
El próximo mes de agosto se llevarán a cabo las elecciones generales y, como ya es costumbre, se ha abierto un período de “encuestitis aguda” de intención de voto. Encuesta por aquí, encuesta por allá, y los resultados son tan disímiles que la opinión pública no sabe qué creer ni a quién creer.
Está demostrado que las encuestas de intención de voto tienen un efecto en el comportamiento de los electores. Uno de ellos, el más importante, es el efecto de arrastre (denominado bandwagon effect, o “subirse al carro ganador”). Este efecto refiere a la tendencia de las personas a apoyar al candidato o partido que perciben como líder o ganador, basándose en los resultados de las encuestas. Alinean su voto con lo que consideran la opción "ganadora" o más popular, ya sea por un deseo de pertenecer a la mayoría, por la percepción de que el candidato líder es más viable, o incluso por evitar "desperdiciar" su voto en una opción que consideran perdedora; y, en el caso boliviano, porque hay necesidad de trabajo.
La influencia excesiva que pueden generar las encuestas distorsiona la preferencia real del electorado, otorgando una ventaja injusta al candidato líder en las encuestas, quien puede recibir un impulso no por sus propuestas o méritos, sino por la percepción de que es el "ganador". También ocasiona un efecto desincentivador para candidatos menos conocidos, ya que quienes no aparecen en los primeros lugares de las encuestas pueden ver reducidas sus posibilidades de captar nuevos apoyos, aunque sus propuestas sean viables o atractivas, e incluso pueden verse obligados a retirarse del proceso electoral.
No debería haber resultados con tan marcadas diferencias, ya que la estadística es una ciencia, a menos que:
El pasado 6 de febrero fue divulgada la encuesta encargada por Raúl Garáfulic, que, según su ficha técnica, tiene los siguientes parámetros: 1. Tamaño de la muestra estratificada (dividida por departamentos) de 1.050 personas, 2. Nivel de confianza del 95%, y 3. Error de muestra de más/menos 3%.
Para un padrón electoral de 7.131.075 personas, se ha consultado a 1.050 electores. Probablemente la muestra cumpla los parámetros y requerimientos mínimos; pero preguntar a solo el 0,014% y predecir con algún grado de probabilidad quién podría ser el próximo presidente no es lo mejor, es muy elemental. Me parece que, por la importancia del tema, deberían hacer un mejor muestreo.
Así, por ejemplo, en estos carnavales bien podríamos preguntar a los Caporales Universitarios de San Simón, que cuenta con más de 2.500 fraternos, divididos en diversos bloques departamentales (es decir, sería una muestra estratificada) y, además, tiene filiales en Brasil, Suecia, Italia y España. Es decir, también podría saberse la percepción de voto de nuestros compatriotas en el exterior. ¡Eso sería estadísticamente más representativo!
Ante esta realidad, alguien debe exigir mayor rigurosidad. El requerir la publicación de la ficha técnica no basta. Hay que mejorar el proceso electoral, y el llamado a hacerlo es el órgano electoral. Lamentablemente, los vocales tienen una postura pasiva; los guía Adam Smith, quien recomendó “dejar hacer, dejar pasar” (laissez faire, laissez passer).
El Órgano Electoral Plurinacional ha convocado al tercer encuentro multipartidario e interinstitucional por la democracia, que contó con la participación de políticos y representantes de los órganos Ejecutivo y Legislativo. La reunión concluyó con 15 compromisos, en su mayoría peticiones del órgano electoral, según ellos, para blindar las próximas elecciones. La verdad es que quieren blindarse ellos mismos; el afán de los vocales es tener fuero especial para juzgar sus actos a través de un juicio de responsabilidades.
Los miembros del órgano electoral deben recordar lo que dijo Julio César: “La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo”. Es decir, los vocales deben tener presente que el verdadero juicio es el de la opinión pública, donde no hay fuero especial; y creo que, por ahora, están perdiendo por unanimidad de votos. Si lo dudan, en una tarde lo averiguamos; solo tenemos que preguntar a 1.050 personas. ¡Eso es re fácil!
El autor es economista y diplomático de carrera