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Opinión

El Feminismo liberal libertario en el Día Internacional de la mujer

8 de Marzo, 2025
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El feminismo liberal libertario hace referencia a un feminismo basado en la libertad individual, la autogestión y el escepticismo hacia el Estado, combinando principios liberales clásicos con una crítica a las narrativas colectivistas. El feminismo liberal es una apuesta antiestatista, pro-mercado e individualista, que entiende la igualdad como fruto de la libertad económica y la autoexigencia, y no de luchas colectivas. Aunque choca con feminismos que enfatizan opresiones estructurales, esta propuesta busca reconciliar la emancipación femenina con principios libertarios. De esta forma, desafía tanto a la izquierda radical como a la derecha tradicional.

Un feminismo liberal busca la autoemancipación de las mujeres sin culpar a los hombres y sin la ayuda del Estado.  En este feminismo, las mujeres deben tomar las riendas de sus vidas y liberarse de todo aquello que impida su autonomía.  A menudo, algunas barreras son excusas y mentiras políticas que los grupos de poder utilizan para manipular a las mujeres y tratarlas como subpersonas.

El Feminismo liberal libertario, se opone tanto al feminismo radical de izquierda como a la derecha conservadora por caer en colectivismos que anulan la agencia individual. Cada mujer debería asumir responsabilidad para romper estereotipos sin culpar a los hombres ni exigir privilegios. Por ejemplo, se debería poder cuestionar políticas como las cuotas de género, por considerarse inmorales y contraproducentes: "Si una mujer es competente, el mercado la premiará sin imposiciones".

El Estado no puede ser un aliado para la emancipación femenina, porque muchos de sus fines políticos "instrumentalizan a las mujeres" con discursos victimizantes que mantienen la dependencia. En lugar de cuotas, subsidios o leyes paternalistas, se debería apelar en favor de derechos económicos básicos propiedad privada y libertad de emprendimiento— como herramientas clave para la libertad. Para esto, el Estado solo debe garantizar igualdad ante la ley, no intervenir en nombre de la "protección".

El mercado y la meritocracia deben ser aliados, como las primeras feministas estadounidenses del siglo XIX, que tendían a vincular la liberación femenina al capitalismo y la propiedad privada. El mercado no discrimina por género: si una mujer es capaz, triunfará sin necesidad de leyes protectoras. Pero al mismo tiempo, la sociedad debería asimilar que al ser iguales ante la ley hombres y mujeres, ciertos roles que se asignan indiscriminadamente frenan el desarrollo en libertad de las mujeres.

Es importante aclarar la idea de que algunas mujeres creen que deben dedicarse exclusivamente a las labores domésticas como un rol natural e inherente a su género. Se cuestiona la noción de que las mujeres están naturalmente destinadas a las labores domésticas y al cuidado de la familia, ya que esto podría limitar su libertad y autonomía. También se pone de manifiesto la creencia de que las mujeres deben encontrar la realización personal y la felicidad únicamente en el matrimonio y la maternidad, y no en la vida laboral o en la persecución de objetivos personales. Otro punto es la visión de la domesticidad como la única actividad válida para una mujer, lo que las mantiene alejadas de la vida política y económica. Entonces, la crítica se centra en la idea de que las mujeres deben dedicarse exclusivamente a las tareas domésticas como un rol natural e inherente a su género. Sin embargo, por el otro lado, también hay argumentos que basan la feminidad, en parte, en la capacidad de las mujeres para criar y cuidar, y que la maternidad es algo que se debe valorar y respetar en las mujeres que así lo elijan. Desde un feminismo liberal, estos son temas propios de la "personalidad individual" de cada mujer.

Desde la perspectiva del feminismo liberal, los roles de género tradicionales, incluidas las labores domésticas que a menudo se asignan a las mujeres, son considerados problemáticos solo en la medida en que limitan la libertad y la igualdad de acceso a oportunidades. Los problemas con los roles de género tradicionales están relacionados con la desigualdad de acceso a oportunidades, donde las expectativas de que las mujeres asuman la mayor parte de las responsabilidades domésticas pueden limitar sus oportunidades laborales y educativas. La responsabilidad de la organización del hogar puede crear una carga mental desproporcionada para las mujeres.

Entre las alternativas de posibles arreglos privados, se encuentra el reparto equitativo de tareas, fomentando un reparto más proporcional de las responsabilidades domésticas entre todos los miembros del hogar, independientemente de su género. En contraste con las políticas de conciliación entre la vida laboral y familiar para todos como licencias de maternidad y horarios flexibles—, que implican la implementación de políticas laborales que podrían ser menos efectivas, ya que, en la lógica económica del empleo, podrían desincentivar la contratación de mujeres debido a los posibles perjuicios laborales para los empleadores. Y en el mercado laboral, la oferta y la demanda se determinan en función de lo que es más conveniente para quienes necesitan contratar.

En definitiva, desde el feminismo liberal se busca fortalecer la autonomía y la capacidad de decisión de las mujeres para que puedan elegir libremente sus roles y estilos de vida, sin presiones ni estereotipos y sobre todo sin victimizaciones, donde la igualdad ante la ley sea un objetivo a resolver, en sociedades donde aún no se ha logrado esta

La autora es Economista, Politóloga y profesora universitaria.

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