En la actual coyuntura, diferentes columnistas como Oscar Ortiz, Alfonso Gumucio, Carlos Dabdoub, José Rafael Vilar, por citar algunos nombres, plantean la necesidad de la inclusión de la categoría mestizo en la boleta censal e intentan mostrar que existe una dicotomía entre lo indígena y lo mestizo y parecen no comprender que la mayoría de las sociedades y pueblos son mestizos en términos culturales, incluyendo los pueblos indígenas, quizás a excepción de los indigenas que viven en aislamiento voluntario.
Dichos columnistas sostienen que los mestizos serian ciudadanos de segunda por “negarse su identidad” en las opciones de respuesta de la pregunta de autoidentificación étnica en la boleta censal. Aunque, en términos de representación y participación política, la mayor parte de los escaños en las instancias legislativas a nivel nacional, departamental y municipal son ocupados por personas que no necesariamente se identifican como indígenas en el país; donde los pueblos indigenas apenas tienen siete escaños a nivel nacional y a nivel departamental su representación política es minoritaria.
Estos en el fondo niegan la plurinacionalidad de Bolivia y los derechos de los pueblos indigenas, quienes son los que hacen frente a las políticas extractivistas que implementa el gobierno y los sectores económicos. Además, olvidan que la mayoría de las personas en el país, tienen una identidad compuesta integrada por una identidad social de base (como la familia, género, etnia, clase), una identidad cultural-regional más amplia (como la cruceña, paceña, cochabambina, etc.), una identidad religiosa supranacional (como la católica, adventista, bautista, etc.) y una identidad nacional estatal (como la boliviana).
En este punto es preciso mencionar que el ser indígena, católico, cruceño y boliviano se constituyen en identidades transversales, identidades que traspasan horizontalmente a otras identidades específicas de otra naturaleza (étnica, geográfica, cultural, clase, etc.). Entonces dichas identidades, sobre todo en contextos urbanos, no son excluyentes, se solapan entre sí, cada una de ellas son gatilladas en una circunstancia específica, la cual se hace con la carga interna de las otras identidades. Sin que esto niegue que determinados actores utilicen dichas identidades, a manera de dispositivos discursivos, en la articulación de las disputas políticas en la historia boliviana.
Entonces, en términos culturales, un aymara, un ayoreo, un mojeño, por el hecho de vivir en las ciudades, puede asumir la identidad cultural cruceña, paceña, beniana, camba, colla, etc. Lo que a su vez lleva, cuando estos asumen estas nuevas identidades, a la existencia de nuevas visiones de lo cruceño, paceño, cochabambino, etc., y a una disputa entre las diferentes visiones de esas identidades. Es así que, en contextos urbanos, no existe una única manera de ser cruceño, paceño, cochabambino, etc., es más, se podría decir que en este contexto no existe una identidad mestiza, porque lo mestizo, no hace referencia a una identidad cultural en particular; además porque el concepto hace referencia al encuentro cultural de dos o más culturas, dando nacimiento a nuevas culturas o identidades. En tal sentido el ser mestizo no es una identidad cultural homogénea, porque existen distintos procesos de mestizaje cultural en los nueve departamentos del país. El mismo fenómeno pasa en Argentina, Brasil, EEUU, Francia, etc. Entonces en el contexto del Censo 2022 no tendría sentido identificarse como mestizo, siendo que es obvio que todos o la mayoría de la sociedades y pueblos son mestizas. En el fondo dicha categoría busca, lo que quizás no comprenden los columnistas mencionados al principio, una homogeneización cultural del país y un ocultamiento de las identidades de los pueblos indigenas, como paso en la segunda mitad del siglo pasado.
En conclusión, que una persona se autoidentifique de acuerdo a su cultura y antepasados con uno de los 34 pueblos indígenas ubicados en las regiones de la Amazonía, Oriente, Chaco, Trópico de Cochabamba y Norte de La Paz; o con uno de los pueblos y naciones indígenas que viven en las tierras altas, donde mayoritariamente hablan quechua y aymara, pero que se autoidentifican aproximadamente con 36 nacionalidades; es básicamente constatar que Bolivia es una Estado Plurinacional.
Juan Pablo Marca es sociólogo e investigador del CEJIS