
La Iglesia celebra a los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael en una misma fiesta. Aquí haremos un breve resumen de estos seres angélicos, completando la predicación que tuvo el Papa Francisco en una Misa en Roma en el año 2019. En su homilía explicó brevemente quiénes son esos tres arcángeles y nos invitó a dirigirnos a ellos cuando necesitemos ayuda. Los ángeles y los fieles “cooperamos conjuntamente al diseño de salvación de Dios”. “Por así decir somos ‘hermanos’ en la vocación. Ellos van delante del Señor para servirlo, para alabarlo y también para contemplar la gloria de Su rostro”. "Los ángeles son los grandes contemplativos. Ellos contemplan al Señor; le sirven y contemplan. Pero también, el Señor los envía para acompañarnos en el camino de la vida”.
En varios libros bíblicos se narra la actuación de estos tres Arcángeles que muestran su identidad como ayudantes de los hombres en nuestro camino hacia la salvación. Miguel, cuyo nombre significa “¿Quién como Dios?”, hizo la guerra al diablo, al gran dragón, a la serpiente antigua, para defendernos en la vida. El capítulo 3 del Génesis narra cómo Eva se dejó seducir por la serpiente y luego también comió del fruto prohibido. “Esto es propio del diablo. Nos vence por la seducción y después nos acusa ante Dios”.
El libro bíblico “Daniel” describe al Arcángel Miguel como “el gran Príncipe que defiende a los hijos del pueblo”, ahora y sobre todo al final de los tiempos cuando los muertos resuciten, unos para la vida eterna y otros para el oprobio y el horror eterno (Daniel 12,1-4). El ángel Gabriel le explicó a Daniel el final de la creación en una visión sobre el último día. “Me dijo, `Hijo de hombre´, la visión se refiere al final de los tiempos, que ya está fijado”. “Surgirá un rey insolente y mentiroso” (Daniel 8,15-27).
Tal como Santiago, el hermanastro de Jesús, narra en su Epístola, el Arcángel Miguel altercó contra el diablo disputándole el cuerpo de Moisés. Miguel, aún sin querer pronunciar un juicio injurioso contra el ángel maligno, le dijo “Que te castigue el Señor” (Santiago 8-9).
El libro de Tobías relata cómo el Arcángel San Rafael defiende a una familia judía creyente librándola de las amenazas diabólicas. Tobit era un anciano muy caritativo que se quedó ciego al caer sobre sus ojos el excremento de un gorrión. Tobit quería recuperar un dinero que había prestado a un amigo lejano y por eso encargó a su hijo Tobías que emprendiera un largo viaje. Pero antes de iniciarlo el Ángel Rafael, cuyo nombre significa “Dios sana”, se apareció con aspecto de un joven ofreciéndose a Tobías a acompañarle sin exigir ningún salario, aunque Tobit le indicó a Rafael, que a su vuelta le pagaría el precio justo. Rafael protegió a Tobías de la sed y del cansancio. Antes de llegar a su destino el ángel liberó a Tobías que se estaba bañando en un río y fue atacado por un gran pez. Rafael agarró al pez para sacarle la hiel, el corazón y el hígado, como remedios útiles para recuperar la salud.
El Ángel Rafael protegió a Tobías en su matrimonio con Sara su nueva esposa, quien había estado casada con otros maridos fue acosada por un diablo, llamado Asmodeo, que mataba a los esposos en la misma noche de bodas. Pero Tobías tomó el hígado y el corazón del pez que había matado y los puso sobre las brasas de los perfumes. El demonio huyó, pero Rafael lo alcanzó y lo encadenó de pies y manos. Tobías y Sara rezaron a Dios pidiéndole su protección (Tobías 8).
El capítulo 20 del Apocalipsis narra la gran batalla del Ángel Miguel contra Lucifer, el ángel maligno quien se negó a adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Miguel descendió del cielo con la llave del abismo infernal y con una gran cadena encadenó al diablo y lo arrojó al abismo por mil años. Después de ese milenio los ángeles revivieron a los muertos, en su primera resurrección. Más adelante vendrá la segunda muerte sólo para los desobedientes, quienes serán arrojados al lago de fuego que nunca se apagará.
Ojalá los creyentes en el verdadero Dios oremos también a los Ángeles fieles para que nos ayuden a caminar en esta vida frágil para que, cumpliendo los mandamientos divinos, derrotemos al diablo y siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, aprendamos a amar a Dios con todo el corazón y a nuestros prójimos como Dios nos ama. Así llegaremos al Reino de los cielos.
Miguel Manzanera, S.J.