Ir al contenido principal
 

Opinión

El padre Eugenio

16 de Julio, 2020
Compartir en:
GONZALO MENDIETA
Era hijo de una familia campesina italiana del norte. Fue jugador de rugby casi profesional en su Bérgamo natal, pero la vocación lo llamó a los 13 años para ser curita diocesano. Fue Obispo de El Alto, nombrado hace justo diez años. Antes fue párroco de varios barrios paceños sin volver luego, pese a su sensibilidad, fiel a la máxima, extraña al mundo secular, de que la genuina humildad es la obediencia.

Entre los aymaras, me consta, se movía con su delicada mezcla de carisma, firmeza y dulzura. Fue un príncipe de la Iglesia en el sentido más noble y menos pomposo. Que muriera por la pandemia que azota a su diócesis es símbolo de que su entrega iba sujeta al arreglo que tenía con Dios, al que siempre aludía entre sonrisas. Por cuitas de ese arreglo se fue ayer.

Gonzalo Mendieta Romero

Etiquetas