes. La responsabilidad la transfiriere al próximo gobierno. Por ello, las afirmaciones de Evo Morales, el principal responsable del desastre, de que, “en este momento da miedo ser candidato”. “¿Que vamos a nacionalizar para tener plata”?

Ahora, en vez de inquirir “¿qué vamos a nacionalizar para tener plata”?, debería preguntarse, que hicieron con el excedente de la extraordinaria bonanza económica que le toco administrar, junto con su ex ministro de economía, hoy presidente.

Lo cierto es que se dilapidaron miles de millones de dólares. Hicieron orgia con el excedente. El despilfarro está ahí, no solo en elefantes blancos, sino en “mamuts blancos”. Dada su megalomanía, en los 14 años de su gobierno, gasto miles de millones de bolivianos en construir su imagen de mito y de Dios.

El modelo populista y el Estado hipertrofiado, primero, acabaron con las Reservas Internacionales Netas (RIN). Luego, para seguir dilapidando, vendieron el “oro de la abuelita”. Después, para seguir gastando, sin ningún ajuste en relación a la drástica reducción de los ingresos por gas, acudieron al expediente de la deuda. El total de la deuda, interna y externa, acumulada del régimen masista alcanza al 85% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, cerca de 36.000 millones de dólares. Si dividimos esa cifra con el número de la población, cada boliviano debe hoy un poco más de 3.000 dólares.

Ya en la fase terminal, fiel al estilo populista, todo parece indicar que están imprimiendo papel moneda sin ningún respaldo. Los países que han incurrido en esta práctica, han terminado destrozando su economía, con incontrolables procesos inflacionarios, que luego derivaron en hiperinflación.

En la inflación, los pobres se vuelven más pobres. En la hiperinflación, millones de pobres son condenados a la miseria absoluta. ¿Se dan cuenta lo que están haciendo?

Los masistas llegaron al poder para repartirse, entre sus lideres políticos y dirigentes sindicales, el aparato estatal. Cuando ya no hay que repartir, hacen crecer al Estado. Eso han hecho durante estos veinte años.  Se emborracharon con el poder y la plata, olvidándose de la exploración, reinversión y utilización del excedente en la diversificación de la matriz productiva. La cleptocrática elite azul, dilapido la oportunidad histórica.

Cuando se toca fondo, las cosas se ven con mayor claridad. Ellos son responsables del infierno que nos espera sin dólares, gasolina, inflación, escases, filas e interminables conflictos. 

El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón