Muy en el fondo del debate en torno al censo, en Bolivia, se encuentra la pretensión del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) de reflotar el truncado, en octubre del 2019, proyecto narco-delincuencial. El gobierno intenta este salto a lo imposible por medio de un censo manipulado de acuerdo a sus intereses partidarios. Es decir, aspira a lograr su pretensión, distorsionando la realidad, como lo hiciera hace tres años, cuando desconoció los resultados del referéndum del 21 de febrero del 2016.
Para imponer el politizado censo y negar la realidad socio-demográfica, al MAS no se le ha ocurrido nada mejor que fomentar la violencia y la confrontación. Se trata, como se aprecia, de una línea de conducta habitual en este partido que, no cabe duda, puede tener consecuencias muy negativas para el país, porque la manipulación del censo inutiliza un importante instrumento estadístico, para la planificación nacional, seria, al menos por el próximo decenio.
En el tema, entonces, se encuentra una especificidad (el censo) y una constante (la política antidemocrática y no dialogal del MAS). Ambos elementos, reiteremos, solamente ilustran el actual episodio del irrealizable proyecto pretendido. Puntualicemos, por tanto, algunas consideraciones en torno al censo primero y luego a la acostumbrada política confrontacional del masismo.
La intención masista de hacer pasar un proyectado censo manipulado por un censo confiable y, además, realizarlo en un año electoral, ha despertado rápidamente la desconfianza nacional en la ciudadanía democrática. No era para menos, porque, junto al año elegido por el MAS (el 2024), las inconsistencias técnicas del proyectado censo son evidentes. Puntualmente, en los casos del mapa cartográfico para el censo o de la batería de preguntas para la boleta censal, esas inconsistencias son inocultables. No se trata, pero, de inconsistencias técnicas por falta de tiempo en la preparación, sino por falta de voluntad política del MAS, para subsanarlas.
En efecto, es de interés del partido de gobierno no enemistarse con los pequeños municipios colindantes a las grandes ciudades, por lo cual no se encara en ordenamiento de la caótica cartografía. No vulnerar los intereses subalternos de caciques locales, de aquellos municipios rurales, no sólo mantiene el respaldo que éstos le brindan, sino también alimenta la ilusión de cerco a las ciudades. Por más absurda que suene la idea, ella forma parte del discurso de la mafia sindical rural. En su delirante extravío actual no ocultan, para nada, su intención de “cercar” Santa Cruz … y toda ciudad democrática. En relación a la batería de preguntas, la torpeza con la que se busca hacer aparecer una mayoría “indígena-campesina-originaria” (esta ensalada terminológica corresponde nada menos que al texto constitucional) es tan obvia que ahorra todo comentario.
El motivo central por el cual el gobierno actúa de esta manera se encuentra en el hecho que el MAS no tiene proyecto nacional; y ahora ni siquiera un proyecto partidario, luego que la ciudadanía democrática derrumbara el narco-proyecto del Estado, que el masismo ensayaba, con Evo Morales a la cabeza. Es la falta de proyecto lo que impulsa al partido de gobierno a pretender un censo manipulado e imponerlo por medio de la violencia y la confrontación. Esto también quiere decir que los grupos sociales emergentes, representados principalmente por la dirigencia sindical campesina y rural, en su afán por consolidarse a través de la acumulación de capital por medios extraeconómicos (particularmente a través de la delincuencia y el narcotráfico) han atropellado sin miramientos el ordenamiento democrático institucional. Ahora, por tanto, en el listado de tales atropellos -piensan- es el turno del censo nacional.
De ahí el censo politizado de acuerdo a los intereses sectoriales y corporativos de estos grupos de interés particular. A la distorsión de la realidad que pretenden responde la insistencia de un censo manipulado y fijado en un año electoral. En las pequeñas ideas de los “estrategas” del MAS, se cree que la prebenda y la corrupción serán suficientes como para lograr respaldo social a tal distorsión.
Que de esta manera conviertan al censo en un inútil instrumento para la planificación nacional, es algo que a la mafia sindical y su partido, el MAS, les tiene sin cuidado. Para ellos, lo que se encuentra en juego es la preservación de los menudos beneficios que la corrupción y la prebenda les arrojan. A esta “estrategia” responde la corrupción institucional, internacionalmente conocida, de la policía; la conversión del “sistema judicial” en simple oficina del MAS, apta para la cacería de brujas, la judicialización de toda protesta ciudadana, etc. A ello también, por último, responde la sujeción de la prensa. De hecho, la mayoría de las redes de televisión se han tornado en medios para-oficiales, mostrando un vergonzoso servilismo del que ni siquiera se sonrojan.
Así las cosas, tenemos en este pequeño país -donde al tiempo parece costarle mucho liberarse de las trabas del pasado- el nuevo intento del MAS por reflotar el truncado proyecto delincuencial; ahora escudados en un “censo” que les sirva para recortar la realidad a la medida de tal requerimiento. Mantener ficticias mayorías étnicas, mantener la subrepresentación política de regiones con notorio crecimiento y sostener la continuidad de conflictos entre los municipios de las principales ciudades con sus vecinos, los municipios rurales, forman parte de esta “planificación política” (para llamarlo de alguna manera).
No es de extrañar que el conflicto entre la ciudadanía democrática y el proyecto totalitario delincuencial del MAS se desarrolle en estos términos, porque se trata de un país cuyas instituciones democráticas han sido anuladas. Las consecuencias de no contar con instancias de mediación son, pues, claras. Recordemos que en el pasado, gracias a la mediación de la Defensoría del Pueblo, la Iglesia y la Prensa, fueron resueltos muchos conflictos, sin necesidad de llegar al enfrentamiento. Ahora, con una mayoría de los Medios servil al gobierno y el “defensor” del pueblo puesto a dedo por el MAS, ello no parece ser posible. En consecuencia, la resolución del conflicto de manera pacífica, parece recaer en la iniciativa de la ciudadanía democrática, a fin de cerrar el paso a los apetitos de violencia y confrontación que busca desesperadamente el MAS.
Omar Qamasa Guzmán Boutier es escritor y sociólogo