La visita de la presidenta de la Cámara de representantes de los Estados Unidos (EEUU), Nancy Pelosi, a la isla democrática de Taiwan, el pasado lunes 1 de agosto, ha disparado el disgusto del gobierno chino. El enojo de Beijing impulsó una respuesta del todo desproporcionada, que solamente ha servido para revelar el carácter agresivo, con el que encara la actual coyuntura global. Así, la visita aceleró el proceso del aumento de la tensión internacional, obligando a la reafirmación de la toma de posiciones, de EEUU y sus aliados, asumida para este proceso de reordenamiento global.
En concordancia con la estrategia del gobierno chino en el proceso de reordenamiento mundial en curso, su respuesta a la visita de Pelosi no ha hecho sino incrementar la tensión mundial. Por ello, la relación entre aprontes de la China y el incremento de la tensión mundial marca la característica que asume, en esta fase, el actual proceso de reordenamiento en desarrollo.
Comencemos anotando entonces que el aumento del grado de la tensión mundial obedece a la proyección de la estrategia china, particularmente en lo referido a su componente militar. Es cierto que este aumento de la temperatura no radica únicamente en la política internacional de China, sino en lo que ésta aporta a un contexto histórico ya altamente inflamable. En conjunto, es pues el contexto en el que se enmarca el proceso de reordenamiento global, lo que hace de la coyuntura que se acaba de abrir, un tiempo delicado.
La invasión rusa a Ucrania ejemplifica la alta tensión de estos tiempos. Recordemos que la razón de la guerra del dictador ruso, Vladimir Putin, se encuentra también en el reordenamiento global. En este caso, esa razón se ha expresado por medio del avasallamiento a la soberanía ucraniana, el desconocimiento del derecho internacional y la pretensión de conquistar militarmente a ese país, tal cual se lo hacía en la edad media. Similares propósitos chinos han quedado al desnudo, luego de la visita de Nancy Pelosi. Los rimbombantes ejercicios militares chinos, frente a la isla de Taiwan, la masiva y constante violación al espacio aéreo de este último, aceleran los preparativos finales de la isla, para defenderse militarmente, de semejante amenaza. Este segundo ejemplo completa, por tanto, las razones del aumento de la tensión mundial.
Aunque no en el terreno militar específicamente, puede inscribirse entre los motivos para ese aumento, también a la resolución de la última cumbre de la Organización del Tratado Atlántico el Norte (OTAN), reunida en Madrid, el 30 de junio pasado. Entre algunos de los puntos acordados en el encuentro, destaca la caracterización que hiciera la OTAN de Rusia, considerándola como una amenaza estratégica; a la vez, menciona que también China representa una amenaza. Junto a ello debe considerarse la admisión de nuevos miembros (Suecia y Finlandia), lo cual fortaleció la alianza en todos los sentidos. En esta misma dirección del fortalecimiento debe sumarse la presencia de Japón y Corea del Sur, como aliados de la OTAN. La importancia de estos aliados destaca, porque no se trata de Estados del bloque de países occidentales. En todo caso, lo que a la OTAN y sus aliados les une, es que todos ellos son países democráticos, a diferencia de los regímenes totalitarios y dictatoriales que representan Rusia, China y sus aliados.
Insistamos en que todo ello tiene como telón de fondo el reordenamiento global y en este proceso, la presencia China se caracteriza por el tono agresivo. Esta agresividad se ha mostrado con anterioridad en el campo del comercio internacional, ocasionando varias fricciones con distintos países, particularmente en su incursión asociada al mercado europeo. El rol de la China se asienta, a lo largo de este proceso, a fuerza de agresiones, particularmente. Éstas se han mostrado incluso en los campos económico, diplomático y ahora se alista para su extensión al campo militar. Se trata del rol de un matón, con el que el gobernante Partido Comunista de China (PCCH), pretende convertir a su país en actor privilegiado, durante el proceso global de reordenamiento.
Pero, claro, la agresión por sí misma no basta para imponerse como actor central en este proceso, ni tampoco para intimidar a los países de la OTAN y sus aliados, al punto que terminen aceptándolo, sin antes agotar todas las opciones para evitarlo. Si algo ha logrado la visita de Pelosi a la isla, es haber desnudado las razones de la disputa por la soberanía de Taiwan, así como el motivo de la agresividad china. Pero, no es que las cosas deban, necesariamente, deslizarse hacia la confrontación bélica en Asia, como sucede en Europa. Se abre, en esta nueva fase de la coyuntura, un campo para la posibilidad de negociaciones, de tiras y aflojas entre los actores. Tiempo intermedio, podríamos llamarlo, caracterizado sin embargo por estar alimentado por la agresividad de los actores totalitarios (Rusia y China), con la que asistirían -puede preverse- a eventuales diálogos en todos los campos: comercial, económico y militar, en lo principal. Debido a esa razón, también este tiempo intermedio puede agotarse, sin resolver las raíces de la controversia que sacude al proceso de reordenamiento global.
El reordenamiento internacional es un proceso largo, en el que, hoy por hoy y como efecto de la visita de la presidenta de la Cámara de representantes de EEUU, se ha abierto, en términos generales, probablemente su última fase. Ésta consiste, principalmente, en la ratificación y consolidación interna de los bloques actuantes. En los inicios de esta fase, esa consolidación supone el cumplimiento de actividades internas, para afrontar obstáculos (económicos y/o políticos) domésticos. Después, sin embargo, esta fase podrá entrar al tiempo de su núcleo decisorio. Pero en éste, la resolución de las múltiples controversias del reordenamiento, en cada campo (comercial, económico, diplomático, militar) también tiene su propio compás temporal de desarrollo y así, las arenas del reloj, parece, han comenzado a caer.
Omar Qamasa Guzmán Boutier es escritor y sociólogo