Los indisimulados intentos del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) por utilizar el censo nacional para continuar dando vida a su proyecto totalitario, han obligado a que el pasado lunes 25, el departamento de Santa Cruz protagonizara un paro cívico. La razón de fondo, de tan irresponsable actitud del MAS, se encuentra en la disputa entre totalitarismo delincuencial y democracia, que caracteriza este largo período (2006 – 2022) estatal boliviano. Por ello, durante esos años, todo lo referido al desarrollo institucional que pasara por las manos del gobierno masista, resultaba distorsionado. Esto dio lugar a que al final, las instituciones estatales terminaran dando la espalda a los requerimientos del país. En esa misma lógica, el censo que el MAS pretende realizar, ofrece bajos grados de confiabilidad a la ciudadanía.
Así entonces, comencemos diciendo que el paro cívico de Santa Cruz, en último término, fue una medida en procura para que el país pueda contar con un censo fiable. La medida, además, desnudó la falta de voluntad del gobierno para que así sea, y al contrario, reveló el deseo del MAS por imponer un censo sin consenso. En ese orden, el proyectado censo politizado por el gobierno y el paro cívico por un censo fiable, son las dos caras de una misma temática.
El requisito básico para un censo fiable es que éste no sea politizado, ya que de esa manera podrá generar confianza, principalmente en la población. La falta de voluntad del MAS para cambiar de rumbo se refleja en las señales de improvisación, en el trabajo con el que se pretende encarar el censo. Si nos atenemos al rector de la universidad pública de Santa Cruz, a la consulta que le hizo acerca del cronograma para el censo, al presidente, en la reunión que, a mediados de este mes de julio sostuvieron en el marco del encuentro con gobernadores, Luis Arce habría señalado no conocer nada al respecto.
Además del desconocimiento de algo tan importante para la planificación del censo, como es el cronograma de trabajo, en el MAS también se hacen de la vista gorda respecto a los problemas de la cartografía, con la que se delimitarán las unidades territoriales, particularmente con referencia a las principales ciudades del país. A estos ejemplos de falta de seriedad debe sumarse las infundadas exclusiones a las percepciones ciudadanas, referidas al mestizaje y a la religión, de la boleta de encuesta, ordenada por el partido de gobierno.
La falta de confianza en el censo es provocada por el gobierno, lo cual genera en la población, consiguientemente, sobradas razones para la susceptibilidad. La preocupación tiende a incrementarse, por cuanto, de la información que el censo ofrezca dependerán las políticas públicas en todos los niveles de gobierno (nacional, departamental y municipal). El malestar por la poca fiabilidad del censo es por tanto del todo justificado, mucho más cuando el gobierno pretende realizarlo un año antes de las elecciones del 2025. Como van las cosas es previsible no solamente la politización de ese censo sino incluso su electoralización.
Es en este sentido que el paro cívico de Santa Cruz llegó a expresar una demanda nacional. A la vez, pretendió demostrar al gobierno la necesidad de abrir las puertas del diálogo, para alcanzar una planificación general, consensuada, a fin de ofrecer al país un censo fiable. Esa legítima protesta ciudadana no habría sido necesaria si el gobierno mostrara un mínimo de voluntad política para alcanzar consensos con la ciudadanía, dejando de politizar el censo. Es verdad que las costumbres totalitarias y antidemocráticas del MAS no condicen con prácticas dialogales, pero, ante la posibilidad que un evento de tanta importancia nacional sea malogrado, la ciudadanía hace bien en utilizar su derecho constitucional a la protesta.
Por otra parte, aclaremos que cuando se habla de una demanda nacional, se hace referencia a la necesidad que todos tienen, en este caso, de contar con información estadística veraz. La heterogeneidad que la “encuesta de encuestas” levantará, se refiere también a las diversas lecturas que, sobre un mismo dato, puedan surgir. Pero, será difícil ensayar lectura alguna, si la información del censo no ofrece confianza. Añadamos que la diversidad no únicamente se encuentra en las estadísticas que se presentarán o en las lecturas sobre ellas, sino en el propio instrumento censal. Nos referimos al bloque de preguntas subjetivas (credo religioso que se profesa, autopercepción étnica-cultural, etc.), junto al bloque de las preguntas objetivas (edad, grado de instrucción, etc.). De un censo se espera que también en torno a las peguntas subjetivas la información a levantarse refleje el parecer de la población encuestada. Por ahora, el espíritu antidemocrático del gobierno cierra el paso a esta información veraz.
Decir, por tanto, que el MAS ha politizado el censo no es una exageración. Los motivos para que este partido tomara aquella decisión son múltiples. Junto a los ya señalados mencionemos, sólo a manera de apunte, el siguiente.
Se suponía que el 2006, por medio del MAS, llegaba al poder el movimiento popular, campesino y principalmente indígena. Las voces críticas opuestas a esa falacia resultaron invisibilizadas, ante la opinión pública nacional e internacional. Con el tiempo, pero, la impostura del pseudo indigenismo del MAS terminó por derrumbarse, para dar paso al verdadero proyecto que se incubaba. Éste no era, ni más ni menos que el del totalitarismo, asumido como soporte de un proyecto delincuencial, fuertemente articulado al narcotráfico e impulsado tanto por el gobierno, su partido y la mafia sindica, principalmente agraria.
En contrapartida, se observó en la burguesía boliviana, durante el período 2006 – 2022, un desarrollo estructural. Desarrollo impulsado como medida de preservación y protección, ante las proyecciones de las intenciones masistas. Esa evolución estructural se concretiza en Santa Cruz en casi todos los términos y es el temor a que en el censo ello quede reflejado, lo que impulsa al gobierno a manipular el censo.
En la pulseta entre censo manipulado de acuerdo a los requerimientos del proyecto totalitario delincuencial o un censo fiable, la controversia ha sido trasladada las calles. Al menos así lo demostró el paro del 25 pasado. Nadie debería extrañarse por ello, dado que el espíritu totalitario del MAS ha inutilizado todas las instancias de mediación, entre el Estado y la sociedad. Ya no sirve para este fin el sindicalismo, corrupto y sujeto al gobierno por medio de la prebenda, ni la Defensoría del Pueblo, cuya titular ejerce el cargo gracias al favor político del MAS, ni los órganos de prensa, controlados en su mayoría por el gobierno, a través de diversos medios. Con todo, tanto atropello resulta inútil, a la hora en que la ciudadanía percibe las intenciones gubernamentales de presentarle un censo de acuerdo al gusto del esquema totalitario y antidialogal que impulsa.
Omar Qamasa Guzmán Boutier es escritor y sociólogo